jueves, 6 de septiembre de 2007

1. CASOS DE LOCURA EN LOS TIEMPOS DEL VIRREYNATO

Introducción

El propósito del trabajo fue encontrar puntualmente casos de locura en la época del virreynato -con nombres y apellidos determinados- y, en lo posible, también el lugar donde vivieron éstas personas. A partir de los datos obtenidos se ha hecho un mínimo de teoría, con la cual podemos referirnos a cómo era el abordaje de la locura en la época del virreynato, en el territorio de la actual Argentina. Las ciudades más importantes a considerar son Tucumán, Córdoba y Buenos Aires.

Tucumán en el siglo XVII

Uno de los primeros casos en la época del virreynato fue el de Francisco Maldonado da Silva. Su padre se llamó Diego Nuñez da Silva y llegó a las ciudades argentinas escapando del tribunal de la inquisición de España. Se instaló en Tucumán hacia finales del siglo XVI. Finalmente lo encarceló la Inquisición de Lima, perseguidora de judíos conversos al cristianismo y que muchas veces se quedó con su dinero. También se encarceló a uno de sus hijos, Diego Maldonado da Silva, hermano de Francisco. Fueron salvados de la hoguera por negar todo tipo de relación con el judaísmo, pero no escaparía Francisco. Su juicio duró seis años y en ellos el acusado se dejó crecer el cabello y la barba, cambió su nombre por uno de estilo mesiánico -Heli Nazareno- y mantuvo un ayuno que se prolongó durante 80 días a modo de protesta. Este ayuno lo dejó sordo e inmóvil en su cama. Los registros de la Inquisición de Lima dejaron la siguiente descripción hacia el año 1639: “Dejóse crecer barba y cabello, como los nazarenos, y se mudó el nombre de Francisco Maldonado de Silva en el de Heli Nazareo, y cuando firmaba usaba dél diciendo, Heli Nazareo, indigno siervo del Dios de Israel, alias Silva. Ayunó en las cárceles largos y penosos ayunos, y uno por espacio de ochenta días continuos, comiendo unas mazamorras que hacía de maíz en poquísima cantidad, y estuvo a la muerte y muchos meses en la cama, de que se le hicieron llagas en las asentaderas. (...) Permitió Dios que estuviese ya sordo al principio de las prisiones desta complicidad y que no entendiese cosa della, porque a saber que había presos tantos judíos hubiera hecho diabluras por fortalecerlos, según el celo que tuvo por su ley. Fue relajado a la justicia y brazo seglar, con confiscación de bienes, y quemado vivo”. (1) Esta descripción hecha por la Inquisición fue estudiada por el investigador del CONICET, Fernando Pages Larraya, quien mediante esta detallada descripción ha considerado que Francisco Maldonado Da Silva tuvo una especie de delirio mesiánico, al hacerse pasar por un profeta judío. Murió en la hoguera en 1639, pero sin renegar de su origen judío. Es el único proceso de la Inquisición, iniciado en la Argentina, donde se puede sospechar que una persona con trastornos mentales fue quemada en la hoguera.
Dejando los tribunales de la Inquisición de Lima, el Cabildo de Tucumán también se involucró en varias muertes, donde se sospecha el trastorno mental de las víctimas. En Tucumán, a fines del siglo XVII, se produjo toda una serie de juicios civiles donde se acusó de muerte por encantamiento a distintas personas; los acusados no eran españoles sino generalmente negros o indígenas. En su mayoría eran mujeres. La locura y la brujería fueron relacionadas de distintas formas según el momento histórico. Se acusó de encantamientos a las indígenas Ana Vira (juicio de 1689), Negra Inés (juicio de 1703) y a la India Ana (juicio de 1721). Los tormentos aplicados para la obtención de confesiones, propios del Derecho de Indias, provocaron la muerte de Ana Vira y de la Negra Inés. Cabe aclarar que en estos juicios se hablaba de fenómenos propios de encantamiento y también aparecían otros como la visión de seres fantásticos, demonios, genios o duendes. Estas visiones eran algo completamente condenado por el Derecho de Indias, en el cual la religión cristiana tenía importante peso.
Los juicios civiles de Tucumán dejaron como saldo muchas más muertes que la misma Inquisición.

Córdoba en el siglo XVIII

Ya en el siglo XVIII, la locura empezó a dejar sus primeros registros dentro del ámbito de la medicina. Esto se fue así especialmente en la ciudad de Córdoba, donde se produjo una renovación teórica desde la universidad de la orden jesuita y otra a nivel asistencial, en hospitales públicos a cargo de la Orden Bethlemita. En la universidad encontramos los primeros escritos que hablan de manía, melancolía y trastornos nerviosos. En un principio hay que nombrar la obra de Pedro Montenegro, cirujano y médico que escribió, hacia 1710, un códice conocido actualmente como Materia médica misionera. El mismo es un inventario de alrededor de 250 plantas locales y se puede encontrar referencias a plantas con propiedades para curar la manía (Flor de Eupatorio), la melancolía (Correguela y Nardo) y la hipocondría (Tamarindo). Un segundo nombre importante es el de Thomas Falkner o Tomás Falconer (2), que era un matemático y físico, discípulo directo de Newton. Su obra Descripción de la Patagonia, escrita en 1774 en Inglaterra, relaciona la locura con la brujería, la epilepsia y la confusión sexual de los brujos. Un tercer nombre importante es el del teólogo austríaco Martín Dobrizhoffer. (2) En su obra Historia de Abipones, escrita en Austria hacia 1784, describe rituales de contención para una particular especie de locura de los indígenas Abipones del Chaco. Relata el caso de una familia, donde luego de morir la madre muere su hija de melancolía y el hermano fallece luego con un fuerte delirio. Esta obra es citada por Freud en Tótem y tabú.
Estos brillantes aportes se ven interrumpidos al ser expulsada la orden de sus misiones, en 1767, por mandato real de España.
En el nivel asistencial -de los hospitales-, es destacable también en Córdoba la obra de la Orden Betlehemita, que trabajaba en el hospital-convento de San Roque (en esa época era común que los hospitales fueran conventos). En los registros de esta orden hay dos casos hacia 1762. Uno de ellos es una mujer pariente del doctor Urtubey, que padecía de pasión histérica; otra paciente es una novicia que sufría un síntoma histérico.
Si bien no se había dejado por completo el uso de tormentos, la locura empezaba a tener ya tratamientos a base de hierbas y asistencia hospitalaria.

Buenos Aires hacia fines del siglo XVIII

Hacia finales del siglo XVIII, la locura en Buenos Aires tenía dos vertientes para su abordaje. Una provenía de los bethlemitas y la otra del Protomedicato de Buenos Aires. Los primeros trabajaban en los conventos-hospitales de Buenos Aires desde el año 1750. Se trataba del hospital Santa Catalina, el de la Residencia o de Belén y el hospital de las Lomas de la Convalescencia. En el hospital de la Residencia se encuentra registrado, desde 1818, el nombre de José Caymon, calificado de “dementado”. También estuvo internada en ese hospital convento, hacia 1803, una mujer llamada María, sin apellido. En el hospital de Santa Catalina se encuentra anotado el caso de Vicenta Alvarez, en el año 1822. Finalmente, cabe señalar que el establecimiento de las Lomas de la Convalescencia era llamado “hospital de locos, incurables y contagiosos”. Si bien no se han encontrado nombres precisos de pacientes internados por demencia, un dato importante sobre este hospital -para locos- es que funcionó en el mismo lugar donde hoy se encuentran los hospitales Borda y Moyano.
La locura en Buenos Aires fue abordada, como mencionáramos, también por el Protomedicato de Buenos Aires, un tribunal encargado de otorgar el permiso o licencia para ejercer la medicina. Se han encontrado dos pericias, en las que se diagnostica bajo una nosología “psiquiátrica” (3) de la época. Una corresponde a la realizada sobre María Rafaela de la Moneda. En 1782, se la diagnosticó como un cuadro de manía alternada con melancolía. Se le encontró como causa principal a su afección la ausencia de su marido. En esta pericia se puede leer lo siguiente: “Certificamos que a poco de haber hecho ausencia de esta ciudad, en el año 1779, don Fermín de Noir, oficial real de la Villa de Potosi, fuimos llamados juntos por doña Maria Rafaela de la Moneda, su esposa, a lo que hallamos con los pulsos tardos y pequeños, respiración algo anhelosa, el semblante alterado, quejándose de una pervigilia continua, inapetencia y eritemas, opresión en los precordios y un terror pánico errático(...) degenerando en una melancolía confirmada, y de ésta, en manía, unas veces demens, y con más frecuenica, furens. Hechos cargos en la continua asistencia de la enferma (...) todo su delirio y perturbación eran acordarse de su marido, ya como presente, ya como ausente, ya muerto, y que lo mataban a su vista; juzgamos y asentamos unánimes, prescindiendo de las causas predisponentes, que la excitante de su enfermedad dimanó de la ausencia de su marido y sin que para su curación fuese de algún alivio su venida el año pasado de 1781”. (4)
Otra de las pericias encontradas le fue realizada a Seneximo Bnor. En 1790 se lo diagnosticó con una afección hipocondríaca. Se le recomendó para su cura una nueva dieta en comidas, para cambiar sus trastornos gástricos, y un cambio de residencia a un lugar alejado de la ciudad. En esta pericia se lee: “Sobre la naturaleza de la enfermedad de D. Dph. Seneximo Bnor, Gral. de la R.ta de Tabacos de Chile (...) hallamos un conjunto de simpthomas que forman, y caracterizan un verd.o af.to hipocondriaco (...) Los A. A. q.e han escrito de la materia varian en sus dictamenes, q.do se trata de las causas inmediatas de esta enfermedad. Sydenham decia consistir en Ataxia o confusion de los espiritus animales: El erudito Higmor asegura, que provienen de desarreglo en las funcion. digestivas. Mandeville las atribuie a una chilificacion mal elaborada. Boherhave al humor atrabiliario fixo en el Pancreas, Vaso, Esthomago y partes adjacentes. M.r Pommé al espasmo, eretismo y crispatura del sistema nervioso. El D.or Cheine, Hoofman, Willis y otros son de otro sentir (...) Sentamos, q.e su temperam.to es de los propicios; es de la clase de los biliosos, de una fibra fina, sensible, e irritable, reacciones prontas, de una imaginacion viva, a los que se agrega, que sus primeros padecim.tos fueron exitados por dos concausas muy poderosas q.e unidas a las predisponentes, a su particular constitucion no pudieron dexar de causar esos efectos.” (5) Las dos pericias citadas fueron realizadas por el protomédico Miguel Gorman, máxima figura de la medicina en esos años.
Es importante remarcar que el Protomedicato y la orden bethlemita mantenían su función en los mismos conventos hospitales. El Protomedicato ejercía, en esos lugares, las prácticas para los futuros cirujanos y médicos de Buenos Aires. Pero las dos agrupaciones apuntaban a distintos intereses. En 1822, los primeros médicos argentinos rescataron de los grilletes y tormentos del hospital de Santa Catalina, a la monja Vicenta Alvarez. Los jóvenes médicos le realizaron una pericia: “Que la precipitada religiosa padece una mania periodica con delirios en cuyos intervalos, que son irregulares y mas o menos largos, vuelve a gozar del uso de su razon, quedando solamente en estado exaltado de su sensibilidad, que se deja notar por una suceptibilidad extrema de las impresiones de todo genero y una locuacidad que no es propia de las personas del claustro (...) En una epoca en que se han hecho tantas y tan bellas aplicaciones de la metafisica a la medicina, y en que las enfermedades del espiritu se han estudiado filosoficamente, casi del mismo modo que las del cuerpo, es por demas decir que la razon y la experiencia conspiran a señalar el unico tratamiento capaz de curar a la enferma de que se trata, o al menos de evitar que los ataques, disminuyendo progresivamente sus intervalos, hagan presentarse la mania bajo la forma de continua; tal es el tratamiento moral. Si este debe siempre establecerse aun cuando la mania es producida por causas fisicas, debe adoptarse con preferencia cuando ella es el efecto puramente de morales. Satisfacer sus deseos debe ser la primera indicacion, y la exclaustracion que, como hemos dicho anteriormente, es el objeto de ellos, es el primero y unico medio de llenarla. Además, en sus ataques de mania ha sufrido en el convento tratamientos duros y violentos: a los medios de dulzura, benevolencia y amistad que demanda estos casos una medicina esclarecida, se ha substituido la esperanza, las represiones prolongadas, la carcel, el cepo, etc.” (6) En la exclaustración de la monja, se puede ver cómo la medicina y la orden bethlemita apuntaban a propósitos distintos y también se puede ver uno de los primeros índices de la influencia de la obra de Pinel en Argentina (tratamiento moral). Se trata de un paso previo a la tesis de Diego Alcorta, donde se puede leer claramente cómo la obra de Pinel estaba ya instalada en la psiquiatría argentina.

Conclusiones

Con la mención de estos casos de locura de tiempo del virreynato, se puede pensar que en un primer momento la locura estuvo relacionada al ámbito de la Inquisición y el Derecho Indiano, en Tucumán en el siglo XVII. En la ciudad de Córdoba, en el siglo XVIII, la renovación con un lenguaje propio de la medicina permitió el ingreso de un tratamiento a base de hierbas y una asistencia hospitalaria. Se puede hablar ya de una cura y se va dejando paulatinamente el uso de tormentos. En Buenos Aires, entrado ya el siglo XIX, el abordaje de la locura va asimilando el lenguaje propio de la psiquiatría, primero basado en una nosología psiquiátrica de Sydenham y Willis y luego adoptando la obra de Pinel. Con la entrada de estos autores se abandonaron todo tipo de tormentos. Estos aportes se verán detenidos por veinte años, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires.
Otra consideración importante sobre la locura, es la organización política de las ciudades del virreynato. Tanto es así que los primeros casos relacionados con la locura se encontraron en la ciudad de Tucumán, más cercana a Lima. Hay que recordar que hasta 1778 las ciudades argentinas dependían del Virreynato del Perú, lo cual dejaba a Tucumán en una cercanía de privilegio. La presencia en Córdoba de una universidad, permitió el ingreso de hombres de importante formación en ciencia, tales como Pedro de Montenegro, Tomás Falconer y Martín Dobrizhoffer. Los mismos posibilitaron una renovación en el abordaje de la locura y la investigación sobre plantas locales, entre las cuales se encontraron algunas útiles para tratamientos de la locura. La expulsión de los jesuitas dejó un terreno que fue ocupado por la orden betlemita. Si bien la presencia de tormentos era común en esta orden, en sus hospitales se forma un primer dispositivo para el abordaje con las precariedades del momento. El uso de conceptos como “pasión histérica” está hablando, ya entonces, de que la locura va adquiriendo un lenguaje propio de la medicina. La expulsión de los jesuitas dejó detenido el desarrollo de estas conceptualizaciones en Córdoba, tomando su puesto la ciudad de Buenos Aires. La creación del Virreynato del Río de la Plata, hacia 1778, impulsó un mayor crecimiento de su ciudad capital; también un mayor desarrollo de la asistencia pública en hospitales y la creación del Protomedicato de Buenos Aires. Estos factores llevaron a la introducción de autores propios de la psiquiatría y en particular de la obra de Pinel. Los sucesos de la organización de la Argentina y del gobierno de Rosas, causaron la detención de estos aportes durante casi veinte años.

Referencias bibliográficas

- Beltrán, J. (1937): Historia del Protomedicato de Buenos Aires. El Ateneo. Buenos Aires.
- Dobrizhoffer, M. (1784): Historia de Abipones. Publicado por la Universidad Nacional del Nordeste. Resistencia, Chaco,1967.
- Corbiere, E. (1944-46): La exclaustración de la monja Sor Vicenta Alvarez. En Archivos Argentinos de Historia de la Medicina. Buenos Aires.
- Falkner, T. (1774): Descripción de la Patagonia. Editorial Hachette, 1976. Buenos Aires
- Furlong, G. (1969): Historia Social y Cultural del Rio de la Plata (1536-1810). Tipográfica Editora Argentina (TEA). Buenos Aires.
- Guerrino, A. (1982): La Psiquiatría Argentina. Editorial Cuatro. Buenos Aires.
- Ingenieros, J. (1920): Locura y brujería en la sociedad colonial. Revista La Semana Médica. Primer semestre.
- Medina, J. (1956): Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima (1569-1820). Fondo Histórico y Bibliográfico J. Medina. Santiago de Chile.
- Montenegro, P. (1710) Materia Médica Misionera. Biblioteca Nacional Argentina, 1945, Buenos Aires.
- Pagés Larraya, F. (1991) Delirium. Documentos para la etnohistoria de crímenes y tormentos de naturales en el Tucumán Colonial. En Seminario de Investigación sobre Antropología Psiquiátrica. Buenos Aires. 1991. Año 2. Número 7.
- Pagés Larraya, F. (1988) Locura y Hechicería en la Inquisición del Río de la Plata. En Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina. Buenos Aires.

Notas

(1) Medina, J. (1956): Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima (1569-1820). Fondo Histórico y Bibliográfico J. Medina. 1956. Santiago de Chile. Tomo I. Págs. 131-132.
(2) Hemos incluido ciertos aspectos biográficos de los autores Thomas Falkner y Martin Dobrizhoffer, que aparecerán mencionados en diversos trabajos de esta publicación, en el Anexo A: “Notas biográficas”.
(3) En los trabajos de la presente compilación, se usa el término “psiquiatría” para hacer referencia a ciertas nociones -y clasificaciones- utilizadas por el ámbito médico para el abordaje de la locura y los estados conexos. En ese sentido los conceptos como “manía”, “melancolía” y “epilepsia”, entre otros, fueron elaborados desde los inicios mismos de la medicina en occidente (Vb. Hipócrates). Sobre los orígenes de las prácticas psiquiátricas pueden consultarse las obras de Edwin Ackernet o Paul Bercherie, en las cuales se establece que esa disciplina habría nacido en el período iluminista, ya dentro de la Modernidad.
Del mismo modo, se hace uso del término “psicología” en un sentido general, para establecer referencias a los estudios filosóficos sobre diversos estados mentales. Ellos tienen una historia de siglos, que precede a la constitución de la psicología como disciplina independiente.
(4) Guerrino, A. (1982): La Psiquiatría Argentina. Editorial Cuatro. Buenos Aires. Págs. 23-25.
(5) Beltrán, J. (1937): Historia del Protomedicato de Buenos Aires. El Ateneo. Buenos Aires. Págs. 255-261.
(6) Corbiere, E. (1944-46): La exclaustración de la monja sor Vicenta Alvarez. En Archivos argentinos de historia de la medicina (1944-46). Buenos Aires. Págs. 109-113.

2 comentarios:

Mozart´s Tourism dijo...

Desculpe. Pero ¿No es locura lo que hicieron con ese pobre hombre en sus días?. Le sacaran su padre, le dejaron en la miseria y ustedes analizan "casos de locura en los tiempos del virreynato". ¿Por qué no cambiar por locuras y abusos del tribunal del santo oficio? Nadie tiene derecho de violar la conciencia de las personas.....No eran locos, eran molidos por los elementos de tortura de santa inquisición.

Mandragora dijo...

LOCO???
FRANCISCO MALDONADO DA SILVA, LOCO?
perdón que se lo diga, pero lo que aquí se está proponiendo es una verdadera locura...
Él fue un hombre que se mantuvo fiel en su fe, al que desprendieron del lado de su mujer embarazada y su hija pequeña, traicionado por su hermana y su amigo sacerdote...
He leído su proceso, y en él jamás se dijo que tuviera visiones o algo por el estilo, lo que sí se dice es que justo después de que se le leyó su condena, hubo un viento fuerte y recio que rompió las telas justo donde él estaba y le dió la luz... él dijo algo así "estoy lo ha hecho el Dios de Israel para verme cara a cara"...