viernes, 16 de febrero de 2018

Viñeta clínica 1: Guillermina de Oliveira Cézar (de Wilde)



Hay mucha mitología sobre la historia de Guillermina, con el paisaje de Tucumán de trasfondo, muchos de los que participan de esta historia fueron tucumanos. Llegué a su nombre leyendo a Felix Luna, quien ha basado una historia con el chisme de un doctor. Según este testimonio fue atendida por Charcot en Francia. Con ello se suma a la lista de pacientes argentinos atendidos por médicos psiquiatras célebres, acá se incluye a Cornelia Zubiaurre atendida por el dr Janet. Luna escribió en extenso sobre Roca, y en particular le interesó su amante rusa. Guillermina fue mujer de Eduardo Wilde. Dice Felix Luna en un capítulo de su novela “soy Roca”.

“Parece que su mujer (de Wilde) contaba con su gracia un poco cínica. Parece que su mujer empezó a sufrir sofocones y repentinas vehemencias que alteraban su temperamento. Entonces Wilde decidió consultar a quien era el maestro de los maestros de París, el célebre doctor Charcot. El sabio examinó cuidadosamente a la enferma, y después de terminar su tarea, llamó a Wilde y profirió su diagnóstico magistral:
- Monsieur, il faut marier votre fille…
Cuando los Wilde reaparecieron en Bs As, quedé sorprendido por la transformación de Guillermina.” (299). Soy Roca. edit sudamericana.(1989).1990

¿Quién la trata es el Charcot mismo o su hijo (que luego pasa cerca de Argentina)?¿Trató el hijo de Charcot a Guillermina en su visita a Argentina?¿Porque Charcot dice que debe casar a su hija? ¿Habrá supuesto que es su hija y no su pareja? Igual parece ser que la diagnostica como un caso de histeria. Esto debe ser luego del viaje del matrimonio a Europa.

Charcot y la Argentina
Hay noticias de la visita del hijo del doctor Charcot, en el buque "Pourquoi Pas?", a la Argentina en 1908. Hay un informe de la revista de Caras y Caretas, donde se ve el barco anclado (Caras y Caretas del 19 de septiembre de 1908)  El "Pourquoi Pas?" llega a Buenos Aires en una misión científica. El  Dr. Charcot luego vende el Velero "Francaise" a la Armada Argentina. Quizás venga este barco, porque en el Octavo Congreso Internacional de Geografía de Bélgica están por Argentina los Drs. Wilde y Otto Nordenskjold y el Teniente de Fragata Argentino Dn. Otto Maveroff.     




Guillermina de Oliveira César
Fue una mujer admirada, codiciada y discutida en el Buenos Aires de su época. Es una de los 15 hijos de Ramón y de Ángela Diana y Goyechea, considerable terrateniente con estancia próxima al Tigre. Ella era la hermana de Ángela Oliveira Cézar, mujer única en su época por lograr emplazar el Cristo Redentor en medio de los Andes y del escritor y político Filiberto de Oliveira Cézar. Pertenece a una buena familia,  pasa sus veranos en el Tigre con muchos hermanos y el padre piensa que Guillermina no está preparada para nada, ni siquiera para amenizar una tarde entre amigos tocando el piano.
Guillermina estudió en el Colegio Americano de la calle Reconquista 4 conducido por Mary Elizabeth Conway, una de las maestras que trajo Sarmiento de los Estados Unidos. Los Zapiola, los Ortiz Basualdo, los Martínez de Hoz mandaban allí a sus niñas.
Tenía 15 años cuando se casó con Eduardo Wilde, él tenia 41. Guillermina nunca tuvo hijos. Eduardo Wilde era, por entonces, ministro de Justicia, Culto e Instrucción.


El doctor Eduardo Wilde, que es el de la estación de trenes, tenía cara de vikingo, con bigote y barba, rudo, ya había enviudado, y Oliveira César, uno de sus pacientes, le dijo: ‘¿por qué no se casa con una de mis hijas?’. A él le pareció bien la idea, se casaron.
Eduardo estaba encantado con la niña. Tanto que -según la catoliquísima Isabel Molina Pico- llevaba a sus compañeros de brandy y cigarros a mirar cómo dormía, como un ángel. Quién sabe si Roca fue uno de los aventurados que caminó el dormitorio matrimonial de puntillas.
El presidente de la República, Julio Argentino Roca, fue el padrino de la ceremonia. El caso es que no le prestó demasiada atención a la adolescente. Con el tiempo, Guillermina –que primero iba al teatro Colón y se embadurnaba los dedos con chocolate porque era muy infantil- empezó a crecer y desarrollarse, y entonces el gran amigo de Wilde, Julio Argentino Roca, murió de amor por ella. Guillermina cumplió los veinticinco. Roca no necesitó forzar límites, ella no los puso. Tampoco su amigo Eduardo, al parecer. La relación, no tan clandestina, duró varios años. El trío era la comidilla del tout Buenos Aires.




Los esposos se van a Bruselas, fin de las habladurías, ¿renuncia al amor de Guillermina? Hay un reencuentro pasional en Buenos Aires, cuando Guillermina viaja sola al entierro de su padre; a partir de ese momento, nuevamente la separación, Guillermina regresa a Bruselas.
Cuatro años más tarde, Wilde muere en Bruselas; las malas lenguas dan por sentado que Guillermina viajará a reunirse con su gran amor, sin embargo, ella no está dispuesta a aceptar el escarnio social, conociendo como conoce las habladurías que esa relación había desatado en la sociedad porteña.
Guillermina, tal como lo preveía Eduardo, puede vivir sola, a pesar del terrible momento por el que atraviesa Europa en plena guerra mundial, guerra desatada por intereses espurios entre las grandes potencias. Actúa en la Cruz Roja en Bélgica y es condecorada por su labor en Francia.


Cuando regresa a la Argentina, en 1920, muchas cosas han pasado; Julio Argentino Roca ha muerto en 1914 y había compartido sus últimos años con la rumana Hellene Gorjan, en su estancia La Larga.
Se interesó por la asistencia social de las minorías desfavorecidas, creó una escuela de enfermeras, integró la Sociedad de Beneficencia y en 1921 organizó la Confederación Nacional de Beneficencia.
Guillermina publica las obras completas de Eduardo Wilde y dona los derechos a la Universidad de Medicina para que lo destine a un premio anual en nombre de su marido.
Guillermina falleció el 29 de mayo de 1936.


Eduardo Wilde
Nació en Tupiza, Bolivia, el 15 de julio de 1844. Fue Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Director del Departamento Nacional de Higiene, etc. durante los gobierno de Miguel Juárez Celman y de Julio A. Roca; con este último habían sido condiscípulos. Fue paladín del laicismo, suprimiendo la enseñanza religiosa de las escuelas públicas. Fundó el colegio Nacional de La Plata. Tuvo una participación directa y riesgosa durante las epidemias de cólera de 1867/68 y de fiebre amarilla de 1871. Ejerció la docencia universitaria y el periodismo como director y redactor de La República. Estuvo al frente de las embajadas en Estados Unidos, España y Bélgica.
Eduardo era hijo del Coronel Diego Wellesley Wilde y nieto de Santiago Wilde, ambos ingleses y sobrino del Dr. José Antonio.
La madre de Eduardo fue Visitación García, tucumana, hermana de Fortunata, la mujer que en 1841, se colocó en la historia de su provincia, como una Antígona criolla, pues tuvo el coraje de quitar la cabeza de Marco María Avellaneda de la pica en que estuvo expuesta durante dos semanas en la plaza principal de la ciudad.
Es viudo, médico, escritor, intelectual, con gustos exquisitos, le agrada la ópera y viajar por el mundo y, por si fuera poco, ocupa cargos de gobierno expectantes como ser ministro de Justicia e Instrucción Pública de Julio Argentino Roca en su primera Presidencia. Cuando pide la mano de Guillermina (costumbre ya perimida), promete a su padre convertirla en un ser culto y refinado. Para Eduardo, contrariamente a lo que se piensa en la época,  la mujer debe cultivarse en todas las áreas y cree que una mujer cultivada, dueña de sí misma, puede independizarse totalmente del hombre.
Escribió de su obra Ricardo Rojas: “El ingenio de Wilde es, a veces, simple malicia socarrona de provinciano aporteñado, aunque ciertamente, malicia superada por la cultura y refinada por el ingénito sentimiento del arte”.
Florencio Escardó en su enjundiosa biografía crítica agrega: “En Wilde escritor es imprescindible discriminar otros valores fundamentales de su obra, sin que ello implique minoración u olvido de su humorismo. Su fondo de ternura es incuestionable, salta a cada rato en sus páginas menos tiernas y alcanza el límite de lo sublime cuando se lo propone directamente.”  La primera edición de la biografía escrita por el Dr. Escardó denunció la cesación desde 1933 de la entrega del Premio Wilde e ironiza que fue “por falta de fondos”. El albacea apareció y aclaró que “los fondos estaban en el Banco de la nación, sin que la Facultad, ni la Universidad ni el albacea se hubiesen inquietado que no funcionaran a los fines de previstos.”
En Bélgica, murió el 5 de setiembre de 1913.

Un trio, menage a trois, con el presidente Julio Roca
A Eduardo Wilde se le atribuye el dicho de “los cuernos son como los dientes; duelen al salir pero ayudan a comer.” Wilde que no era ningún tonto, jamás abrió la boca. Las revistas de aquella época se burlaban de Roca por este affaire. El romance prosiguió a pesar de los ataques políticos furibundos que recibió en aquel momento.
A los coraceros, que eran la escolta presidencial en aquel entonces, se les llamaba los guillerminos porque eran comandados por el hermano de Guillermina, a quien Roca había nombrado saltando los formalismos.
Wilde parece no reprochar este amor, Julio sigue siendo su amigo y Guillermina su incansable compañera de viaje. Sin embargo, los amantes se separan y es Roca quien lo decide. Presidente por segunda vez, no puede prestarse a los chismorroteos sociales.
Julio Argentino Roca era un adúltero notorio. Hacia 1894 su amante era Guillermina. Su amante más famosa fue la escultora Lola Mora, una joven y hermosa artista tucumana, huérfana, de buena familia, con fortuna propia, fogosa y escandalosa.
En su vida amorosa también hace honor a su apodo. De sus amoríos con Ignacia Robles en Tucumán ha quedado una hija, Carmen Roca; se casa con la cordobesa Clara Funes y fruto de esa unión es su hijo Julio Roca, pero sigue siendo un conquistador.
 “No deseo nada, sino lo imposible; no querría ser el hombre más poderoso de la tierra, lo que tal vez desearía es ser joven, sano, buen mozo, amado de una mujer joven y linda, queriéndola mucho a mi vez y contando con su fidelidad. Como eso es imposible, sobre todo lo último, no tengo que hacer nada en este mundo ni en el otro, puesto que no lo hay.
(Carta de Eduardo Wilde a Julio Argentino Roca. 13 de setiembre de 1909)
Para Wilde aceptar no significa no sufrir, la carta que escribe a su amigo, así lo demuestra.
Esa es la razón que a Roca lo lleva a tomar la decisión de enviar a Eduardo primero a Washington y más tarde a la legación argentina de Bélgica y Holanda. El presidente comprendió que había que darle un corte al asunto y mandó al matrimonio Wilde a recorrer el mundo en diversas misiones diplomáticas. Pero las burlas no cesaron, al contrario. La cosa pasó de castaño a oscuro cuando Caras y Caretas publicó una caricatura en la que Figueroa Alcorta criticaba la designación de Wilde en Holanda. Roca le contestaba: “Confío en que ha de serle grato a Guillermina”. Era un juego de palabras: la reina de Holanda también se llamaba Guillermina, más exactamente Wilhelmina Helena Pauline, princesa de Orange-Nassau.


Ni siquiera lejos fueron discretos. En 1899, Roca viajó a Brasil con el propósito de dejar a Chile sin un eventual aliado. En la nutrida comitiva viajaba Enrique García Mérou, que le escribió a su hermano: “Desde que salimos, todos vimos que Wilde era el personaje predilecto del presidente, cosa chocante porque todos han dado en decir que Roca tiene una pasión senil por Guillermina y que los errores de su gobierno responden a un principio de reblandecimiento. Será calumnia, pero las apariencias son terribles, pues los tres personajes del enredo parecen empeñados en no producir un solo acto que no justifique la maledicencia. En el palacio Catete, Roca tenía alojamiento preparado para sus ministros y secretarios. Despidió al secretario para poner en su lugar a Wilde…”

¿Qué lleva a Wilde a ofrecerse como marido y educador de Guillermina? ¿Acaso la soledad? En Guillermina se mezcla la inocencia y el interés por una vida más plena. Quizás la entusiasme la idea de viajar, de aprender, de convertirse en alguien importante, como Eduardo, que parece saber todo de todo, que disfruta de una ópera, del teatro o escribiendo cuentos y artículos para la prensa.
Parece más bien un intercambio de intereses: yo te educo, tú me acompañas en mis viajes.Wilde cumple acabadamente con la promesa que había hecho; Guillermina es tierra fértil, joven, inteligente, todo lo absorbe: la belleza de los museos, la ópera, el teatro, los idiomas, puede hablar perfectamente francés, discutir con el embajador en inglés; las horas que Eduardo ha dedicado a su educación han dado su fruto con creces.
Guillermina también cumple, acompaña a su esposo por el mundo, pero el corazón tiene su propio ritmo y será el gran amigo de Wilde, Julio Argentino Roca, el que despierta el amor y la pasión en Guillermina.
¿Por qué remplazó al hombre que todo lo sabía por el que todo lo podía? ¿Habrá logrado Guillermina ser dueña de su propio destino? A juzgar por lo sucedido, parece ser que al final de su vida fue dueña de su destino; Wilde se impuso después de muerto.
La acusación de Luna al insinuar que queda histérica sin verlo a Roca, suena exagerada.
Guillermina es un caso digno de la clase media alta que va a los frenopáticos argentinos, pero no hay datos si ha estado internada en alguno de ellos.
Una tarea sería ver si Charcot escribió sobre ella en algunos de sus casos clínicos, e incluso no sería sorprendente que la hayan visto con el mismo Freud.
Roca sigue acumulando acusaciones, muchas de ellas se hicieron estando aún vivo, además de acusársele de ser un dechado de todas las aberraciones y psicopatías (violento, asesino, discriminador), se incluye en ellas las de una pasión por una demencia senil.

lunes, 5 de febrero de 2018

Conversaciones con Manal - La Pesada del Roncaroll



Veía los discos vinilos de la Pesada de Rocanrol en disquerías especializadas, eran difíciles de conseguir en los noventa, luego compré un mp3 en Parque Rivadavia, escucho todos esos discos bastante seguido, ahora a la distancia, con los recuerdos, aprecio a este grupo mucho más, y un par de anécdotas con ellos están en mi memoria.
Ricardo Mollo dice que el primer show de rocanrrol en el oeste que vió, fue el de ellos (Pesada), el bajista Alejandro Medina dice en reportaje que a los shows por esa zona, tenían que ir con armas.
En primera semana de octubre de 1993, en la Federación de Box, de la calle Castro Barros, recuerdo al Cufarrón diciendo, “como no lo vas a conocer, él estuvo en la Pesada del Rocanrol, es Pinchesky”, estaba anunciado Gabriel Carámbula en panfleto, no fue, Papo tampoco.
En otoño de 1994 en Die Schule, nos cruzamos a Javier Martinez, el baterista y cantante, el Cufarrón diciendo, “él es el de la Pesada del rocanrol”, tenía un vaso en la mano, ante la pregunta sobre qué opina del grupo luganiense las Rubias de Hong Kong, nos dice, “a nosotros nos gusta todo lo que sea rocanroll”,  le dice el Sahumerio Saul, “anda, tomatela, vos tenés un pedo bárbaro”, a ese lugar fueron los cristobrerienses y vietenses, como yo, “Pepe y Pepe”, en ese lugar a mi campera escribieron con birome “de Beatles”.
En 1996, en Boedo 600, en Cocktail rock, esta pequeña historia que ya le comenté a mi hermana Mónica, ella me dice “ese tema me suena, es de mi época”, ahora la historia, preguntando por la gente del grupo de Pies Ligeros, me atiende una especie de portero - patovica, me dice “Gardi Pays está en la especie de camerino”, me lleva cerca con la gente de Pies Ligeros, luego a este mismo señor lo veo en arriba del escenario con el bajo, comprendo que él es Alejandro medina, se presenta con su mujer, impresiona su voz fuerte, los oyentes no éramos más de 5 personas, tengo grabado todavía algo de ese día.
Según conocidos a Javier Martinez lo vieron en el Samovar tocando solo.
En el tema “Mágicas ruinas”, canción que recuerdo siempre que veo alguna ruina antigua, Medina toca solo y canta. La versión del disco en vivo es la mejor.
En 1996-7, Cufarrón, y Hongo están en la sede del Frepaso en Lugano I y II, se presentaron como concejales, les comento la idea de verlo a Alejandro Medina en Punta Liniers, lugar donde fuimos bastantes veces, “a el Cufarrón no le gustó la idea para nada”, me dice el Hongo, Punta Liniers, se encuentra al lado del porno caberute, ahí creo toco también Alambre y la doble Nelson, no recuerdo si lo vimos.
Después del show, le digo al Cufarrón, “se me ocurrió recién un tema, “no hay que tener una pija de metro y medio, ni relojes de medio millón”, el Cufarrón dice, “contaselo a él”, Alejandro M estaba en la mesa de al lado. El Cufarrón hace como que le toca el culo a Medina, metiendo el dedo en el espacio entre los cachetes, todo ello sin él darse cuenta, yo lo miro como diciendo “uhhh, eso es muy mucho”, Iose Crocit contó que en el baño (Alejandro M), “preguntó si alguien le podía dar un saque gratis”.
Falto conocer a Gabis, por suerte no asistí a su curso de guitarra gratuito en la Usina del arte.
En agosto de 2017, me lo crucé a Javier Martinez cerca de Congreso, estaba en un bar, en su habitad natural, considerar lo que dice sobre los boludos que se las saben todas, que están en los bares, lo vi tras de un vidrio, le hice un gesto de tocar baterías, el hi-hat, mira y hace como que aprueba el gesto.