jueves, 24 de octubre de 2019

Francisco Musitani, el piantado vestido de verde de Chivilcoy

De cuando un cronopio reconoce a otro, Cortazar y Musitani.

 

Recuerdo hacia mediados de los noventa, leía en una revista de domingo, un artículo sobre Cortazar, que hablaba sobre un loco obsesionado con el verde, desde su ropa hasta su casa. Como usualmente vuelve a mi memoria este dato, lo busqué. Se encuentra enLa vuelta al día en ochenta mundos”, de 1967, homenaje de Cortázar a su tocayo Verne. Allí tiene páginas memorables dedicadas a los "piantados". Habla de dos piantados o según él, cronopios.
Dice Cortázar, como introducción-título de la crónica "Los piantados y los idos": " Del gesto que consiste en ponerse el dedo índice en la sien y moverlo como quien atornilla y destornilla". Y en ese capítulo habla de cronopios:
“Para entender a un loco conviene ser psiquiatra, aunque nunca alcanza; para entender a un piantado basta con el sentido del humor.
Todo piantado es cronopio, es decir que el humor reemplaza gran parte de esas facultades mentales que hacen el orgullo de un prof o un doc,
cuya sola salida en caso de que les fallen es la locura, mientras que ser piantado no es ninguna salida sino una llegada. [...]”
El primer cronopio que habla es:
 “Pruebas al canto: Viene y dice usted es Marco Polo no le digo sí que es me dice y cómo lo sabe le digo por ese paquete que lleva en la mano me dice no veo relación le digo yo sí me dice a ver le digo Marco Polo importó los fideos me dice y entonces qué le digo usted lleva un paquete de fideos me dice pero esto no es un paquete de fideos sino de azúcar le digo usted está loco me dice el loco es usted le digo no señor usted es el que está loco si no sabe que es Marco Polo me dice.
Este diálogo velocísimo ocurrió en la esquina de la rue Blomet y la rue des Favorites y coincidió con una de mis épocas más porosas, me bastaba salir a la calle o abrir una carta o levantar el tubo del teléfono para que ahí no más se me descolgara un piantado.
Y un segundo cronopio es el hombre de verde:
“ En mi juventud conocí a unos cuantos, pero siempre de lejos, muy serio, sin darme, en aquel entonces yo también por pura delicadeza iba perdiendo mi vida, me quedaba obstinadamente en la cordura (sigo, pero siempre como de vuelta, asombrándome). En esa época en que iba conociendo de lejos a algunos piantados, irrumpe por derecho propio don Francisco Musitani, que vivía en el pueblo de Chivilcoy y amaba de tal manera el verde que su casa lo estaba íntegramente y para más seguridad se llamaba "La Verdepura"; su santa esposa y apabullados hijos andaban vestidos de verde como el jefe de la familia, que cortaba y cosía personalmente la ropa de todos para atajar cismas y heterodoxias, y que se paseaba por el pueblo en una bicicleta verde en cuyo manubrio, si recuerdo bien, había entre cuatro y siete campanillas y cornetas de diferentes tamaños, sonidos y finalidades (para la esquina, la media cuadra, la vereda de los pares o los impares, la plaza, el domingo, etc.). Don Francisco Musitani tenía en el banco una barbaridad de plata que había ganado vendiéndoles fonógrafos a los paisanos en la época en que las victrolitas His Master's Voice iban imponiendo literalmente su marca de fábrica en la economía rural argentina. Armado de victrolas con bocinas infaltablemente verdes, nuestro amigo recorría las estancias en un sulky verde tirado por un caballo verde; este caballo, víctima de la misma pasión que llevó a Leonardo a dorar a un niñito para una alegoría en casa de los Sforza, no tardó en morirse por asfixia cutánea o como se llame: en mi tiempo quedaban aún testigos de su paso por los ranchos y de la acentuada estupefacción de los paisanos.
Gran piantado, Don Francisco era consecuentemente genial. Así, al construir "La Verdepura", decidió que un acentuado declive desde las habitaciones del fondo hasta la calle simplificaría enormemente las labores de limpieza a cargo de su esposa; bastaría así echar un balde de agua en el fondo de la casa para que este dócil elemento se volcara en la calle llevándose todas las pelusas (verdes). Y no es por nada que he citado las pelusas: Don Francisco odiaba las panaderías que acondicionan el pan en bolsas y sacos pues sostenía que las pelusas de la arpillera ponían en peligro la salud popular. Todos los años, los muchachos del Colegio Nacional le pedían para la fiesta de fin de curso una conferencia sobre los peligros de la pelusa, y Musitani se presentaba con su mejor traje verde y varios panes contaminados que exhibía ante un público que creía vengarse así de una excentricidad que lo desasosegaba. Asistí a la conferencia de 1942, vi cómo se fabrican las buenas conciencias colectivas; aquel piantado, tan solo frente a la horda de cuerdos satisfechos y de chiquilines ya embarcados en la recta vía, tenía algo de heraldo absurdo, de botella verde que flota en la orilla con su mensaje que nadie entenderá porque no ha sido escrito con la mano derecha y tampoco con la izquierda. Y, claro, ellos lo aplaudían con las dos.” 





martes, 3 de septiembre de 2019

De Giovanni Papini, el poeta loco (en “Pasado remoto”, 1948.)


Leyendo el primer tomo de la obra completa de Giovanni Papini, encuentro la singular personalidad del poeta Dino Campana, que ha estado en la Argentina, poeta y músico de la marina.


EL POETA LOCO
(de Giovanni Papini, en “Pasado remoto”, 1948.)

Hoy día se habla mucho del poeta Dino Campana, y en torno a  su escasa obra se lleva a cabo un cuidadoso trabajo; ediciones críticas, publicación de inéditos, estudio de variantes, ensayos exéticos y biográficos, tesis de doctorado. Como fui el primero que publico cosas suyas en Lacerba y el primero en hacerlo figurar en una antología, quiero decir como lo conocí y que imagen me queda de él.
Escribió a Lacerba en el año 1913, y Soffici y yo nos dimos cuenta en seguida de que no era uno de tantos desconocidos pretenciosos vestidos de falsa humildad que envían sus eyaculaciones verbales a las revistas. El primer encuentro con él tuvo lugar una mañana de verano en el pequeño café Chinese, que estaba cerca de la vieja estación derribada. Nos encontramos ante un hombre todavía joven, con el aspecto un poco desmañado del gañan en la ciudad, de miradas huidizas, ya cándidas como las de un niño, ya desconfiadas como las de un perseguido. Hablamos de poesía y nos dio algunos manuscritos suyos. Comprendimos que había rodado mucho por el mundo, más por la desesperación que con afán de busca, y que, conocía bastante la moderna poesía francesa. Comprendimos, sobre todo, que era un enfermo del espíritu no solamente atacado por el sagrado morbo de la poesía. Pero nosotros, en aquel tiempo, preferimos mucho más a los locos a los sanos, de manera que pusimos buena cara a él y a sus torturadas prosas.
Supimos que había nacido en Marradi, hijo de un pobre maestro de escuela, que también él había estudiado para maestro; que se había escapado de su casa y del pueblo, llevando la vida del nómada andariego y soñador; que había transcurrido un cierto tiempo en Francia y en Argentina.
Más tarde fue a vivir a Florencia y nos encontramos a menudo en el café o por la calle. Tenía una constante necesidad de salir de casa, paseaba día y noche, especialmente a lo largo del Arno, y pasaba horas y horas sentado en los parapetos del rio. A veces buscaba la compañía de la gente, a veces la rehuía y miraba mal a quien se arriesgaba a turba su soledad. Había días en que se apasionaba hasta blando de sí mismo y del arte, saltando gustoso de rama en rama; otros días estaba mudo y absorto, desconfiado e inabordable. En las discusiones solía ser violento y casi amenazador. Raramente reía, y su risa era triste a y a flor de labios. Casi siempre estaba malhumorado y preocupado, como si quisiera desmadejar un ovillo duro y no consiguiera encontrar el cabo.
Solía ir a las Giubbe Rosse, al Paszkowski y al Gambrinus, y ofrecía en venta su librito de Canti Orfici, pobremente impreso en Marradi. Pero antes de entregar el librito al comprador lo miraba a la cara, luego hojeaba el volumen,  arrancaba algunas páginas.
-Estas -decía- no son adecuadas para usted,  es inútil que las lea.
Es más, me acuerdo que el ejemplar que vendió a Marianetti arrancó casi todas las páginas.
A mí me dio, en cambio, un ejemplar intacto, con una dedicatoria.
Demostraba importarle mucho la dedicatoria all’ultimo dei tedeschi (1) que está al final del libro, y nunca he comprendido bien su extraña admiración por Alemania. Tal vez se imaginaba ser de origen nórdico, y de hecho, con su barba rubioleonada  y sus ojos azul celestes, parecía más germánico que mediterráneo. Sabia bastante bien el alemán y yo, para ayudarle, le había dado para traducir una obrilla filosófica para la Cultura dell’anima, dirigida por mí. Pero no se decidía nunca traérmelo. Afirmaba, sin embargo, que lo había terminado, y un día, para convencerme, subí a la habitación donde vivía. Acorralado por mí, sacó un paquete de cuartillas escritas, pero con gran maravilla por mi parte, la mitad inferior de las hojas estaba quemada, y la superior ennegrecida por la llama. Me dijo que había arrojado al fuego el manuscrito y que, luego lo había recogido, medio quemado, para demostrarme que no había dio mentira, pero que no quería rehacer ni publicar aquella traducción.
A veces le invitaba a comer en mi casa, con tos amigos, pero solía llegar tardísimo, cuando ya nos habíamos levantado de la mesa, y no quería aceptar nada, a pesar de mis ruegos y de los de mi mujer. Decía que se había acordado demasiado tarde de la invitación y que había venido solamente para darnos las gracias.
De vez en cuando volvía a su pueblo, tal vez porque no conseguía acostumbrarse a vivir en la ciudad, o por otras razones. Una vez  me escribió desde Marradi para pedirme unos manuscritos suyos que decía haberme entregado. Le contesté la verdad, es decir, que no tenía nada suyo y que recordara mejor a quien se los había dado. Entonces me escribió otra carta furibunda, en la que me anunciaba que volvería a Florencia con un acuminato coltello para llevarse, por las buenas o por las malas, sus preciosos escritos. Yo le repliqué que viniera si quería y que le esperaba tranquilo porque a mí no me los había entregado  yo no podía restituirle lo que no tenía. Pero luego no hizo nada y, pasado un tiempo, se dirigió de nuevo a mí para que le encontrara toda costa un empleo, para librarse de un lazo que le resultaba odioso. Por desgracia, yo no tenía ningún puesto para ofrecerle y no hubiera sido fácil encontrar uno para un hombre tan inquieto y extravagante.
Durante bastante tiempo no supe nada más de él, y no se dejó ver. Supe después, con dolor, pero con asombro, que en 1919 había sido recluido, como enfermo peligroso, en el manicomio de Castelpulci, donde murió en 1932. La piedad de algunos admiradores suyos – entre los cuales, el primero, Piero Bargellini- le proporcionó un digno sepulcro en la iglesia de la Badia, en Settimo. A la inauguración de este último asilo del poeta loco asistía el ministro de educación nacional, Giussepe Bottai, en medio de una turba de literatos de todas partes y escuelas.
Yo, como he dicho, publiqué de nuevo algunas páginas suyas en la antología de los Poeti de’oggi, aparecida en 1920, cuando Campana estaba todavía vivo, porque me parecía que su poesía, aunque desigual y fragmentaria, tenía un singular significado propio y merecía no ser olvidada. Pero confieso que no esperaba la infatuación de estos últimos años alrededor de su obra.
Dino Campana tenía indudablemente algunas de las cualidades que hacen al poeta: una sensibilidad un poco turbia e insana, pero que palpaba al modo más allá de lo convencional; una fantasía nostálgica que, a veces, se manifestaba en resonancias desusadas; una sorda angustia, que raramente conseguía liberarse en un grito inspirado. Pero, según creo, le faltaban demasiadas y, principalmente aquella conciencia y dominio de sí mismo que únicamente permite llegar a  la feliz afirmación del canto. Había en él muchos acordes, acordes más sugeridos que victoriosamente expresados, pero no había nunca la plenitud espiritual de la música, raptora de las almas.
Pero estos mismos defectos, que se debían a su desorden mental, han parecido, en un tiempo que han olvidado la genuinidad de la poesía perenne, señales y caminos de una nueva experiencia poética.
A los herméticos italianos les gustaba tener un precursor que no fuera, como los demás, francés o inglés, aunque en Campana sean visibles las influencia de cierta lirica germánica o gálica. Y al éxito de la obra de Campana han contribuido, además, otras razones exteriores; el recuerdo de su vida errabunda y misteriosa; su final hundimiento en la locura. Italia, que tuvo grandes poetas pero es pobre en poetes maudits, se sintió satisfecha de tener un indígena al alcance de la mano, facsímil de Hölderlin, el fugitivo enloquecido; de Rimbaud, el errante frenético. Dino Campana quedará, creo, en la historia de nuestra poesía del siglo XX, pero, pasadas las manías de la moda, en un rincón bastante más apartado del que quisieron asignarle los aficionados (2) de nuestro días.

(1) al último alemán.
(2) en español en el original (N.del T.)

Notas para una cronología con óptica de género en Argentina

Para ser presentado en Universidad de Palermo, Buenos Aires, el 11 de junio de 2019

 Desde los pueblos “bárbaros” argentinos: en los idiomas, en guaraní, mapuche, no recuerdo que así sea en quechua, los astros principales son mujeres, a diferencia de los astros en griego, se dice la sol, el luna, se explicó en el siglo XIX, que eran rastros de un antiguo matriarcado, según un feminismo de la igualdad, el matriarcado no existió ni existe, pero si existe el patriarcado, en cambio, el feminismo de la diferencia no desestima la posible existencia de un antiguo matriarcado.



Hay mitos antiguos con mujeres de protagonistas, Zapacundún, mujer dotada de pechos enormes, que seduce hombres y los mata. Existe el mito español de la mujer de apellido Maldonado, durante la fundación de las ciudades de Buenos Aires, que abandonan atada a un árbol para que se la coma un tigre, pero una tigra que ella había ayudado previamente, la defiende y evita su muerte, de allí el nombre del arroyo.

Hay tres leyendas actuales, de raíces virreinales, con mujeres como protagonistas; la Chancha con cadenas, (mujer marrana), 

el alma mula, o la mulánima, (que es la mujer frailera), 

el mito del pájaro Cacuy (mujer incestuosa con su hermano convertida en pájaro), y la versión del mito de Psique, de origen puelche.

Existen diferentes registros de procesos de brujas sea por la Inquisición, a mujeres blancas, como en el Derecho de Indias, a mujeres mestizas.

Juan Ramírez de Velazco, en aquel periodo de fundación de ciudades argentinas, mandó “detener a 40 hechiceras o brujas para que sufran el castigo de ser quemadas vivas” con el propósito de que sirva de publico escarmiento.

Hay causas desde el Derecho de Indias con protagonistas mujeres mestizas e indias. Una causa de embrujamiento del año 1715, contra una india llamada Lucrecia, acusada de emplear filtros secretos o hierbas venenosas en perjuicio de rivales de su sexo, todo esto ocasionado por unos "celos apasionados". Según consta en las diligencias de este juicio producido en Santiago del Estero, Lucrecia fue condenada a destierro o confinamiento por toda su vida en el Fuerte de Balbuena.

En otro proceso del año 1761, en Santiago del Estero, se acusa de hechicería a las indias Pancha y Lorenza, quienes con la aparente ayuda de arañas, gatos, espinas, ataditos de "jume fresco" y polvos de tártago provocaban muertes e hinchazones de barriga.

Angela Carranza, es un ejemplo de mujer que lee y escribe, fanática de libro de caballerías, y relacionada con frailes agustinos, esto es pleno siglo XVII en Córdoba del Tucumán.

Se encuentran varios procesos a travestistas en la Inquisición, en el derecho de indias es llamada la homosexualidad como delito nefando y condenada severamente,  de igual manera es condenada por Martín del  barco centenera, acusando a indios guaraníes de participar de este vicio, se encuentran brujos travestis en los relatos del jesuita Falkner, que los califica de enfermos epilépticos, fray Castañeda se toma en solfa así mismo, y representa así mismo como a una mujer en doña Retazos, obra de fama internacional, Rosas y su hija se travisten para huir del país.




Hermandad de la caridad, primeras mujeres que participan de lo público, en educación y en asistencia a menesteroso, escriben cartas.

En relación a abortistas, esto está en relación con Hermandad de caridad, con la muerte a la intemperie de recién nacidos, también se recuerda que en “venas abiertas de América Latina” se detalla como los españoles lanzaban niños indígenas como alimentos a sus perros.

En la obra de Concolorcorvo, cerca de los inicios del virreinato del Río de la Plata, se encuentra una mujer particular, señalada como loca, cuyo signo característico es de tener el  pelo muy largo, esto ha sido analizado brevemente por el doctor Pages Larraya, en esta misma obra, “el lazarillo de los ciegos caminantes”, se encuentra una payadora mujer, cuyas estrofas dicen;   “Eres una grande porra, sólo la aloja te mueve, y al trago sesenta y nueve da principio la camorra.”

Rafaela de la Moneda, su causa psiquiátrica, se encontraron más datos, ¿es una de las primeras donde se ve que su causa es para quedarse con su herencia? Parece ser que habla el jesuita Dobrizhoffer de ella.

Antonia Figueroa, única mujer famosa en relación a la orden jesuita, mujer de fama internacional, hace todo lo posible para que vuelvan los proscriptos jesuitas, su obra da inicio al culto a san Cayetano, muy actual en Capital Federal.

Se escribió una novela sobre rastros de la Virreina,  por José María Martínez Vivot, que se trata sobre la mujer del virrey del Pino, que es una pariente suegra de Rivadavia y abuelastra de Rosas.

Belgrano y la educación de la mujer, rastros en sus escritos, mujeres patriotas participan en el diseño tejido de la bandera.


El loco melancólico Vieytes y la educación de mujeres, traducción de texto sobre educación de mujeres, en su publicación Seminario, a cargo de una mujer, que no figura el nombre de la traductora de francés. ¿Quién será? Estas mismas noticias en el Telégrafo mercantil.


Perichona, con fama de ligera de cascos, y loca de azotea. Comentarios de gallego Cerviño sobre ella, que usa fondos del estado en beneficio propio, que se viste como hombre para montar a caballo. Entre sus descendientes se encuentra la flia García de Onrubia.

Mariquita Sanchez de Thompson, noticia como primera inspectora de locas, en este periodo de la Convalescencia, su primer marido enloquece como un Ulises argentino en el mar.

Caso de mujer cordobesa, de priapismo, una mujer de médico Gordon, que no quiere tener sexo por el miembro viril de su marido, exige no tener sexo.



Juana Azurduy, Natacha Güemes, participan en las guerras intestinas fraticidas.

Damas de beneficencia, participan luego del declive de la hermandad de la caridad y erradicación betlemita impulsada por Rivadavia.






Revista Aljaba, revista feminista rosista y católica.


Juana Manso y su madre, viven en la Convalescencia del periodo rosista, ambas son inspectoras, la última es escritora de renombre y amante de Sarmiento.

Álbum de señoritas, es una revista feminista de la generación de los 80.

Escritoras en la Revista Universitaria, de la época de Urquiza, firman con la palabra “doña”, previo a su nombre, hecho curioso hoy en día.

Franciscanas de María (franciscanas) y Hermanas del huerto (jesuitas), trabajan en los frenopáticos de acción privada.




Caso Cornelia Zubiaurre, atendida por Janet.

Caso Guillermina de Wilde, atendida por Charcot.

 En la actualidad, el culto mariano importante de la mujer en relación a tres regiones; tres vírgenes criollas, la de Luján, la del valle de Catamarca y la de Itatí.

 

Algunas conclusiones:

Se puede notar la importancia de la presencia de las mujeres desde lo antiguo en lo que serían los futuros terrenos de la Argentina.

Se lo puede constatar hoy en día en relación a mitos antiguos, como ser el de la tierra Pachamama inca, y el de nombrar a los astros como mujeres.

Las mujeres tenían un particular rol con la brujería, roles principales en esas sociedades,  y con ella también fue su particular represión. Se puede notar hoy en día que las principales curanderas son mujeres.

También fueron guerreras, como se puede observar en las batallas fraticidas de guerras intestinas en el periodo anárquico.

Algo heredero de todo esto, es el Culto mariano, no solo importante en América Latina, sino también en Sudamérica, que es un tanto sincretismo de viejas creencias paganas con catolicismo. Esto puede verse también en el color de la bandera argentina, basada en los colores de la virgen, en las que se basó Belgrano, y cocida por las mujeres revolucionarias.


GARCIA DE ONRUBIA EN SU PASO POR LA UNIVERSIDAD DE CUYO


TIPO DE CONTRIBUCIÓN: Trabajo Libre.
APELLIDO Y NOMBRE DEL (DE LOS) AUTOR(ES): Juan Ramón Guardia Lezcano, INSTITUCIÓN DE PERTENENCIA: Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires.
DIRECCIÓN ELECTRÓNICA: juan_ramon_guardia_lescano@hotmail.com
RESUMEN:
El presente trabajo tiene por primer objetivo informar sobre la visita de García de Onrubia en la Universidad de Cuyo. Como segundo objetivo, hablar de sus contactos con Julio Cortazar. Por tercer objetivo, se demostrará como tenía contactos con Perón. Como cuarto objetivo, se hablará, de su epistolario. Como quinto objetivo, se rosará la política argentina a nivel general.

PALABRAS CLAVE: Peronlandia;  federalismo; unitarios;  Epistolario; Horribles

Introducción:
Agradezco al profesor Hector Omar Saldaña, su introducción a la obra de Cortazar, allá en el año 91, en el Instituto Cristo Obrero, pasaron los años, parece ser que ésta introducción fue caballo de Troya, por la cual me encuentro rodeado del círculo de discípulos de Onrubia, que fueron contacto directo de Cortazar en su momento, o sea, el pasado marca las coordenadas.

Cortazar tiene un problema administrativo en la Universidad de Cuyo, y el primero que le responde es García de Onrubia

Transcurrió 1944, con un episodio administrativo desagradable, había sido citado para el 14 de diciembre como presidente de una mesa de Literatura de Europa Septentrional junto al profesor Kaul y al doctor Corominas, el profesor Kaul integraba otra mesa, y había avisado la tarde anterior que no se desocuparía hasta las diez de la mañana.
Cortázar llegó a las 8.30 horas,  inicia una queja, que derivó una kafkiana cadena, en la que intervinieron Felipe García de Onrubia, secretario, e Ireneo Cruz, el propio decano. García de Onrubia asumió la culpa diciendo: "Ese error ha sido posible por no hallarse claramente delimitadas las tareas que corresponden a cada uno de los empleados de Secretaría", (Correas, 2004, p 14), anunciaba un proyecto para salvar esos errores, la explicación fue que Cortázar no tenía teléfono. 

                                                         Cortazar con Onrubia


Toma por problemas políticos en la universidad de Cuyo

Al arribar a Mendoza, Cortázar se integró a un grupo formado por Sergio Sergi, artista plástico; su mujer, Gladys Adams; el profesor de filosofía Luis Felipe García de Onrubia y su esposa, Oonah Murphy, profesora de inglés; Alberto Dáneo, quien había publicado “Vida del hombre desconocido”; el médico Francisco Amengual; el pintor Roberto Azzoni, entre otros.
Cortázar fue elegido miembro titular del consejo directivo de la Facultad con un total de 22 sufragios, seguido por Luis Felipe García de Onrubia, apoyaban a Cruz, y el último era uno de los hombres fuertes de Jofré, que comenzaron a llamarse a "los estrictos".
El consejo directivo eligió decano, a Juan Villaverde. La autoridad pertenecía al grupo conservador los "estrictos", y fue cuestionada de inmediato por el estudiantado. García de Onrubia había votado en blanco e hizo público su voto, que tenía origen en "su absoluta discrepancia con la concepción y orientación de la política universitaria de Villaverde". (Correas, 2004, p 61)
Los alumnos insistieron en la renuncia del decano. Cortázar fue el primero en hacerlo, el voto por Cruz haya sido el de Cortázar, ya que era un modo de repudiar el arreglo. Al día siguiente, Luis Felipe García de Onrubia fue elegido, por unanimidad, vicedecano. A las 21 todos los presentes votaron a Ireneo Cruz para el Consejo Superior.
Cortázar, García de Onrubia apoyaron el mandato de los estudiantes y el cuestionado levantó la sesión por los desórdenes. 


Cortazar

                                                                           Onrubia



Cortazar menciona a Onrubia en su epistolario

A Gladys Adams de Hocévar y Sergio Sergi
Horribles Aires, 26 de enero de 1946
Señora Gladys Adams de Hocévar y
Señor Sergio Hocévar (a) Sergio Sergi
Bichos: (…)
Cariños a los chicos y hasta bien pronto, con todo el afecto y un gran abrazo para los dos de
Julio
P.D.- si veis a Oonah, Felipe y el pequeño, estirad un poquito más el abrazo para que también quepan ellos. (Cortazar, 2012, p 156)

Se aclara en los números que el original está mal fechado; la carta es de 1946. Oonah es  Murphy, profesora de inglés, y Felipe, Luis Felipe García Onrubia, profesor de filosofía y poeta.
En su epistolario, aparece otra cita a García de Onrubia, pero no parece en sentido positivo

París, 18 de enero / 52
Mi querido Eduardo:
(…) Mira, Eduardo, nada podía entristecerme más que esos párrafos de tu carta donde me cuentas el episodio de la carta mía a Baudi18 y la mención de amigos. Hay que ser chiquilín para suponer que la ausencia de tu nombre implicaba una descalificación o cosa parecida. Si tú ves ahora seguido a Baudi, no es menos cierto que estando yo allá, no lo veías tanto, y sobre todo no te incluías en ese círculo muy estrecho que abarcaba a Daniel, Alberto,19 Jorge y Baudi, que era mi círculo cotidiano. Al escribirle yo a él, lo justo era que aludiese al grupo y no agregara a nadie más —Castagnino, 20 por ejemplo, o García Onrubia. 21 Ya ves que tus cavilaciones son injustas para conmigo y mucho más para contigo mismo. (…)
Un gran abrazo
Julio (Cortazar, 2010)
Se aclara en estas cartas los siguientes números: 18 Luis Baudizzone, abogado. 19 Alberto Salas, escritor. 20 Eduardo A. Castagnino, profesor de la Escuela Normal Mariano Acosta de Buenos Aires. 21 Luis Felipe García Onrubia, psicólogo.

El texto de Casa tomada, basado en estas experiencias cuyanas

Durante su estadía en Mendoza, Cortázar encaró un proyecto narrativo ambicioso, su primer libro de cuentos, Bestiario, es de 1951. De la complicidad con Sergio Sergi aparecen algunos rastros, guiños reconocibles para los protagonistas, "Estación de la mano", dedicado a Sergi y a su esposa, la protagonista es una mano llamada Dg, que alude a Gladys Adams, la esposa de grabador.
Con el cuento que abre Bestiario, "Casa tomada", con respecto a su origen, Cortázar ha relatado:

'"Casa tomada' fue una pesadilla. Yo soñé 'Casa tomada'. La única diferencia entre lo soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos detalles, y en un momento dado escuché los ruidos por el lado de la cocina y cerré la puerta y retrocedí. Es decir, asumí la misma actitud de los hermanos. Hasta el momento totalmente insoportable en que —como pasa en algunas pesadillas, las peores son las que no tienen explicaciones, son simplemente el horror en estado puro— en ese sonido estaba el espanto total. Yo me defendía como podía, cerrando las puertas y yendo hacia atrás. Hasta que me desperté de puro espanto." (Correas, 2004, p 92)

Apuntó Aurora Bernárdez, "Casa tomada", estaba dedicado a Daniel Devoto, dedicatoria que perdió, estaba fechado en 1945, es probable que el cuento haya sido escrito en Mendoza: "Era pleno verano, yo me desperté totalmente empapado por la pesadilla; era ya de mañana, me levanté (tenía la máquina de escribir en el dormitorio) y esa misma mañana escribí el cuento, de un tirón". (Correas, 93), pudo haber sido en enero o febrero de 1945.
Haya estado en el subconsciente de Cortázar, existe un grabado de Sergi, fechado en 1930, que Cortázar debía conocer, titulado "Casa vieja", la obra muestra a un gigante sacando la cabeza, las piernas y los brazos por las ventanas de una casa en el inicio de una persecución.

Contactos de García de Onrubia con Perón

Onrubia se mantiene a la derecha de Perón cuando pronuncia su discurso conocido como “la comunidad organizada”.  El Primer Congreso Nacional de Filosofía, celebrado en  Mendoza entre el 30 de marzo y el 9 de abril de 1949, fue clausurado por el General Perón, y su conferencia publicada luego como La comunidad organizada,  Onrubia se encuentra al lado de Perón en la pronunciación del discurso




 Perón pronunciando su discurso conocido como "la comunidad organizada" 

Pronuncia la despedida de Perón del congreso

El siguiente discurso no fue pronunciado, pero fue incluido en las actas.

“Discurso del prosecretario técnico del congreso, profesor Luis Felipe García de Onrubia, de la Universidad de Buenos Aires, en representación de los profesores universitarios argentinos.
Excelentísimo Señor Presidente de la Nación; Señora de Perón; Exento. Señor Vicepresidente; Señores Gobernadores; Señores Ministros de los Poderes Ejecutivo Nacional y Provincial; Señores Rectores de las Universidades Nacionales; Señores Miembros del Primer Congreso Nacional de Filosofía:
Las circunstancias hacen que sea yo quien hable en esta ocasión en nombre de los profesores universitarios argentinos y, a la vez, en nombre de quienes desde la Secretaría Técnica hemos contribuido a la organización de este Congreso. Quiero creer que es un reconocimiento del entusiasmo que he puesto en él, del desvelo que hubo que consagrar a esta empresa que ya realizada y con la convicción cierta del triunfo, parece más audaz que nunca. Quede así explicado el que sin demasiados años de edad, traiga hoy la palabra de mis colegas —muchos de ellos mis maestros de ayer. Bien mirado, este Primer Congreso Nacional de Filosofía que acaba de clausurar con su palabra el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación, es una gran hazaña de juventud. Tal vez, el último gesto de nuestra adolescencia cultural y el primero —reposado y caviloso— de nuestra madurez.
Ha de ser evidente para todo aquel que piense con un mínimo de probidad intelectual, que el Congreso cierra un ciclo en la historia del espíritu argentino. Hay buenas razones para creer que clausura el período de la iniciación, el largo y difícil período en el que hubo que consolidar y, a veces, defender la cultura filosófica; el período inaugural de la adquisición de las técnicas, del manejo y la intimidad con las fuentes. Ese período tiene una geografía y una historia que es hidalgo no olvidar. Se ubica en el litoral y centro del país y su historia está hecha de los desvelos de los hombres que aislados luchan por lograr su propia formación filosófica y por imponer la dimensión especulativa de la cultura. Esa etapa tiene nombres nacionales venerables. Permítaseme recordar uno solo, aquí presente, el del doctor Coriolano Alberini, quien de todo parece haber estado impedido, menos de continuar dando —hoy mismo— su lección de noble tolerancia y libertad espiritual. Es esa historia la que cerramos con el Congreso.
Historia tal vez menuda, pero historia nuestra: la de nuestra incipiente tradición filosófica, la de nuestra modesta propensión especulativa que en lo universitario se inicia hace ya cincuenta años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Si algo significa este Congreso —¡y significa tanto para nosotros!— es por referencia a esa tradición que es su soporte histórico y permite comprenderlo y valorarlo.
Cierre y fin de una etapa, es también esta ocasión el comienzo de una nueva. El examen objetivo del trabajo de estos once días de sesiones diarias, muestra el volumen alcanzado por la reflexión filosófica  argentina. Cada trabajo argentino, cada intervención en sesiones plenarias o particulares, prueba de modo irrefutable que los desvelos de nuestros mayores no han sido vanos. Que hay un pensamiento filosófico nacional sensible a la problemática contemporánea e inquieto por ella; capaz de atisbos penetrantes, de formulaciones sutiles, de planteos inteligentes. El diálogo —forma inaugural de la filosofía— ha  podido entablarse con nuestros ilustres huéspedes extranjeros. Por eso, hoy que las preguntas fundamentales cobran el apremio y la urgencia de esta hora decisiva para la cultura de Occidente, podemos tener la certeza de que la voz argentina no ha de faltar en el coro de quienes respondan por el espíritu y por la dignidad humana.
Si hubiese que justificar una vez más al Congreso de Filosofía, bastaría esta alusión a la calidad del esfuerzo nacional para hacer de nuestra reunión filosófica no un hecho insólito, no un acontecimiento  exótico, sino una necesidad sentida y vivida. Vivida y sentida, incluso, como requisito de la convivencia nacional. No es el menor fruto del Congreso que quienes enseñamos filosofía en las seis Universidades  hayamos compartido el techo y la mesa y advirtamos con júbilo que nos encontramos más próximos los unos a los otros de lo que la refracción de la distancia permitía sospechar. Las diferencias filosóficas cuando se mantienen en el orden de la limpia intención teórica, no pueden impedir la obra común de consolidar y vigorizar el pensamiento argentino.
A los señores miembros extranjeros que nos han honrado con su presencia, que prestigiaron nuestro Congreso con sus nombres ilustres, que abandonaron tareas en universidades seculares para responder a  nuestro llamado, vaya nuestra gratitud y nuestro respeto. Sepan ellos que hemos tenido conciencia muy clara de su valer y de la fecundidad de su estada memorable entre nosotros. Fueron invitados por la  objetiva consideración de sus méritos científicos y atendiendo a la diversidad de corrientes filosóficas; habíamos tenido con ellos la intimidad del libro en el que la personalidad parece volcarse íntegra y  total, pero hoy, luego de este contacto humano, de este trato de todos los días y de todas las horas, creemos haber anudado una amistad perdurable. La distancia no podrá ya disipar estas bases efectivas de  la cooperación intelectual que facilitará la labor científica, cada día que pasa más caracterizada como labor de equipos, antes que producto de trabajadores solitarios.
Toda la labor positiva del Congreso que el tiempo me impide resumir, ha sido posible porque la iniciativa de la Universidad de Cuyo, ágilmente dirigida por su rector, el doctor I. Fernando Cruz, ha contado con el apoyo decidido y generoso del Superior Gobierno de la Nación. Bienvenida la política cultural que hace posible el contacto entre los hombres de estudio y que con evidente ganancia para el  caudal científico de los profesores universitarios, les permite, dentro de los límites del suelo patrio, asistir a un Congreso de la magnitud del que hoy se clausura. No sería justo olvidar el particular apoyo y la ejecutiva participación de S. E. el Señor Ministro de Educación que en todo momento ha allanado las dificultades con las que inevitablemente debía tropezar una empresa de estas proyecciones.
Permítaseme terminar encareciendo el aporte del Gobierno Nacional para la edición de las Actas del Congreso, que serán la expresión objetiva y palpable de su alta calidad intelectual, así como para las iniciativas concretas emanadas en forma de Ponencias. La Oficina de Información Filosófica permitirá difundir las expresiones más depuradas de la cultura nacional y el Centro de Altos Estudios Filosóficos, si posee los medios necesarios, podrá reunir material de investigación filosófica con el que hasta hoy no se cuenta entre nosotros.
Excelentísimo Señor Presidente: En vuestras manos queda la puesta en práctica de ambas iniciativas que constituirían una fecha memorable en la historia espiritual de nuestro país. Esperemos que por vuestra mediación sean posibles para mayor prestigio del nombre argentino.” (García de Onrubia, 1949).

Epistolario de García de Onrubia en relación al congreso

Se ven gastos y comentarios, que hacía a los invitados. En un comentario a un tal Nieto. Onrubia le solicitó algunos datos de su curriculum, Nieto respondió acucioso: “en junio de este año cumpliré 35” (Carta a Luis Felipe García de Onrubia, Río de Janeiro, 6 de febrero de 1949). (Cataño, 2010). El Estado argentino sufragaba los viajes de ida y vuelta, los gastos de comida y alojamiento durante los once días de permanencia en Mendoza, la Universidad ofrecía veinticinco pesos por día para consumos personales y, “para ser más cómoda la estadía de los relatores en Argentina”, entregaría a los ponentes mil pesos adicionales. (Cartas del dr. Luis Felipe García de Onrubia, Secretario Técnico del Primer Congreso Nacional de Filosofía, durante los meses de enero-marzo de 1949.) (Cataño, 2010)

Onrubia se lo va silenciando con la revolución libertadora

Se lo va silenciando, hacia el congreso de 1955, eso se puede leer en la entrevista de la dr. Lucia Rossi a Nuria Cortada.

“- ¿Estaban presentes Rimoldi y García de Onrubia?
- No, Rimoldi estaba como director de la carrera de Psicología de la Loyola Universty – de Chicago-, jesuita, él es muy religioso. (…)
García de Onrubia está silencioso, sin ponencia aunque presente formalmente en este congreso. (…)
- ¿Qué pasa después del 55?
- Marcos Victoria, que era neurólogo antagonista en enfoques – un retroceso, y en lo político, tenía muchas influencias – eso sí, escribía muy bien, era muy dedicado a la cultura-, reemplaza a García de Onrubia.” (Rossi, 1995, p111-121)

Algunas conclusiones

Realmente espero, en lo principal, que al menos este material sirva para interesar a algún alumno, o quien fuese lector, en el interés de la obra de García de Onrubia.
Sería iluso adjudicarlo solo a esa corriente política del peronismo, incluso así,  ¿a qué tipo de peronismo? ¿Completamente ateo? No parece. Mantiene una tradición de difundir a Merleau Ponty, que creció difundido en un transfondo peronista. Cortazar y Onrubia se fueron expulsados de Cuyo por culpa del archivillano tomista Juan Ramón Sepich, director del Colegio Nacional de Buenos Aires, que veía en el voluntarismo vitalista un triunfo de la barbarie sobre la razón. Las relaciones de Cortazar con el peronismo, si bien en su último tramo de vida apoyó en cierta forma, en sus cartas del momento escribía Peronlandia en lugar de Cuyo, y hablaba bondades de Sarmiento, cuando la doctrina peronista ya enfatizaba lo opuesto (vindicación federal a Rosas). No creo que la revolución libertadora vea con buenos ojos el apoyo de Onrubia a Perón.


Referencias Bibliográfícas

Cataño, Gonzalo. (2010). La introducción del pensamiento moderno en Colombia. Villeurbanne. Francia.  OpenEdition: four platforms for electronic resources in the humanities and social sciences: OpenEdition Books, OpenEdition Journals, Hypotheses, Calenda. Recuperado de https://books.openedition.org/uec/330?lang=es

Correas, Jaime. (2014). Cortázar en Mendoza: Un encuentro crucial. Ediciones Alfaguara S.A. Buenos Aires.

Correas, Jaime. (2004). Cortazar, profesor universitario. Su paso por la Universidad de Cuyo en los inicios del peronismo. Ediciones Alfaguara S.A. Buenos Aires.

Cortázar, Julio. (2012) Cartas 1937-1954 (Tomo 1): Edición a cargo de Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga. Ediciones Alfaguara, Madrid.
Cortázar, Julio. (2010). Cartas los Jonquiéres. Ediciones Alfaguara, Madrid.
García de Onrubia, Luis Felipe (1949). Discurso del prosecretario técnico del congreso, profesor Luis Felipe García de Onrubia de la Universidad de Buenos Aires, en representación de los profesores universitarios argentinos. Andalucia – Rioja. Filosofía en español. Recuperado de http://www.filosofia.org/aut/003/m49a0175.pdf
Rossi, L y colab. (1995): "Psicología: Secuencias instituyentes de una profesión (entorno de transmisión)", Buenos Aires, Secretaría de Cultura, Facultad de Psicología.