lunes, 5 de noviembre de 2018

Amistad entre García de Onrubia y Cortazar


 

En este pequeño escrito, trata sobre el contacto entre ambos, que se conocieron durante la experiencia piloto de la Universidad de Cuyo, donde compartieron un círculo de amigos, una toma de facultad, y un posterior exilio. También se hablará que sobre estas experiencias se basa el cuento “Casa Tomada” de Cortazar.


Intro:
Agradezco al prof Hector Saldaña su introducción a la obra de Cortazar, allá en el año 91, en el Instituto Cristo Obrero, pasaron los años, y parece ser que ésta introducción fue caballo de Troya por la cual me encuentro rodeado del círculo de discípulos de Onrubia, que fueron contacto directo de Cortazar en su momento, o sea, el pasado es la brújula.

Cortazar tiene un problema administrativo en la Universidad de Cuyo, y el primero que le responde es García de Onrubia

Así transcurrió 1944, con trabajo académico y otras actividades laterales muy relacionadas con ese ámbito. Sin embargo, no le faltó el episodio administrativo desagradable que puso a prueba su paciencia (la de Cortazar), un tanto escasa a juzgar por las alternativas de la anécdota.
Cortázar había sido citado para el 14 de diciembre como presidente de una mesa de Literatura de Europa Septentrional junto al profesor Guillermo Kaul y al doctor Juan Corominas, quien reemplazaba al profesor Mario Binetti. Ese día y en el mismo horario, el profesor Kaul integraba otra mesa en el Colegio de Lenguas Vivas (separado de la Facultad sólo por un pasillo) y había avisado la tarde anterior que no se desocuparía hasta las diez de la mañana.
Cuando Cortázar llegó a las 8.30 horas y fue informado de la postergación se molestó lo suficiente como para iniciar, el día 15, una queja airada que derivó en una kafkiana cadena administrativa en la que intervinieron sus amigos Felipe García de Onrubia, secretario, e Ireneo Cruz, el propio decano; pero que tuvo como "víctima" a un empleado administrativo que hizo su propio descargo: también una suma de malos entendidos había propiciado su falta.
Finalmente, y ante el enojo persistente de Cortázar, García de Onrubia asumió todas las culpas diciendo: "Ese error ha sido posible por no hallarse claramente delimitadas las tareas que corresponden a cada uno de los empleados de Secretaría", al tiempo que anunciaba un proyecto que elevaría a la brevedad para salvar esos errores. Aunque la explicación más creíble partió de una constatación irrefutable: el profesor Cortázar no tenía teléfono y no hubo posibilidad de avisarle el día anterior, dada la hora avanzada en que se comprobó la superposición de las mesas examinadoras.
Las palabras finales de disculpa las escribió el decano: "Quiera el Sr. Profesor aceptar las excusas que me apresuro a presentarle en nombre de la Facultad".
De este modo cerró Cortázar un año universitario lleno de cambios, casi con certeza positivo en su propio balance, aunque sobre el final vio comprometida su tranquilidad, a punto de naufragar debido a un insignificante percance administrativo impropio de sus juguetones cronopios pero digno de una fama de la más rancia estirpe.

Toma por problemas políticos en la universidad de Cuyo



Al poco tiempo de arribar a Mendoza, Cortázar se integró a un grupo de amigos formado por Sergio Sergi, artista plástico, grabador, cuyo verdadero nombre era Sergio Mocevar; su mujer, Gladys Adams; el profesor de filosofía Luis Felipe García de Onrubia y su esposa, Oonah Murphy, profesora de inglés; Alberto Dáneo, quien había publicado en 1941 un libro de cuentos en Buenos Aires —Vida del hombre desconocido—; el médico Francisco Amengual; el pintor Roberto Azzoni, muy amigo de Sergi (ambos compartirían luego un atelier), entre otros.
Las elecciones llegaron pero, imprevistamente, los docentes participaron con una lista de unidad para el decanato que se acordó a último momento para evitar que la sangre llegara al río. Cortázar fue elegido miembro titular del consejo directivo de la Facultad con un total de 22 sufragios, seguido por su amigo Luis Felipe García de Onrubia y por Bernardo Blanco González con 21. Ellos dos apoyaban a Cruz y el último era uno de los hombres fuertes de Jofré, que comenzaron a llamarse a sí mismos "los estrictos".
Después de un trámite accidentado, el consejo directivo de la Facultad de Filosofía y Letras se reunió y eligió decano, por mayoría, a Juan Villaverde. En ese momento se produjo la ruptura, pues todos votaron al candidato que Cruz y Jofré habían acordado, excepto Luis Felipe García de Onrubia y Julio Cortázar. La nueva autoridad pertenecía al grupo conservador —los "estrictos"— y fue cuestionada de inmediato por el estudiantado. García de Onrubia había votado en blanco e hizo público su voto, que tenía origen, según dijo, en "su absoluta discrepancia con la concepción y orientación de la política universitaria de Villaverde".
Los alumnos, hartos del cotilleo entre los profesores, insistieron en la renuncia inmediata del decano y de todos los consejeros. Cortázar fue el primero en hacerlo.
Los estudiantes pidieron que no se hiciera la tercera votación, pero igual se realizó y fue ahí que Villaverde logró cinco votos; hubo uno en blanco y otro para Cruz. García de Onrubia había hecho explícito su voto en blanco por su absoluta discrepancia con Villaverde. Y resulta bastante probable que el voto por Cruz haya sido el de Cortázar, ya que era un modo de repudiar el arreglo, teniendo en cuenta que el candidato había dejado su postulación en la Facultad para ir por un lugar en el Consejo Superior. La antipatía de Cortázar por los "estrictos" era conocida.
Al día siguiente, Luis Felipe García de Onrubia fue elegido, por unanimidad, vicedecano y se pasó a cuarto intermedio para la noche. A las 21 todos los presentes votaron a Ireneo Cruz para el Consejo Superior, escoltado por los suplentes Ricardo Pantano y Toribio Lucero.
Luego de esa decisión, los alumnos exigieron violentamente la renuncia de Villaverde, quien se negó a presentarla. Cortázar, García de Onrubia y Lugaresi apoyaron el mandato de los estudiantes y el cuestionado levantó la sesión por los desórdenes. Se había roto en los hechos el acuerdo de unidad que había permitido a los "estrictos" quedarse con el gobierno de la Facultad y a Cruz "saltar" al Consejo Superior. Cortázar había sido una pieza clave para conseguirlo por su apoyo a los estudiantes.
Como consecuencia del conocimiento público que tomó el acuerdo, los alumnos pidieron una renuncia masiva.
De inmediato la presentaron Julio Cortázar, Luis Felipe García de Onrubia y Manlio Lugaresi. Esta decisión arrastró a imitarlos a los "estrictos" Salvador Canals Frau, Juan Turrens y Bernardo Blanco González. Ante esta situación a Villaverde no le quedó otra salida que dimitir él también.
En el centro de la tensión, según la observación del diario Los Andes, dos grupos habían quedado consolidados entre los profesores de Filosofía y Letras: los "estrictos" eran Jofré, Canals Frau, Blanco González, Villaverde, Turrens, Péndola de Martini, Raffo de la Reta, Lugones, Corominas y Meza Villalobos. En el bando de los opositores estaban Cortázar, García de Onrubia, Ireneo Cruz, Guillermo Kaul, Toribio Lucero, Manlio Lugaresi, Lorenzo Mascialino, Ricardo Pantano y Guido Soaje Ramos.Los primeros hicieron declaraciones que acusaban a los estudiantes de frenar la elección por su adhesión a los nacionalistas, y retomaron el tema del profesor Bruno Roselli, intentando distanciarse del episodio. Sus oponentes también se expresaron a través de las páginas del diario afirmando que no representaban a ningún grupo político, lo cual era cierto en el caso de Cortázar y García de Onrubia pero no en el de Cruz y Soaje Ramos, y propusieron como candidato a rector a Ramiro Podetti.
El Consejo Superior aceptó los pedidos de Cruz y Jofré. También recibió una nota de los "estrictos" solicitando que se investigaran las actividades de los imputados fuera de la cátedra. El 27 de julio la comisión se puso en marcha, presidida por Carlos Ochoa Castro e integrada por Manuel Marini y Carlos Luzetti. El plazo fijado para recibir denuncias por escrito y firmadas vencía el 4 de agosto. Finalmente, cuando la comisión se expidió a fines de setiembre se desestimaron todos los cargos, excepto los referidos a Guido Soaje Ramos, cercano a Cruz y de conocida adhesión a ideas totalitarias. La lista de los exculpados incluía a algunos más, pero sorprende encontrar los nombres de Julio Cortázar y de Luis Felipe García de Onrubia. Evidentemente, alguien los había denunciado.

Cortazar menciona a Onrubia en su epistolario


A GLADYS ADAMS DE HOCÉVAR Y SERGIO SERGI
Horribles Aires, 26 de enero de 1946
Señora Gladys Adams de Hocévar y
Señor Sergio Hocévar (a) Sergio Sergi
Bichos:
Tras requerir los servicios de un doctor en paleografía y ciencias ocultas, logré enterarme del contenido de la carta del bicho citado en segundo término, y saber por ella que ambos estábais bien y que habíais fracaso afortunadamente en la tentativa de moriros por intoxicación de fin de año y Reyes. ¡Loado sea Dionysos, señor de los pámpanos! No hay dudad de que los vinos de Mendoza son excelentes, si tras semejantes trasegadas se emerge sano y bueno de la bacanal.
Del dibujo enviado por el alevoso plantígrado prefiero no hablar; eso solo podría arreglarse en el terreno del honor, y he advertido que en la Argentina hay una alarmante perdida de dichos terrenos; no los ve uno por ninguna parte (debe ser el avance insidioso del capital extranjero que se está apoderando de los mejores lotes con la ayuda de los vendepatrias, que les dicen.)
Les escribo en plena convalecencia, razón por la cual ruego me perdonen los desaliños sintácticos y me dispensen –esto es para S.S.- de cachadas tales como aludir a mi “prosa maravillosa”. La verdad es que he estado bajo las sombrías alas de una hermosa grippe, que derivó finalmente a una bronquitis asmática y me tuvo una semana amarrado al lecho de Procusto, como diría la maestra señorita Italia Migliavacca 176. ¿Me imagináis envuelto en cigarrillos a base de lobelia? ¡Tiemble, Gladys, erícese todita! ¿Véis mis tiernos bíceps desflorados por inyecciones de adrenalina? Prefiero tomarlo en broma – no sé si se nota- pero la verdad es que vengo de pasar una semana particularmente infecta. Con eso, y las noticias de los diarios, mis vacaciones asumieron un airecillo más bien repelente. (Está escrito que el clima de esto graciosamente
Llamado Buenos Aires no admite comparación con el de Martinez Rosas 955, vuestra casa y el teatrito griego)
En fin, he aquí las pocas noticias que tengo. Visite hace diez días a Devoto, 177 quien les manda innúmeros saludos y la seguridad de su constante recuerdo. No sé en realidad si hablo de esto último, pero queda muy bonito escrito y además envuelve mi carta en rosadas nubes de amabilidad. Encontré a Daniel sumergido, como es usual costumbre, en cinco trabajos a la vez: una antología de la historia de la música, una antología de versos sueltos, música variada y corrección de trabajos a publicarse. Está muy bien, y quemado como un cangrejo (suponiendo un cangrejo lo bastante estúpido para dejarse quemar como nosotros los humanos) por una temporada marplatense.
Sigo sin noticias oficiales (o extraoficiales sobre los famosos concursos de la Facultad. Si pescáis algo, send it to me. Estudio todo lo que puedo aunque la influenza (¡que culto soy!) me arruinó el plan de trabajo. Me enteré por los diarios de los garrotazos que se propinaron en las puertas de la Universidad el sábado pasado. Francamente ustedes no merecen la denominación de personas cultas. ¡Golpearse así en la calle. ¡Que espectáculo penoso! Deberían tomar ejemplo de Buenos Aires, así como el alto ejemplo de cultura cívica que se está observando en la jira de Tamborini-Mosca 178
Como véis, esta carta languidece y será mejor darle fin antes de que el sueño se apodere de los cuatro (la carta y nosotros tres). Cariños a los chicos y hasta bien pronto, con todo el afecto y un gran abrazo para los dos de

Julio
P.D.- si veis a Oonah, Felipe y el pequeño, estirad un poquito más el abrazo para que también quepan ellos.
173 El original está mal fechado; la carta es de 1946.
174 Oonah Murphy, profesora de inglés, y Luis Felipe García Onrubia, profesor de filosofía y poeta.


En estas mismas cartas, aparece otra cita a Garcia de Onrubia, pero no parece en sentido positivo

París, 18 de enero / 52
Mi querido Eduardo:
(…) Mira, Eduardo, nada podía entristecerme más que esos párrafos de tu carta donde me cuentas el episodio de la carta mía a Baudi18 y la mención de amigos. Hay que ser chiquilín para suponer que la ausencia de tu nombre implicaba una descalificación o cosa parecida. Si tú ves ahora seguido a Baudi, no es menos cierto que estando yo allá, no lo veías tanto, y sobre todo no te incluías en ese círculo muy estrecho que abarcaba a Daniel, Alberto,19 Jorge y Baudi, que era mi círculo cotidiano. Al escribirle yo a él, lo justo era que aludiese al grupo y no agregara a nadie más —Castagnino, 20 por ejemplo, o García Onrubia. 21 Ya ves que tus cavilaciones son injustas para conmigo y mucho más para contigo mismo. Y no quiero agregar más nada, porque creo recordar que si alguien ha podido enseñarme a evitar las efusiones, ése has sido tú. Demasiado me costó aprenderlo para olvidarlo ahora fácilmente.
Le pasa como a Camus, que en L’homme révolté se las toma con Lautréamont, lo que le valió una carta abierta de Breton de esas que no tienen réplica. Pero en el caso de Etiemble se trata —como chez Caillois y chez Sartre— de insensibilidad a lo poético.
Un gran abrazo
Julio

Se aclara en estas mismas cartas los siguientes números…

18 Luis Baudizzone, abogado.
19 Alberto Salas, escritor.
20 Eduardo A. Castagnino, profesor de la Escuela Normal Mariano Acosta de Buenos Aires.
21 Luis Felipe García Onrubia, psicólogo.
22 Jean Cocteau, que firmaba siempre con una estrella.
23 ¿Dónde están las nieves de Dargelos?
24 Léon Gischia, pintor.

El texto de Casa tomada, basado en estas experiencias cuyanas



Durante su estadía en Mendoza, Cortázar no sólo escribió cuentos y publicó algunos sino que encaró también un proyecto narrativo más ambicioso: a mediados de 1945 había concluido una novela que, según le contó a su amiga Lucienne C. de Duprat, tuvo por título Las nubes y el arquero, aunque también pudo llamarse Soliloquio. También a Mercedes Arias le habla de ella en una carta de mediados de julio de 1945: "Mi famosa novela está concluida... Creo que la publicaré y tal vez me decida este año a publicar los cuentos aquí en Mendoza donde hay un par de imprentas buenas. Esos cuentos me pesan demasiado sobre los hombros, y quiero lanzarlos antes de convencerme del todo de que son malos. Que se convenzan los demás: es más cómodo para mí". Sin embargo, esto no sucedió, y con respecto a la novela específicamente, no se pudo conocer porque las destruyó.
Otras huellas mendocinas aparecieron en su primer libro de cuentos, Bestiario, de 1951. "Cefalea" tiene una dedicatoria sencilla y enigmática a la vez: "Asimismo agradecemos a Ireneo Fernando Cruz el habernos iniciado, durante un viaje a San Juan, en el conocimiento de las mancuspias". En una carta ya citada, Daniel Devoto apunta: "Del viaje a San Juan no conservo noticia. Sé —por Julio mismo— que la dedicatoria de 'Cefalea' fue en reconocimiento de la propiedad literaria de las protagonistas: Cruz usaba decir 'hace un frío de las mancuspias'".
También de la complicidad con Sergio Sergi aparecen algunos rastros, pequeños guiños sólo reconocibles para los protagonistas. En Diario de Andrés Fava, introduciendo a su amigo en la ficción y adelantando el tipo de reflexiones que poblaron Rayuela, escribió: "Si los pintores retrataran más a los escritores (o entre ellos) tendríamos el mot plástico. Sergio Sergi dice más de Daniel Devoto y de Alberto Dáneo que las posibles biografías futuras. A mí me dijo —y su frase es su retrato—: 'No sirve, tiene una cara blanda; lo que lo expresa son sus manos'".
El pequeño texto juega con el término francés mot (palabra) y el desvelo del escritor por hallar le mot juste, la expresión apropiada, justa, refiriendo la ventaja del artista plástico que captura en un rostro esa esencia difícil de alcanzar por otros medios. También explica por qué Sergi nunca concretó un grabado con la cara de su amigo, cuando había hecho de otros; como se ve, las manos le parecían la parte más "elocuente" de Cortázar. En el cuento "Estación de la mano", dedicado a Sergi y a su esposa, la protagonista es, precisamente, una mano llamada Dg, que es como alude a Gladys Adams, la esposa de grabador, en la postdata de una carta posterior.
Otra relación puede establecerse con el famoso cuento que abre el volumen Bestiario, "Casa tomada". Con respecto a su origen, Cortázar ha relatado: '"Casa tomada' fue una pesadilla. Yo soñé 'Casa tomada'. La única diferencia entre lo soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos detalles, y en un momento dado escuché los ruidos por el lado de la cocina y cerré la puerta y retrocedí. Es decir, asumí la misma actitud de los hermanos. Hasta el momento totalmente insoportable en que —como pasa en algunas pesadillas, las peores son las que no tienen explicaciones, son simplemente el horror en estado puro— en ese sonido estaba el espanto total. Yo me defendía como podía, cerrando las puertas y yendo hacia atrás. Hasta que me desperté de puro espanto."
Como ya apuntó Aurora Bernárdez, "Casa tomada" integraba La otra orilla.1 En esa versión, estaba dedicado a Daniel Devoto, dedicatoria que luego perdió, incluso en la publicación de Borges en Los Anales de Buenos Aires, de 1946. Además, estaba lechado en 1945, según se ve en la copia conservada por Gladys Adams y después por uno de sus hijos.2 Por lo tanto, es muy probable que el cuento haya sido escrito en Mendoza o al menos corregido allí. Según dice su autor lo escribió en las siguientes circunstancias: "Era pleno verano, yo me desperté totalmente empapado por la pesadilla; era ya de mañana, me levanté (tenía la máquina de escribir en el dormitorio) y esa misma mañana escribí el cuento, de un tirón". De modo que pudo haber sido en enero o febrero de 1945, o bien en diciembre de ese año.
Pero hay otro hecho curioso, que quizás haya estado sólo en el subconsciente de Cortázar, sumado a la pesadilla aludida. Existe un grabado de Sergi fechado aproximadamente en 1930, que Cortázar debía conocer, titulado "Casa vieja". La obra muestra a un gigante sacando la cabeza, las piernas y los brazos por las ventanas de una casa en el inicio de una persecución. El gigante queda entrampado por las paredes y quien huye es un hombrecito asustado. Si nos dejamos llevar por el deseo de interpretar, esa imagen de Sergi resume la pesadilla de Cortázar y concuerda con la explicación dada por el escritor acerca de cómo esa primera visión —un hombre solo expulsado de su casa— fue modificándose "literariamente":
"Pero de golpe ahí entró el escritor en juego. Me di cuenta de que eso no lo podía contar como un solo personaje, que había que vestir un poco el cuento con una situación ambigua, con una situación incestuosa, esos hermanos de los que se dice que viven 'como un simple y silencioso matrimonio de hermanos', ese tipo de cosas."
De este modo, la existencia del grabado podría sumar materia de análisis a un cuento que ha recibido múltiples interpretaciones, casi todas de tinte político.
Cuando debieron separarse, a fines de 1945, Cortázar sintió la distancia que se interponía entre él y su amigo "el Oso" y le dedicó el poema "Jangada para Sergio Sergi", cuyo manuscrito está fechado el 3 de noviembre y lleva una dedicatoria que dice "con el humilde afecto de Julio Cortázar".
El poema contiene, quizás, una clave literaria. La jangada es el título de una novela de Julio Verne y es sugestivo que "Estación de la mano", dedicado a Sergio y Gladys, haya aparecido en La vuelta al día en ochenta mundos, de obvia inspiración verniana. Es conocido el gusto de Cortázar por los juegos y las complicidades; el contenido del poema, pleno de madera y de alusiones acuáticas, puede relacionarse con la actividad de grabador de Sergi, que utilizaba tacos de madera para hacer sus obras, y con la embarcación llamada jangada. Verne, en su novela, las define como "grandes balsas impulsadas por una vela triangular y que sostenían la cabaña de paja que servía de casa flotante a los indios y sus familias (en la zona del Amazonas)". Tal vez Cortázar le atribuyera a Sergi haber sido para él una suerte de embarcación que lo condujo, protegiéndolo, a través del río de su paso por Mendoza.


Alguna conclusión

Realmente espero, en lo principal, que al menos este material sirva para enganchar a algún alumno, o quien fuese lector, en el interés de la obra de García de Onrubia.

Bibliografía




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