lunes, 23 de noviembre de 2015

Galeno, Claudio - La diagnosis y la cura de las pasiones del alma

He terminado, después de 6 años, esta traducción comparada, tomada de fuentes inglesas, francesas, y cotejando los originales textos grecolatinos, a lo largo de estos años apareció una versión en castellano, paralela a esta.
Incluye muchos datos autobiográficos el siguiente escrito, sobre la filosofía de como tratar pasiones, es una versión estoica de como frenar pasiones, aunque aclara que no está con ninguna secta, esto implica un avance de romanos crueles, que luego da lugar a cristianismo, mucho suena al "no saben lo que hacen" del final de Cristo.  Ésta cura de pasiones parece, hoy en dia, mas propia a la de un psychopata frío, similar a la propuesta también por Descartes, extirpar las pasiones, ya en su momento fue  criticada por Lactantio ("los estoicos están locos, buscan extirpar las pasiones")
El escrito tiene un sentido como confesional, como antecesor de san Agustín, ¿en la antigüedad ese estilo era común? no parece,  también precursor de Sto Tomas y Descartes 
Simpática anécdota de enseñanzas de padre y madre, sus consejos, parece dedicado a jóvenes, a forma de carta a jóvenes. 
No es muy biologicista en ambos textos,  aunque habla de medicina a veces, de exceso de comer que produce diarrea.
Este escrito es como doble, la segunda parte se encuentra en otro texto, en el segundo es mas geometra, un poco mas medicinal. 



La diagnosis y la cura de las pasiones del alma 

ΓΑΛΗΝΟΥ ΠΕΡΙ ΔΙΑΓΝΩΣΕΩΣ ΚΑΙ ΘΕΡΑΠΕΙΑΣ ΤΩΝ ΕΝ [ΤΗΙ] ΕΚΑΣΤΟΥ ΨΥΧΗΙ ΙΔΙΩΝ ΠΑΘΩΝ 

De propriorum animi cuiuslibet affectuum dignotione et curatione 

Kühn 5, 1-57; Text nach: CMG 5,4,1,1, 3-37; 


Capitulo I: Me hicieron una pregunta sobre el tratado de Antonius, el Epicúreo, “En resguardarse de las propias pasiones”. Contesté a esa pregunta, pero puesto que quieren mi respuesta  bajo la forma de comentario, lo haré así y daré comienzo.
Habría sido seguramente mejor para Antonius decir claramente qué significado él desea transmitir por el término “resguardarse”; por lo que uno podía conjeturar de lo que él dice en el curso de su libro, pienso que él quiere, se refiere a una constante cautela, o a una diagnosis, o, además, a una corrección. Pero, como saben, él era manifiestamente indistinto y vago en su expresión. Por lo tanto no debemos esperar entender muchas de las cosas que él dijo; en el mejor de los casos debemos esperar conjeturar en su significado. En un momento, parece que quiere  llevarnos a considerar cómo estamos cayendo en errores del hombre y apenas como lo hacen otros, y en otra parte,  a considerar como un hombre puede reconocer cada uno de sus errores, y en otro momento, además de estas consideraciones, a como un hombre debe drenar sus errores. Esto último parece  ser el objeto de su discurso entero, puesto que ni unas ni otras de las consideraciones precedentes tienen cualquier punto a menos a que esté referida a este extremo.
Pero él debe tener (revisando lo que él ha escrito), especialmente al distinguir entre las pasiones y los errores.  Su discurso parece a veces referirse a las pasiones solamente, parece a menudo referirse a errores, y hay momentos en que pensarán que él está discutiendo ambos. Pero como  saben, comencé haciendo esto mismo cuando he dicho que el error se presenta de una opinión falsa, que la pasión de una fuerza irracional dentro de nosotros  que rechaza obedecer razón; comúnmente ambos se llaman los errores en un sentido más genérico. Por lo tanto que decimos que el hombre licencioso, y el hombre que actúa en cólera, y el hombre que cree en la difamación están todos en error.
Chrysippus, el hombre y otros filósofos han escrito libros de como curar las pasiones del alma; Aristóteles y sus seguidores también debatieron (esta pregunta), al igual que Platón antes de ellos. Es mejor que aprendan estas materias de esos hombres, así como yo. Pero puesto que me hacen  una proposición así, en este primer discurso discutiré brevemente todos los puntos principales y en el orden en el que debieron ver cuando indagaron sobre el libro escrito por Antonius.

Capitulo II: Es probable que erremos aunque nosotros mismos debemos pensar que no lo hacemos, y podemos deducir esto de qué sigue. Consideramos que todos los hombres suponen que ellos mismos están en conjunto sin avería o que sus errores son pocos y suaves y en los grandes intervalos. Esto sucede especialmente en el caso de los que, a los ojos de otros hombres, yerran más. Tengo ciertamente prueba fuerte para esto si tengo prueba para cualquier cosa.  He visto que aquellos hombres cuando dejan a los otros inquirir en declarar que clase de hombres son, caen en pequeños errores, pero he visto que aquellos hombres que suponen que son excelentes y que no confían esta decisión a otros son los que caen mas frecuentemente en los peores errores. Cuando era joven, pensé que el dicto de Pythian de “conócelos” no tenía buena razón porque no incluía grandes acciones. Mas tarde, he descubierto que este dictum era justamente loable porque solo los hombres sabios pueden conocerse  con exactitud. Ningún otro hombre podría hacer esto, aunque un hombre puede tener conocimiento mejor o peor de ser que otro hombre.
En el conjunto de vida y en los artes individuales, es usualmente para cualquier hombre reconocerse superior y diferente en cosas, pero solo los que son solamente prudentes  y los artesanos expertos pueden reconocer superioridad y diferencias leves. Lo mismo sucede  en materia de errores y de pasiones. Siempre que un hombre se haga violento por pequeñas cosas, da mordeduras del excedente enojado y golpee a sus criados con el pie, estén seguros que este hombre está en un estado de pasión. Lo mismo es verdad en el caso de los que pasan su tiempo en beber al exceso, con las prostitutas, y en caricias. Pero cuando el alma está trastornada moderada sobre una gran pérdida financiera o una deshonra, es no más igualmente obvio si esta condición pertenece al género de pasiones, tanto como apenas pues que no es absolutamente cierto que quien come las tortas algo codicioso está actuando de la pasión. Pero incluso estas cosas llegan a estar claras a quienes han entrenado a su alma de antemano y han descubierto cuáles de sus pasiones necesitan la corrección, aunque (falta) para evitarlas no son ningún gran defecto porque son pequeñas.
Por lo tanto, quienquiera ser bueno y noble debe considerar que él no puede solo reconocer muchos de sus propios errores. Puedo decirles cómo él puede ser que los descubra todos, apenas como los he descubierto. Pero puesto que este libro puede entrar en las manos de otras, sigo siendo silencioso y no diré todavía como es mi  método; quisiera que se ejercieran, también, de modo que descubran una manera de saber sus propios errores antes de que les diga. Apenas como, por lo tanto, dejé que me hablaran y seguía siendo silencioso hasta que me preguntaron qué podría ser lo mejor posible para nosotros,  ahora seguiré el mismo curso, después de que les haya suplicado que se comprometan a leer este tratado para buscar el mismo punto en esto dispuesto, a saber, como el hombre pueda reconocer que está en un error.
Mientras que Esopo dice que tenemos dos sacos suspendidos de nuestros cuellos; el que está en frente está lleno con las averías de los otros; el de detrás con las nuestras. Esto es la razón por la que vemos las averías de los otros pero sigue siendo ocultos a los que se refieran a nosotros. Todos no admiten la verdad de esto y, además, Platón da la razón de ello. El dice que el amante está ciego con el objeto de su amor. Si, por lo tanto, cada uno de nosotros se ama más que a  todo, él debe estar ciego consigo mismo. ¿Cómo, entonces, él verá sus propios males? ¿Y cómo él sabrá cuándo él está en error? La fabula de Esopo y la máxima de Platón parecen demostrar a nosotros que el descubrimiento de nuestros errores están más allá de nuestras esperanzas.  A menos que un hombre pueda separarse de su amor propio, el amante está ciego de lo que él ama.
Aunque un hombre debe hacerlo, por si mismo, tan extenso una examinación en sus propios errores como él podría, encontraría difícil de descubrirlos. Por lo tanto, no esperaría que él que lea este libro para considerar, por si mismo, el como para descubrir sus errores propios. Por otra parte,  declaro que mi opinión tiene dos propósitos: que alguien por sus esfuerzos propios pueda ayudarse lo mejor, tomando mi método además suyo el propio, lo ayudará tanto más porque él ha encontrado no una sino dos maneras de ayudarse; si él no tiene una manera  propia, el uso continuo del mío lo ayudará hasta que él encuentre otra y una manera mejor. Con este prefacio, es hora de indicar cuáles es mi manera.

Capitulo III: Desde que los errores provienen de opiniones falsas, mientras que las pasiones se presentan por una fuerza irracional,  pensé que el primer paso estaba para un hombre para liberarse de sus pasiones; por estas pasiones están probablemente porque caemos en falsas opiniones. Hay pasiones del alma que todos conocemos: cólera, miedo, pena, envidia, y lujuria violenta. En mi opinión, la vehemencia excesiva en amar u odiar cualquier cosa es también una pasión; pienso que el refrán “la moderación es lo mejor " es correcta, puesto que no hay acción inmoderada que sea buena.
¿Cómo, entonces, podría un hombre cortar estas pasiones si él no se dio cuenta que las  tenía? Sino como dijimos, es imposible conocerlas, puesto que nos amamos al exceso. Aunque este refrán no permitirá que se juzgue a si mismo, admite que se puede juzgar a otros a que ni ame u odie. Siempre que oigan cualquier persona en la ciudad que es elogiada por muchos porque no adulan a ningún hombre, asóciense con ese hombre y sean jueces por propias experiencias si él es la clase de hombre que ellos dicen él sea. Primero, si lo ven ir continuamente a los hogares del rico, el de gran alcance, o aún los monarcas, sea seguro que han oído falso que este hombre habla siempre la verdad, porque tal adulación conduce a las mentiras. En segundo lugar, sea igualmente seguro que su reputación es falsa si lo ven el saludar de esta gente por nombre, visitándola, e igualmente cenar con ella. Quienquiera que ha elegido tal vida, no sólo no habla la verdad, él es enteramente el mal, porque él ama alguno o todo lo siguiente: abundancia, regla, honores, reputación.
 Cuando el hombre no saluda al de gran alcance y rico por nombre, cuando él no lo visita, cuando él no cena con ellos, cuando él vive una vida disciplinada, se esperará que ese hombre hable la verdad; intenten, también, ir a un conocimiento más profundo de qué clase de hombre él es (y esto debe ser después de un gran vinculo). Si encuentran a tal hombre, convóquenlo y hablen con él un día en privado; pídanle que él les revele inmediatamente lo que de las pasiones antedichas él vea en ustedes. Dígale que serán los más agradecidos para este servicio y que mirarán en él como es quien mas ha dado por ustedes, como si él los hubiera salvado de una enfermedad del cuerpo. Hagan que él prometa revelarlo siempre que él los vea afectados por pasiones que les mencioné.
Si, después de varios días, aunque hayan convivido tiempo con él, él no le dice nada, lo reprobarán y lo invitaran otra vez, aún más seriamente que antes, a revelar inmediatamente de lo que él les ve hacer como resultado la pasión. Si él les dice que él no ha dicho nada porque él no les ha visto cometer ningún acto apasionado durante este tiempo, no lo crean inmediatamente, ni piensen que se han convertido repentinamente libremente de averías, sino consideren que la verdad debe ser una o la otra de lo siguiente. Primero, el amigo que han convocado o ha sido negligente y no les ha prestado atención, o él sigue siendo silencioso porque él está asustado en reprobarles, o porque él no desea ser odiado, conociendo como es generalmente, como puede ser que diga, todos odian a quienes hablan la verdad. Si él no ha seguido siendo silencioso por estas razones, quizás él es en segundo lugar poco dispuesto ayudarles y no dice nada por él o una cierta otra razón que no puede encontrar en nosotros mismos para elogiar.
Si no me creen que es imposible no tener ninguna falta, me elogiarán de aquí en adelante cuando  vean a diario que todos caen en errores incontables y que hacen cosas incontables en pasiones porque no se comprenden así mismos. Entonces, por lo tanto, consideran que son algo más y no son un ser humano. Pero juzgarán que son algo con excepción de un humano si se engañan en la creencia de que no ha hecho nada sino las buenas acciones para una jornada completa, mucho menos por un mes entero.
Si sus propias opciones o una cierta disposición malvada les han hecho disputaciones, o si les disponen naturalmente a pelear, quizás refutarán la discusión que propuse antes afirmando que el sabio es algo mas que los seres más humanos. Pero comparen su discusión con la mía, que era doble: primero, eso solamente que el mas sabio está enteramente libre de avería; en segundo lugar, además del precedente, si el mas sabio no está libre de avería, ni uno ni otro es él un del ser humano a este respecto. Esta es la razón por la cual se oye a filósofos el viejo refrán a que ser sabio es sentirse bien como Dios. Pero, seguramente, ustedes vendrían nunca repentinamente asemejarse a Dios. Cuando que los que han pasado su entrenamiento de vidas enteras ellos mismos para estar libres de la emoción no creen que han adquirido perfectamente esta meta,  deben ser convencidos que no están libres de la emoción puesto que nunca se han dedicado a este entrenamiento.
Por lo tanto, no debe creer al hombre que le dice que él ha visto que no hacen nada en la pasión; consideren que él dice esto porque él es poco dispuesto ayudarles, o porque él elige no observar el mal que hacen, o porque él desea cerciorarse de que no quieren odiarlo. Quizás, también, él ha visto que no podrían aguantarlo en el pasado en que alguien censuró sus errores y pasiones; por lo tanto, él sigue siendo naturalmente silencioso porque él no cree que están diciendo la verdad cuando dicen que desean saber cada acción incorrecta que confían. Pero si siguen siendo silencioso del primero y no pronuncian ninguna queja contra él que le corregirían y le liberarían de sus hechos (de la pasión), encontrará en un muy a corto plazo que sirve después de eso y que le dé la corrección verdadera; esto será más probable de suceder si demuestran la gratitud a su corrector después de que  tengan, gracias a él, quitado el daño de si mismos.  Encontrará una gran ventaja en la consideración de si él tiene razón o es incorrecto en la censura. Si hacen esto continuamente porque realmente han elegido hacerse hombres buenos y nobles, y serán tales.
En comienzo, aunque encuentren en la examinación que él ha traído una carga contra ustedes como insolente y falso, no intenten persuadirse que no han hecho ningún mal; pero dejen esto ser su primera regla de la conducta, a saber, ser firme cuando están tratados con insolencia. Alguna vez más adelante, cuando ven que sus pasiones se han puesto bajo alojamiento, pueden emprender defenderse contra su difamador. Pero no hagan claro por la amargura de su nueva prueba y por la calidez de sus palabras que desean confundirlos; algo, evidencia de la elasticidad que están actuando para mejorarse. Por lo tanto, después de que él haya hablado persuasivo y le hayan contradicho,  los ganarán encima a una comprensión mejor, o  encontrarán, después de una examinación más extensa, que él estaba en lo correcto. Tan de todos modos Zeno, juzgaba también que debemos actuar cuidadosamente en todas las cosas apenas como si  fuéramos a contestar para él a nuestros profesores pronto después de eso. Para, según Zeno, se es más listos en censurar a sus vecinos, aunque nadie impulso a ellos de hablar.
Sin embargo, el hombre que pide consejos no debe ser rico ni poseer dignidad civil: el miedo guardará a cualquier persona de decir la verdad a uno en oficina civil, apenas como el miedo de perder su beneficio quiere protegerse de decir la verdad a los ricos. Aunque haya alguien que parece decir la verdad, esténse a distancia de él. Si, por lo tanto, cualquier persona que es de gran alcance o también rico desean hacer buenos y nobles, él primero tendrá que poner a un lado su poder y su riqueza, especialmente en estas épocas en que no encontrará a un Diógenes que le dirá la verdad incluso a un hombre rico o a un monarca.
El rico y el poderoso, entonces, seguirán sus consejos. No serán entonces unos de los hombres más ricos o poderosos de la ciudad. Dejen a todos decirles qué avería encuentran; no se enojen con cualquier persona; consideren a todos, como Zeno dijo, como a sus profesores. Ni deben prestar misma atención a todas las cosas que les dicen. Den atención a la mayoría de viejos que hayan tenido vida excelente vivida. Los de la vida excelente son, he precisado antes. Al pasar el tiempo, entenderán sin su ayuda y se darán cuenta que grandes eran sus errores anteriores; entonces se les hará claro que les digo la verdad cuando digo que nadie está libre de pasiones y de errores, aunque tenga la mejor disposición natural y tenga los mejores hábitos, a todos se les escapa  y más cuando se es joven.

Capitulo IV: Cada uno de nosotros necesita casi una vida de entrenamiento para hacerse perfecto. De hecho, un hombre no debe dar para arriba intentar hacerse mejor aunque, en la edad de cincuenta, él debe ver que su alma ha sufrido el daño que no es incurable pero que se ha ido sin corregir. Aunque un hombre de esta edad debe encontrar su cuerpo en condiciones pobres, él no las daría encima enteramente a su salud pobre, sino que él haría cada esfuerzo de hacerse más vigoroso, aunque él no podría tener la fuerza corporal de un Hércules. Por lo tanto, déjenos continuar esforzándonos en hacer nuestras almas más perfectas, aunque no podamos tener el alma de un hombre sabio.
Si desde nuestra juventud hemos pensado en nuestra alma, déjenos tener la gran esperanza de que nosotros algún día tendremos la llamada alma de un hombre sabio. Si hemos caído en esto, déjennos ver, al menos, que nuestras almas no se hagan malvadas –como el cuerpo de Tersites. Supongamos, que cuando estamos entrando en existencia,  podríamos hablar con el que está supervisando nuestro nacimiento; supongamos que podríamos pedirle el cuerpo más sano. ¿Nosotros, bajo cualquier circunstancia, no le pediríamos sucesivamente el cuerpo que esté en segundo, tercer, o cuarto lugar en estado de saludabilidad? Si no se puede tener el cuerpo sano de Hércules, el cuerpo de Aquiles es satisfactorio; si no podemos tener la salud de Aquiles,  tengamos la de Ajax o Diomedes o Agamenón o Patroclo; si no podemos tener ninguno de estos, entonces, por lo menos, déjenos el cuerpo sano de algún otro héroe a que admiramos. De la misma forma, entonces, aunque un hombre no puede tener la salud más perfecta del alma, pienso que él aceptaría estar en segundo lugar o tercer o cuarto de la etapa. Ni es esto imposible para uno quién ha compuesto su existencia, si él ha estado en el entrenamiento continuo sobre un período del tiempo considerable.
Cuando seguía siendo joven y persiguiendo este entrenamiento, miré a un hombre que con impaciencia  intentaba abrir una puerta. Las cosas no se resolvieron como él las pensaba, lo vi morder la llave, golpear la puerta con el pie, blasfemar, se mostró violentamente como un loco, con espuma en la boca como un verraco salvaje. Cuando vi esto, concebí tal odio para la cólera que nunca  me comporté después de eso de una manera parecida. Ésto sirve actualmente bastante para guardarme de blasfemia, de golpear con el pie la piedra y la madera penetrante, de tener mirada salvaje; éste será suficiente motivo para encubrir la cólera y guardarla dentro de uno. Un hombre no puede liberarse del hábito de la cólera tan pronto como él resuelva hacer así pues, pero él puede mantener choque a  las manifestaciones de su pasión. Si él hace esto con frecuencia, él entonces descubrirá que él estará menos propenso a la cólera que antes. Cosas que son poco importantes o menos importantes no causan su cólera; y aunque haga las materias excesivas enojosas que son de gran importancia, su cólera será mas leve. Alcanzará este resultado, a saber, que en fecha más última él hará solamente un poco las materias serias del excedente enojado, si él sigue la práctica propuesta. Cuando era joven me impuse esta prescripción que he observado con vida entera, a saber, nunca expulsar cualquier esclavo de la casa y con mis manos. Mi padre practicó este mismo procedimiento. Los amigos que no lo escuchaban se lastimaban los tendones mientras le pegaban a sus esclavos en los dientes; él les dijo que se merecían tener esas heridas e incluso morir en el ajuste de la pasión que les había venido sobre ellos. Incluso si hubiesen esperado un poco, les dijo, hubiesen utilizado una barra o un azote para infligir tantos golpes como deseaban y  actuar con más reflexión. Otros hombres, sin embargo, no sólo (pegan) con sus puños, dañan ojos con objetos punzantes cuando los tienen a manos. He visto a un hombre, en su cólera, golpear a un esclavo en el ojo con una caña para escribir. El emperador Hadrian, dicen, le introdujo una caña de escribir a uno de sus esclavos en el ojo ; y cuando él aprendió que el hombre había perdido su ojo debido a esta herida, él convocó a el esclavo y permitió que él pidiera un regalo a cuál sería igual a su dolor y pérdida. Como  el esclavo que había sufrido la pérdida seguía siendo silencioso, Hadrian pidió otra vez que él hablara para arriba y que pidiera lo que él desee. Pero él pidió nada más que otro ojo. ¿Qué regalo podría equivaler el valor del ojo que había sido destruido?
 Deseo recordar algo que me sucedió una vez, aunque yo he hablado a menudo sobre este mismo incidente. Cuando que volvía a casa de Roma, viajé junto con un amigo mío de Gortyna en Creta. Este amigo era, en otros respectos, una persona estimable porque él era simple, amistoso, bueno, y todo menos miserable. Pero en él la cólera era tan propensa que él solía golpear a sus criados con sus manos e incluso a veces con sus pies, pero lejos más con frecuencia con un azote o cualquier pedazo de madera que sucediera ser práctico.
Cuando estaba en Corinth, habíamos decidido enviar a todo nuestro bagaje y a todos los criados, excepto dos, de Cenchreae a Atenas por barco mientras que él emplearía un carro para nuestro viaje por tierra por Megara. De hecho, cuando  habíamos pasado por Eleusis y venía al llano de Thriasian, él pidió a los criados (quiénes seguían el carro) algo del equipaje, pero no podrían dárselo. Él cayó en una rabia. Puesto que él no tenía nada con que golpear a los hombres jóvenes, él tomó una espada de buen tamaño en su vaina y les empezó a golpear. No tomó para si el lado plano (de esta manera él no se habría hecho ningún daño) pero agarró el filo de la espada. La lamina cortó  e hizo dos serias heridas en la cabeza de ambos –los golpeó dos veces a cada uno-. Cuando él vio la sangre verter delante en corrientes abundantes, él nos dejó  y se fue rápidamente a Atenas a pie para el miedo que alguno de los criados pueda morir mientras él estaba presente. Logramos que los hombres heridos llegaran con seguridad a Atenas.
Pero mi amigo Cretan subió la carga en su cabeza. Él me tomó por la mano y me condujo a una casa; él entregó su azote, se sacó de sus ropas, y me hizo una oferta por lo que él había hecho en el apretón violento, en su maldecida cólera como él la llamó. Cuando reí (y esto era una reacción razonable), él cayó en sus rodillas y me preguntó que hacer. Estaba muy claro que él no quiso importunarme y pedía ser azotado, y me hacía dar más risa. Cuando habíamos perdido bastante tiempo en la petición y riendo, le prometí que lo azotaría si él sí mismo concedería una cosa muy pequeña que le iba a pedir. Como él lo prometió, yo le pedí su atención porque tenía algunas palabras a decirle, puesto que éste era su pedido. Como él había prometido que él haría así pues, yo le hablé por algún tiempo y le amonesté que era necesario entrenar al elemento irascible dentro de nosotros. Ésta es la manera, obviamente, que lo azoté y no de la manera que él pidió. Después de que le hubiera mandado, salí.
Que el amigo el mío, entonces, tomó el pensamiento para si mismo y en un año él hizo un hombre mucho mejor. Aunque ustedes no deben convertirse mucho mejor, esténse satisfechos si en el primer año han avanzado y han demostrado una cierta medida pequeña de mejora. Si continúan soportando su pasión y ablandando su cólera, demostrarán una mejora más notable durante el segundo año; entonces, si todavía continúan tomando el pensamiento para si, notarán un gran aumento en la dignidad de su vida en el tercer año, y después de eso, en el cuarto año, del quinto, y así sucesivamente. Un hombre puede hacer todo, por muchos años en la sucesión de esfuerzos, que él puede hacer de buen médico, o locutor público, o gramático, o geómetra. ¿Es una deshonra trabajar durante mucho tiempo para ser algún día un buen hombre?

Capitulo V: ¿Cómo, entonces, hace uno para comenzar este entrenamiento? Retomémoslo para arriba otra vez, porque no hay daño en decir las mismas cosas dos veces o tres veces en las materias que son las más necesarias. En principio nunca utilizar la propia mano en castigar a un criado que ha hecho mal. He oído una vez que Platón había perdonado a uno de los criados que había hecho un cierto mal; es porque pensó lo noble de la acción. Actúen de la misma forma a través de la vida. Así pues, también, nunca golpeen a un esclavo con sus manos, ni asignen la tarea a otro mientras que se está todavía enojado; hasta puesto se les haya apagado la cólera hasta el día siguiente. Después de que se les haya desplomado su cólera, considerarán con mayor prudencia los latigazos que se deben dar a quien se ha merecido azotar.
¿No es ser razonable posponer mejor infligir del castigo, aunque hayan llamado para el azote, les hayan azotado con su lengüeta, y hayan amenazado nunca otra vez perdonarlo si él es culpable después de eso de cuestiones similares? Seguramente, es el mucho mejor para infligir el castigo cuando están hirviendo no más con la pasión y después de que están libre de su rabia no razonante; la reflexión fresca entonces les demostrarán qué tiene que ser hecha. Pueden ver que la rabia es una locura de las cosas que lo hacen los hombres cuando están en el apretón de la rabia: golpean y rasgan sus ropas con el pie; gritan y se transforman; van sin cesar hasta, como eI dicho, se enfurecen con las puertas, las piedras y las llaves, rompiendo una cosa, mordiendo otra, pateando otras tantas.
Quizás digan que estas acciones son características de los hombres que son en verdad enojados, mientras que las cosas que hacen son características del hombre templado. Admito que eso de golpear a criados con sus manos propias, no es una grave avería tanto como la mordedura del quien golpea piedras, puertas, y llaves con el pie, solamente estoy convencido que infligir lesión incurable en un humano es un acto de alguien levemente insano o de un animal irracional, salvaje. El hombre solamente, con respecto a otras cosas, tiene el regalo especial de la razón; si él echa este regalo a un lado y complace su cólera, él es que vive y que actúa como un animal salvaje más bien que un hombre.
Por lo tanto, no consideren un hombre sabio al que esté parado solamente absuelto de esta misma cosa, a saber, golpeando, mordiendo, y apuñalando a los cercanos. Tal hombre, en verdad, no es  una bestia salvaje, pero él no es de hecho un hombre sabio; está en alguna parte entre los dos. ¿Están, por lo tanto, contenidos si no son más que una bestia salvaje? ¿No se quieren a hacerse hombres buenos y nobles? ¿O, puesto que son no más bestia salvaje, no es mejor que dejen de ser enojados e irracionales? Si nunca son esclavos a encolerizarse, si razonan siempre las cosas hacia fuera y hacen todo lo que piensan que es lo mejor posible después de la consideración desapasionada, serán hombres buenos y nobles.
¿Cómo esto sucede? Sucede después de que hayan conferido sobre si el honor concebible más grande. ¿Si no son propensos a la cólera, esto no prueba que son los mejores de todos los hombres? Pero quizás desean ser considerados mejores, aunque no estén dispuestos realmente a estar mejor como alguien que, en realidad, es físicamente enfermo pero es impaciente sea sano pensado. ¿No piensan que la cólera es una enfermedad del alma? ¿O  piensan que los hombres de la antiguedad eran incorrectos cuando ellos hablaban de la pena,  de la cólera, de la lujuria, del miedo, y de todas las pasiones como enfermedades del alma?
Como lo veo, éste es el curso en gran medida mejor a seguir: primero, si un hombre desea mantenerse tan libre de las fuerzas de las pasiones que mencioné, tan pronto como él se levante de cama, lo dejó considerar para cada uno de sus tareas diarias si es mejor vivir pues esclavo a sus pasiones o aplicar razón a cada uno de ellas; en segundo lugar, si él desea ser bueno y noble, lo dejó que busque a alguien que le ayudará divulgando cada acción suya que sea incorrecta; después, (él debe) guardar este pensamiento antes de su pensamiento cada día y hora: es mejor que él se estime como uno el del bueno y noble, pero ninguno de nosotros pueden tener éxito en esto a menos que él tenga alguien para precisar cada error suyo; por otra parte, debemos considerar a quién nos muestra nuestras averías como nuestro repartidor y amigo más grande.
Además, aunque  piensen a veces que los cargos que tal amigo pone en su puerta son falsas, deben refrenar su cólera. ¿Por qué? Primero, es posible que él vea mejor que ustedes para hacer los errores en los cuales ustedes caen, apenas pues es posible que lo vean mejor que él cuando él hace algo mal. En segundo lugar, aunque él sea ocasionalmente incorrecto en algunas cosas, le deben por eso someterse a una examinación más exacta de sus acciones. Pero la cosa más importante es que, después de que hayan decidido estimarse como hombres buenos y nobles,  vean a ella que guardan antes de que su pensamiento, lo feo del alma de los que estén enojados y la belleza del alma de esos de los que no están propensos a la cólera.
Para quienes es habitual estar durante mucho tiempo en error encuentran difícil de quitar las pasiones de su alma; por lo tanto, deben practicar durante mucho tiempo cada uno de los principios que se calculan para hacer al hombre que se conforma con ellos una persona buena y noble. Pero el alma esta ya llena de pasiones, y, por lo tanto, no podemos notar que uno se conduzca del alma sin gran esfuerzo en nuestra partición. Por lo tanto, cada uno de nosotros, los deseos de que se ahorrarán, tiene que entender que (él debe) no relajar su vigilancia por una sola hora; debemos permitir que todos los hombres nos acusen; debemos escuchar ellos en un nivel apacible; (debemos demostrar) gratitud, no a esos que nos adulan, sino a esos que nos dan reprimenda.
Si se han preparado tan bien que son confiados que nadie que viene visitarlos lo encontrará haciendo los errores mas grandes, dejen la puerta de su casa siempre abierta y concedan a sus amigos cercanos que entren en cualquier momento. Cortar cualquier error es difícil para quien es poco dispuesto intentar. Pero si un hombre se determina de hacer así pues, es muy fácil conseguir librarse de los errores principales. El ingenio se ha abierto siempre correctamente por la puerta, como he dicho, denles a sus amigos cercanos la oportunidad para entrar en cualquier momento. Todos quienes son moderados en todas sus acciones públicas; deben hacer igual en su propio hogar. Cuando ésos  [en vida pública] han hecho un cierto mal y se encogen, no están avergonzados de sí mismos pero esos otros los han descubierto. Pero deben estar avergonzado de sí mismos y prestar atención especial aquello que dice:

Por sobre todo, avergüéncense de si mismos

Si  hacen esto, un cierto día podrán domesticar y calmar esa fuerza de la pasión dentro que es tan irracional como alguna bestia salvaje. Los caballos indomables son inútiles, pero los jinetes los pueden hacer en poco tiempo sumisos y manejables. ¿Puede que no toman y domestican esta cosa que no sea alguna bestia fuera de si, solamente una fuerza irracional dentro de su alma, una vivienda que comparte en cada momento con su fuerza la razón? ¿Aunque no puedan domésticarlas rápidamente, no pueden hacerla en un período del tiempo más largo? Sería una cosa terrible si no pueden.

Capitulo VI: En mi tratado de “Sobre el carácter moral”  he escrito extensamente como un hombre pudo hacer su alma muy buena; preciso que no hay necesidad de él de destruir la fuerza de su alma más que destruiríamos la fuerza de los caballos y de los perros que se nos puso disposición. Pero apenas como ejercicio de nuestros caballos y perros en la práctica de la obediencia, debemos también cultivar obediencia en nuestra alma. Que en el mismo tratado también fui absolutamente claro cómo pueden ser que se utilice la fuerza irascible de uno mismo para  ayudarle a luchar contra la otra fuerza, que los filósofos de la antigüedad llamaron la concupiscible,  por los cuales nos conducen, sin el pensamiento, a los placeres del cuerpo.
La cólera de un hombre que hace su comportamiento impropio, él es una cosa vergonzosa a considerar. Es justo como vergonzoso cuando su comportamiento impropio es debido al deseo y a la glotonería erótica y a la embriaguez y al lujo en comer, que son acciones y pasiones que pertenecen a la fuerza concupiscible de su alma. Desemejante de la fuerza irascible, representé esta fuerza como los caballos y los perros, pero que se diferencian del verraco salvaje, la cabra y las bestias salvajes  que no pueden ser domesticados. Una de tan allí no es ningún entrenamiento para la fuerza concupiscible que corresponde al entrenamiento producido por la obediencia a la parte irascible del alma, pero hay una clase de analogía entre esta obediencia y lo qué los antiguos llamaron castidad.
La castidad de la fuerza concupiscible consiste en no equiparla con el disfrute de las cosas que desea. Si logra a este disfrute, llega a ser grande y fuerte; si se disciplina y se corrige,  eso llega a ser pequeño y débil. El resultado es que la fuerza concupiscible no sigue razón porque es obediente pero porque es débil. Igual es seguramente verdad que los seres  humanos consideramos que los peores siguen a el mejor cualquiera porque el inferior es forzado contra sus voluntades, al igual que el caso con los niños y los esclavos, o porque obedecen dispuestos, al igual que los que son buenos por la naturaleza. Por otra parte, los antiguos tenían un nombre en el uso común para los que no se han regañado y no se han disciplinado en esto mismo respecto: ese hombre, quienquiera él sea, en quien está claro que la fuerza de la razón no pudo disciplinar la fuerza concupiscible, esta llamado un hombre insuperable o indisciplinado.
Tenemos en nuestras almas dos fuerzas irracionales. La [irascible,] tiene para que su tarea el enojarse y vengarse sobre el terreno con los que se parezcan,  tratándonos la enfermedad de cierta manera. Es también una función de esta misma fuerza el de acariciar su cólera por un período más largo puesto que la pasión de la cólera es mayor en proporción con la longitud del tiempo que aguanta. La otra fuerza irracional en nosotros [la concupiscible] es la cual adelante nos llevamos a qué aparece ser agradable antes de que hayamos considerado si es provechoso y bueno o dañoso y malo.
Esfuércense sostener la impetuosidad de esta fuerza en choque antes de ella crezca y adquiera una fuerza invencible. Para entonces, aunque lo hagan así pues, no podrán sostenerlo en choque; entonces dirán lo que oí a cierto amante decir - eso deseo parar pero eso usted no puede - entonces él nos invitará para la ayuda pero en inútil, apenas como ese hombre pide alguien que le ayude y corte su pasión. Para hay también enfermedades del cuerpo tan intensas que están más allá de curación.
Quizás nunca han pensado en esto. Sería mejor, después, para que ahora piensen y consideren si yo digo la verdad cuando digo que la fuerza concupiscible encierra a menudo tanta fuerza que nos lanza a un amor más allá de toda la curación, un amor no sólo para los cuerpos hermosos y los placeres sexuales pero también para comer voluptuosamente, glotonería en comida y bebida, y para la conducta lasciva, artificial, y también logre (la fuerza concuspiscible) que me haya equivocado en esto y en otras materias sobre las que he escrito antes.
Consideren que lo qué dije antes sobre la cólera también se ha dicho sobre las otras enfermedades del alma, primero, no debemos dejar la diagnosis de estas pasiones solamente a nosotros, debemos confiarlas a otras; en segundo lugar, no debemos dejar esta tarea a cualquier persona sino a más viejos hombres que se consideren comúnmente ser buenos y nobles a las cuales hemos dado la aprobación completa porque, en ocasiones del hombre, nos ha encontrado libres de estas pasiones. Debemos demostrar más lejos que somos agradecidos a estos hombres y estamos molestados con ellos cuando mencionan cualesquiera de nuestras averías; entonces, también, un hombre debe recordarse estas cosas cada día si él lo hace  con frecuencia todo lo mejor, pero si no es con frecuencia, por lo menos déjelo hacer en el amanecer, antes de que él comience sus tareas diarias, y hacer igual antes de descansar. Pueden estar seguros que he crecido acostumbrado a mencionar dos veces al día las exhortaciones atribuidas a Pitágoras -primeros yo los leo, después los recito en voz alta-.
No es bastante que practiquemos autodominio sobre nuestra cólera; debemos también limpiarnos de comer voluptuosamente, de la lujuria carnal, de la embriaguez, de la curiosidad excesiva, y de la envidia. Dejado algún otro guardar vigilancia sobre nosotros para ver que no nos ven codicioso el llenarnos del alimento como lo hacen los perros, o, al igual que eso el que se arde con una fiebre no intermitente, que no levantemos la bebida a nuestros labios más codiciosos que un hombre de dignidad. Por hambre no es una razón apropiada para llenar el vientre codicioso y el exceso, ni la sed justifica el beber de la taza entera en un solo trago. Un apetito glotón para todos en vista es una mucho menos razón conveniente de gozar más que un pedazo pequeño de los pasteles o de un poco de otro aperitivo delicado. Por otra parte, mientras que somos principiantes en todas estas materias, debemos pedir a otros mirar sobre nosotros y para informarnos cualquier error en el cual caigamos; después, déjenos, sin la ayuda de nuestros profesores particulares, vigilancia de la subsistencia sobre nosotros mismos y esté en nuestro protector para que poder tomar menos para comer que eso de quien está cenando con nosotros y eso que podemos guardar lejos de los alimentos delicados mientras que comemos los alimentos saludables en la moderación.
A medida que pasa el  tiempo, no más les pediría que miren sus compañeros en la mesa, porque no es gran tarea el comer y  beber más templado que ellos lo hacen; si, sin embargo, realmente han aprendido el como para juzgarse, consideren si han vivido una vida de la mayor autodisciplina ayer u hoy. Si hacen esto, percibirán día por día que son más contenidos a guardar lejos de las cosas de las cuales les hablé;  verán que se alegra grandemente sus almas, si es de hecho un amante verdadero de la temperancia. Cualquier hombre está alegre al progreso del hacer en el lo que él ame. Por lo tanto, es que vemos que los bebedores están alegres cuando beben de mas; los glotones son felices en ese placer de abundancia de alimentos; el voluptuoso en comer alegres cuando aventaja a aquellos que se alegran en comer tortas, en potes y cacerolas, y buscar alimento. Y he conocido a algunos hombres que se jactaban sobre el número grande de sus hazañas sexuales.
Apenas como ésas prácticas mías persiguen a altura de los objetos de su celo, así que debemos perseguir entusiastamente el pico de la temperancia. Si hacemos esto, no nos compararemos al del indisciplinado e inclemente, ni será bastante para tener más autodisciplina y temperancia que ellos. Primero, nos esforzaremos en sobrepasar a los que seriamente persigan esta misma virtud de la temperancia, porque tal rivalidad es muy noble; después de ellos, se esfuerzan sobrepasarse, de modo que de largo y continuo de costumbre que podemos gozar el usar de los alimentos que son los más saludables y del más fácil de proporcionar tan bien como la alimentación. Recordémonos que éste es uno de los proverbios que se dice bien:

“Elija la vida que es la mejor;  vivirla así la hará mas agradable. “

Cuando les pregunté que para ejercitarse contra su cólera,  podían ver pues un símbolo de la ventaja que ganaron, que no eran más enojosos. Que se convertían de la misma forma, que dejaron el hecho de que anhelan no más para las cosas cuál es el más agradable sea un símbolo  en materia de la temperancia. El camino a la temperancia está en la autodisciplina. Es de esta misma manera que el más templado lleva a cabo una ventaja sobre el hombre que no tiene ningún comando sobre sí: el hombre templado anhela no más para las delicadezas de la mesa, debido a hábito de muchos años o debido a  su mismo control -como las mismas palabras lo indican, puesto que se deriva de controlar y de conquistar sus deseos. Practicar es difícil, por lo menos al principio, pero éste es el caso con cada práctica de una búsqueda noble.
Si, por lo tanto, desean tener o virtud en vez de maldad o la paz del alma en vez de los titubeos  del cuerpo,  deben ejercitarse de la manera ya mencionada mientras que hacen su manera la temperancia con autodominio. Pero si  deciden deshonrar la virtud o sentir los titubeos a través de su cuerpo entero, después deben poner este discurso a un lado. No suplica a la virtud; pero para esos el quien ha sido encima,  se explica la manera de la cual un hombre pudo adquirir virtud.
Aunque mi discurso se divide en dos partes, a saber, cómo cada uno de nosotros hace capaz de saberse, y cómo cada uno puede corregir sus errores cuando él los ha reconocido, no propongo hablar sobre la corrección, sino algo sobre el reconocimiento de sus errores. Pero puesto que no es posible que los principiantes reconozcan estos errores por sí mismos, designaremos otras al vigilador sobre esos el que está comenzando. Estos supervisores podrán ellos mismos bien enseñarlos y reconocer los errores y las pasiones de los cuales se han fijado libremente y ver lo que todavía requieren para la perfección.
También ahora diré cuáles soy en el hábito de decir en cada ocasión: de una forma, es lo más difícil de todas las cosas para un hombre a conocerse a si mismo; de otros, es el más fácil. (Para si un hombre desea tener un conocimiento de su uno mismo interno, él debe trabajar muy difícilmente para obtenerlo; si él desea solamente un conocimiento superficial, éste será el suyo con prácticamente ningún esfuerzo en todos.)

Capitulo VII: Por eso, en respuesta a sus deseos, establezco la suma total de todo lo que tengo dicho y todo Io que voy a decir. Aunque puede haber una cierta otra manera por la cual un hombre se hace bueno y noble, no sé descubrirla. Por lo tanto, seguí personalmente esta manera a través de la vida entera, y no tuve problemas al explicárselos a otros; de hecho, los urgí a cambiar lugares conmigo y mandarme si sabían de una cierta otra manera de llegar a ser nobles y buenos. Pero hasta que parecemos de una cierta otra manera, apurémonos con este camino que sea el generalmente para reconocer y curar todas las enfermedades del alma. Para la obstinación, el amor de la gloria, lujuria para la fuerza son enfermedades del alma. Tratar de agradar a los demás es menos dañoso que éstos, pero, es también, sin embargo, una enfermedad. ¿Qué debo decir de la envidia? Es el peor de males. Llamo envidia siempre que alguien se aflija sobre el éxito de otros. Toda la pena es una enfermedad, y la envidia es la pena peor, si decimos que es una pasión o una clase de dolor que confine con pena.
Pero el camino de curación que tengo mencionado es en todos los casos el común. Debemos observar que es vergonzoso y  evitar en a los que se cogen en el apretón violento de estas enfermedades, porque en tales hombres la deshonra se considera claramente. Pero no debemos pensar que no tenemos nuestra parte de la deshonra porque no la vemos en nosotros mismos. El amante está ciego con respecto a lo que él ama;  los vicios insignificantes que pasamos por alto en nosotros mismos debido a nuestra ceguera no se pueden pasar por alto en otros porque son tan grandes.
Por lo tanto, debemos encontrar a alguna persona madura que pueda ver estos vicios e impulsarlo revelar con franqueza todos nuestros errores. Cuando él nos dice de una cierta avería, déjenos después, primeros, sea inmediatamente agradecido a él; entonces, van a un lado y consideran la materia de nosotros mismos; censurémosnos e intentemos cortar la enfermedad, no sólo al punto donde no está evidente a otras, pero si en cuanto a quitar tan totalmente sus raíces de nuestra alma. Para si no se quita, será regado por la maldad de las otras enfermedades que moran en el alma y el brote para arriba otra vez. Por lo tanto, debemos prestar la atención a cada uno de las enfermedades que notamos en nuestros vecinos para ver si ninguna de estas enfermedades están en nuestra alma propia. Para esta enfermedad debe ser cortada mientras que todavía está brotando y antes de que haya llegado a ser tan grande en cuanto a sea incurable.
La mayoría mira desdeñosamente sobre todas las otras enfermedades del alma, y no pueden tan observarlas cuando ven a otros hombres que sean afectados por ellos. Pero nadie no puede ver claramente que la pena es un mal del alma, apenas pues el dolor es un mal para el cuerpo.
Cuando apenaron sobre una cuestión pequeña y había notado uno de los hombres jóvenes con quienes era conocido absolutamente bien esto una el igualar, él vino a mi en el amanecer y dijo que él había estado despierto toda la noche debido a esto, hasta que él recordó que no estaba como materias muy importantes apenadas del excedente, pues en él era excedente los pequeños. Él deseó saber cómo lo sobresalí en esto, si era el resultado de la práctica, o de principios, o porque era tal al lado de naturaleza. Y tan le dije la verdad. Le dije que, en la edad de la adolescencia, la naturaleza sea en todos los casos un gran factor, al igual que también imitación de ésos sobre nosotros; después, los principios y la práctica son influencias importantes.
Que nuestras naturalezas individuales son enteramente diversas se puede aprender claramente de los niños que el que se trae a nuestra atención. Algunos de ellos son siempre radiantes y sonrientes, otros suelen estar siempre tristes; algunos son listos a reírse de todo, otros son listos en llorar en el menor pretexto; un poco de parte (toda) que tienen, otros amontonan todo; algunos llegan a estar enojados sobre las cosas más pequeñas de modo que muerden, patean y toman venganza en su vecino con palillos y piedras cuando piensa que injustamente los han tratado, otros son tolerantes y suaves, ni creciendo enojados ni gritar hasta que han sufrido una cierta gran injusticia. Y tanto como Eupolis, el poeta cómico, Aristides representado el justo como habiendo hecho esta pregunta:

¿bajo que influencia usted ha sido tan injusto?

y dio su respuesta:

La naturaleza fue el factor más fuerte, pero también le di una mano.

No sólo, entonces, es la naturaleza de los jóvenes predispuestos a la pena pero están también fácilmente inclinados a encolerizar y a el comer suntuoso, las pasiones que he hablado  largamente hasta ahora. Además de los tipos de jóvenes que he mencionado ya,  pueden ver alguno que sea desvergonzado, otros que sean respetuosos; algunos tienen buenas memorias, otros son sin pensamiento y se olvidan; algunos trabajan difícilmente en sus estudios mientras que otros son descuidados y perezosos; entre los que trabajen difícilmente algunos son listos a alegrarse cuando son elogiados, otros se ruborizan cuando sus profesores encuentran la avería con ellos, y aún otros estén avergonzados cuando se castigan; tanto también entre el perezoso,  pueden ver que cada uno tiene una diversa razón de su indolencia.
Por lo tanto, todos los que observan a niños llaman a algunos modestos y a otros desvergonzados. De la misma forma, los llaman a cualquiera ambicioso y amantes de la belleza y de la calidad, o dicen que son indiferentes en honrar, belleza, y calidad. Dicen más luego que son cobardes o despectivos de soplos; y pusieron otros tales nombres en ellos según sus naturalezas. De esta manera, entonces, vemos que algunos niños son naturalmente veraces o mentirosos y tenemos muchas otras diferencias del carácter sobre las cuales ahora no haya, en toda la probabilidad, necesidad de hablar, porque educan algunos de estos niños muy fácilmente mientras que otros no se benefician en absoluto. No debemos, por eso, descuidar los jóvenes, sino que debemos alzarlos en los mejores hábitos. Si su naturaleza acepta la ventaja de nuestro cuidado, podrían sentir bien a buenos hombres. Si no pudieran aceptar esta atención, la culpa no sería las nuestras.
La educación de niños de cierta manera se asemeja de cerca a la horticultura. Para toda su atención cuidadosa, el granjero nunca podría el hacer un producto del arbusto de zarza al manojo de uvas. Para comenzar, la naturaleza del arbusto no admite tal perfección. Una vez más aun cuando las vides quizás sean fructuosas, producirán la fruta inferior o ninguna si el granjero  los ha  descuidado y a la izquierda los deja de la naturaleza solamente. Igual es verdad con animales. Si entrenan a un caballo, tendrán un animal que sea útil para las cosas del hombre y;  aunque un oso aparece ocasionalmente doméstico, no mantiene constantemente este humor suave, mientras que la víbora y el escorpión nunca van a dar el aspecto de ser domésticos.

Capitulo VIII: No soy calificado para decir qué clase de naturaleza tenía de muchacho –el conocerse es una cosa difícil para los hombres ya crecidos, mucho menos para muchacho- pero he gozado de la buena fortuna del tener al menos irascible, el más justo, el más devoto, y al más bueno de los padres. Mi madre, sin embargo, era a la cólera tan propensa que mordió a veces sus doncellas; se quejaba constantemente a mi padre y luchó con él más que Xanthippe con Sócrates. Cuando comparé los hechos nobles de mi padre con las pasiones vergonzosas de mi madre, decidía abrazar y amar sus hechos, huir y odiar sus pasiones. Apenas como en estos respectos que vi la diferencia completa entre mis padres, también la vi en el hecho de que mi padre (pareció) que nunca se afligió sobre cualquier pérdida, mientras que si disgustaron a mi madre las cosas más pequeñas. Seguramente, ustedes saben también, que los niños imitan las cosas en las cuales toman placer pero que evitan las cosas en las cuales miran con repugnancia.
Tal, entonces, era el entrenamiento que recibí debajo de mi padre. Después de que hubiera terminado el catorceno año, he asistido a una conferencia por los filósofos de la ciudad propia sobre todo bajo un Estoico que era un discípulo de Philopator, pero para un corto plazo, también, debajo de un Platónico, un discípulo de Gaius. Gaius mismo tenía no más ocio para enseñar porque sus compañeros-ciudadanos lo forzaron sostener oficinas públicas, puesto que él solo estaba, en su juicio, justo, sobre el señuelo de la abundancia, afable, y lo tratan con suavidad. Mientras tanto, estudié debajo de otro profesor de mi ciudad natal, discípulo de Aspasius el Peripatético, en su vuelta de una jornada extensa al exterior. Después de él, tenía otro profesor de Atenas, un epicúreo. Por ese motivo, mi padre se interesaba a la investigación cercana de las vidas y de las doctrinas de todos estos hombres y fue junto conmigo a oírlos. Pero el entrenamiento de mi padre pone principalmente en las ciencias de la geometría, de la aritmética, de la arquitectura, y de la astronomía. Por lo tanto, puesto que él tuvo gusto de hablar después de la manera de demostraciones geométricas, (él creyó que) quien enseñó (otras disciplinas) usó (un método similar de presentación). Por esta razón, él dijo que no había necesidad de profesores en las disciplinas liberales de discrepar el uno con el otro, apenas pues no había desacuerdo entre los profesores de antiguedad en las ciencias ya mencionadas, de las cuales la geometría y la aritmética son las primeras.
 El me dijo que no debo proclamarme miembro de una secta, sino que debo investigar, aprender, y formar un propio juicio sobre estas sectas sobre un período del tiempo considerable. También sostuvo que debo esforzarme, ahora y a través de mi vida, para perseguir esas prácticas de todo  elogió y que deben ser emulados los filósofos convenidos. Me pidió para aprender y para encerar fuerte, mientras que buscaría después justicia, temperancia, fortaleza de ánimo, y prudencia. Todos tenían alabanza en estos virtudes y, aunque ellos mismos están enterados que no poseen ninguna de ellas, se esfuerzan, por lo menos, aparecer a los ojos de otros como valientes, templados, prudentes, y apenas; sin embargo, cuando viene a la pena, intentan estar verdaderamente libres de ella, si aparecen tan a sus vecinos o no. Por lo tanto, él me dijo  que debo, sobretodos las cosas, practicar esta serenidad cuál perseguir más con impaciencia que ellos persiguen virtud.
Éstas, dije, era las prescripciones que recibí de mi padre, y los he observado hasta hoy. No me proclamé un miembro de cualesquiera de esos sectas de los cuales, con toda la sinceridad, Ie di una enojada examinación cuidadosa, pero yo las continué frente por ocurrencias día a día a través de mi vida, apenas pues había visto que mi padre hacía. La pérdida de él no era bastante para causar pena en mi. No sé si me afligiría si perdiera todas mis posesiones, porque nunca tengo con todo experimentado una pérdida tan grande. Mi padre  también me acostumbró para mirar desdeñosamente a la gloria y honras y para llevar a cabo solamente la verdad en estima. Pero veo a muchos hombres el afligirse cuando piensan que alguien los ha deshonrado o debido a la pérdida de dinero. En una cuestión de esta clase, nunca me verían afligirme, a menos que incurriera en una pérdida de dinero tan grande que podría no más con qué dejado al cuidado de la toma de mi salud corporal, o a menos que incurriera en algo de deshonra tal como me vea en el caso de los que se han privado del honor de sus asientos en el consejo. Si oigo que algo que yo tengo avería hallada en  mí, yo opongo a los que me elogian, y considero que el deseo de tener de todos la alabanza es como el deseo de poseer todas las cosas.
Además, dije, pienso y creo que piensan también, que es porque tengo hasta el presente aguantado ningún gran sufrimiento que estoy perfectamente libre de dolor y de pena. Es verdad que ni me han privado de todas mis posesiones ni  tengo que sufrir cualquier deshonra. Pero si un buey o un caballo o un esclavo murieron, esta pérdida no era bastante para causarme pena, porque recordé  los consejos de padre cuando él me aconsejó para no afligirse sobre la pérdida de posesión –tanto como que no dejé que suficientemente tomen mis necesidades corporales.
Es lo que él colocó como lo básico para las posesiones, a saber, para no tener hambre, no tener  frío, no tener sed. Si tienen más que necesario para éstos, deben, él me dijo, utilizar ese exceso para los buenos trabajos. Ahora, las mercancías que he poseído han sido suficientes para estos buenos trabajos. Pero sé, dije, que tienen dos veces tanto como yo y que están en la posesión de sus derechos y licencias en nuestra ciudad, de modo que no vean qué podrían ser una causa de la pena excepto deseos y avaricia insaciable. Por lo tanto, practiquen lo qué he dicho en discurso; téngalo presente, estúdienlo, y consideren si  mañana dicen la verdad hasta que es justo según lo convencido de esto, como es que dos mas dos son cuatro.

Capitulo IX: Examinemos cuidadosamente, he dicho, qué clase de pasión es este deseo y avaricia insaciable. El deseo insaciable del alimento proporcionará el principio para nuestra investigación. La gente llama a la avaricia el acto de ser llevado más allá de cuál es necesario en materia del alimento, y juzgan lo que es por la necesidad del alimento. La necesidad del alimento es medida por  la consolidación del cuerpo. Si el alimento se ha digerido bien, consolidará al cuerpo; si está tomado en la moderación, será digerido. Pero sabemos que una abundancia de alimento sigue siendo indigerida. Si sucede esto una vez, la utilidad del alimento se destruye necesariamente. Pero si el estómago es apenado por la roedura de alimentos indigeridos y excretar todo, el síntoma se llama diarrea, y la utilidad del alimento se destruye. Para nosotros no tomamos el alimento con el fin de pasarlo a través de los intestinos, pero eso quizás se entregue a todas las partes del cuerpo. Pero si se distribuye el alimento que no se ha digerido bien, produce en las venas un estado malsano de los humores.
Por lo tanto, después de que hayan aprendido qué manera del deseo insaciable de la cosa está con respecto a nuestros cuerpos, pasan a su alma y ven, también, la naturaleza del deseo insaciable; refleje en cada cosa que sea materia para el apuro, comenzando con sus posesiones. Entre éstos es algo que no es a derecho a perseguir entusiasta, por ejemplo las perlas, onyx, y todas las otras piedras [preciosas] que, la mujer piensa, traen la belleza a quien se han adornado con ellas. A esta clase pertenece también la ropa que se entretejen con oro, o poseen una cierta elaboración superflua, o requiere material importado de tierras lejanas, tales como la seda de un lugar llamado China. Otras posesiones, tales como las que contribuyan a su salud corporal, son objetos apropiados para su búsqueda entusiasta, y primeros entre éstos son esos que somos arropados, y calzados. Ni debemos excluir la cubierta entre de estas mercancías. Las cosas requeridas por el enfermo también se parecen pertenecer a esta clase. Algunas cosas, tales como aceite de oliva, son beneficiosas ambos al sano y al enfermo, y de estas mercancías algunas equipan un mayor y otros una ventaja más pequeña a los cuerpos de hombres.
Pienso, por lo tanto, que no tienen claramente visto el estándar para el grado a el cual debemos poseer estas mercancías. Apenas pues un zapato cubit-largo es perfectamente inútil, es tan también superfluo e inútil tener quince zapatos más bien que los dos zapatos que estámos usando. ¿Porque los dos que tenemos no son suficientes para nuestro uso? Es bastante  tener dos ropas, dos esclavos, y dos sistemas de equipos de la casa. Pero no sólo, dije, tenemos más de dos ropas pero también nuestros esclavos y equipo y, en una palabra, todas nuestras posesiones excedemos lejos ese número. Para los beneficios que tenemos de nuestras posesiones están los tiempos del hombre y más grandes que cuál es necesario para ellas servir la buena salud del cuerpo.
Veo, dije, que algunos que han elegido la vida supuesta del placer gastan no sólo dos veces y tres veces mas que nosotros, a veces también cinco, diez, y treinta veces tanto. De modo semejante, veo que se mantienen de la misma forma que lo hago; pero me desagrada que -aunque sus abundancias aumentan cada uno año- gastan quizás un décimo de su renta de él, mientras que las nueve partes se agregan a sus recursos. Para a mí disgusto veo que no gastan en búsquedas nobles ni en la compra y la preparación de libros, ni en el entrenamiento de escribanos, los taquígrafos y los calígrafos, apenas como fallan en materia de entrenar a lectores correctos. De hecho, nunca los veo compartir cualquier cosa de la manera que me ven siempre el compartir de mi propia ropa con algunos de mis esclavos, y el dar de otros qué él necesita para el alimento y el oficio de enfermeria;  incluso me vieron el pagar de las deudas a alguna gente. Lo que genero y produce  abundancia , ni poniendo a un lado ni almacenando encima cualquier residuo de ellas; aunque usted está poniendo a un lado muchas veces más de lo que usted pasa, está claro que le apenan a menudo. Pero aún, admiten que nunca me vieron afligido o dolorido.
¿Pueden no, por lo tanto, percibir la causa para su pena, o desean que les diga el nombre por el cual es llamada? Si desean que esto le suceda, sea seguro que hay una sola causa para todas las penas. Los Griegos a veces lo llaman deseo insaciable y  otras veces falta de saciabilidad. Lo llaman deseo insaciable de avaricia con el cual uno anhela, (y  saciabilidad porque) siempre el deseo codicioso (agarrar una parte más grande) de qué yace ante  ellos -tanto de modo que, aunque (tienen) dos veces tanto, son impacientes adquirir (tres veces como mucho;) si tienen tres veces tanto, desean cuatro veces como mucho.
Por lo tanto, guardan el mirar de los que tengan más que ellos y no los que tengan menos, e intentan sobrepasar a los que los sobrepasen y tener más que ellos. Si observan de esta manera, les dije, en todos nuestros ciudadanos de compañeros, no encontraré treinta quiénes son más ricos que ustedes. Por lo tanto, son más ricos que todo el resto de los ciudadanos; además de éstos, es obvio que son más ricos que la población auxiliar y el gran numero de las residentes mujeres. Si, entonces, nuestro compañeros ciudadanos numeran cerca de cuarenta miles y si ustedes agregan a éstos las mujeres y esclavos, les encontrarán que no están satisfechos con ser más rico de cientos y veinte miles, sino que también desean sobrepasar a esos treinta hombres que sean más ricos que usted; son impacientes para que sean el primero en abundancia, aunque es mucho mejor el ser primero en autosuficiencia y la frugalidad, que está dentro de sus poderes. Con todo la superioridad en abundancia no es un trabajo de la virtud sino de la fortuna, que los hace esclavos y ricos a los que llevan el nombre del nacimiento noble.
Pero aunque, como podrían rogar, poseerán más que todos sus ciudadanos, no serán satisfechos; inmediatamente mirarán alrededor por el miedo que alguien en otra ciudad pueda ser más rico. Entonces, si tienen la fortuna de trabajar para ustedes con este fin,  pasarán a otras naciones y desearán llegar a ser más ricos que el más rico entre esa gente. Por lo tanto, no serán más ricos que todos los hombres, sino que serán pobres debido a sus deseos ilimitados. Pero si  midieran lo que habrían contado el ajustado por la utilidad de sus posesiones,  ya ustedes mismos estan entre los mejores, de todos modos, entre los que se encuentran bien. Sea eso como puede, yo se cuenta entre ellos, aunque yo poseo menos que usted. Si se ganan encima esta creencia,  sentirán no más pena sobre la pérdida cualquier cosa;  serán felices en cuanto no se apenan del dinero excedente.
Si se liberan de este mismo deseo codicioso de ser sostenido en honor, estarán libres de señal de socorro a este respecto también. Pero no sólo están descontentos con que el honor le pagó de sus amigos cercanos, pero desean a todos en la ciudad para elogiarle. ¿Una cosa todavía, el como muy pocos de los que vivan en todo el menor de edad de Asia les conoce en todos? Quizás, entonces,  desean primero que los conozcan, segundo, dejar que le honren. Pero este deseo de que los conozcan es un producto de un amor insaciable de la gloria, y el deseo de ser sostenido en honor por todo es el resultado de una ambición absurda. Por lo tanto, si amplían su deseo al amor de la gloria o de la ambición, tendrán que apenarse a un mayor excedente del grado los que no sepan y honrarle y los sea mucho apenas pues usted ninguna mentira de W despierta en la noche sobre la posesión de la abundancia. Si, entonces, ejercitamos constantemente y vigorosamente en esta dirección, estamos libres de pena. ¿Pero cómo nos ejercitaremos, si encima primero nos no han ganado a la creencia que el deseo insaciable correctamente está llamado la pasión más villanosa del alma? Y está tan, porque proporciona una clase de fundación para la saciabilidad, el amor de la gloria, la ambición, la lujuria para la energía, y el amor de la distensión.
Primero, por lo tanto, deben estar preparados y tener a mano la doctrina de la independencia y la autosuficiencia que está conectada claramente con ésa en avaricia y deseo insaciable; al hombre que odia el amor insaciable del deseo y de la avaricia de ser autosuficiente y independiente. Si, entonces, el estar libre de pena  yace en esto solamente en nuestro poder, podemos ahora estar enteramente libres de pena guardando las doctrinas en actual listo de la avaricia y de la independencia y practicando hechos particulares de cada día teniendo en cuenta estas doctrinas. Algunos podían hacer tan de su educación más temprana; hagamos tanto para que esto pueda ser posible en alguno una fecha más última y de la manera que acabo de mencionar para esos que fueran privado de esta educación temprana. ¿Quien no desearía estar libre de pena a través de su vida entera? ¿Quién no elegiría esto preferentemente a la abundancia de Cinyras y de Midas?

Capitulo X: Pasé a través de éstos y de muchos otros puntos con mis amigos jóvenes y, más adelante, con muchos otros. He ganado con ellos por todas partes inmediatamente pero vi más adelante que muy poco se habían beneficiado de lo que dije. Las pasiones han aumentado de las almas de la mayoría a tal punto que son enfermedades incurables. Pero si alguien todavía pueda conforme a pasiones de la fuerza moderada y, a pesar de esta condición, siga siendo tener cualquier comprensión de lo que dijera anteriormente, deje que el hombre se fije sobre si mismo, como yo dije antes, algún supervisor y el instructor, quién en cada ocasión lo recordará, o le reprenderá, o le anima e impulsa a encendido que se aferre en las cosas mejores equipando sí mismo en todas las cosas como buen ejemplo de lo que él dice e impulsa. Si ese hombre presta atención a las palabras de su profesor particular, él podrá construirse un alma que sea libre y noble. .. Sería una cosa vergonzosa para valorar altamente la libertad que es así estimada al sentido del hombre de la justicia y de la humanidad y aún para desatenderla en realidad y naturaleza y ser un esclavo tan lamentable y dominar ministerios como los de saciabilidad sin sentido, el amor de la reputación, la lujuria de poder, y la ambición.
Aun, no vacilaría decir que la avaricia es la fundación de todos estos vicios. ¿Que hombre que tiene avaricia en su alma puede llegar a ser bueno y noble? ¿Quién no merecería morir mil muertes si él no odia una cosa vergonzosa tal como avaricia? El  joven que desea estar libre debe mucho odiar y de huir esta cosa vergonzosa; si se han traído al principio hasta un deseo insaciable para el dinero, no podrán ser ayudados no más después del cuarto año. O, si desean, háganse en el quincuagésimo año, que nadie pueden llamarnos misantrópico inhumano, como fui llamado por un hombre que era esclavo a la glotonería, a la lujuria, a la gloria, y a los honores pero quién, porque él no era rico, estaba apenado y decía que no conseguía ningunas de las cosas que él deseó.
De hecho, cuando este hombre me vio un día alegre adentro y hacia fuera por un período del tiempo considerable mientras que él se sentía infeliz sí mismo, él pidió que le enseñara cómo estar libre de pena. Cuando le dije que tomara años del hombre y para corregir las pasiones cuáles él había permitido que enceraran fuerte hasta ese tiempo, él grito y dijo, “¡nada es más misantrópicamente inhumano que usted!”  Habló como si habría podido apresurarme, si deseaba, para liberarlo de su pena muy rápidamente, pero éso se lo rogué amablemente. Pero, nadie puede rogarle a su vecino de esta una lección. Es provechoso para nosotros que todos los hombres con quienes pasamos nuestro tiempo estén libres de las enfermedades del alma y que ni el amor de la gloria ni cualquier otra pasión de esta clase ha deshonrado sus almas. El mejor de estos amigos  nuestros será la voluntad más provechosa para nosotros.
Volviendo otra vez a que se desea en verdad sentir bien, propondré la trayectoria común a todas las cosas que ennoblezcan nuestras almas. Al principio, un hombre debe  sobreponerse que un supervisor que, en cada cosa el hombre lo hace, lo recordará  que se está pasando por alto. Para él es a veces muy difícil en sus hechos de distinguir entre un acto de la tacañería y un acto del ahorro. Así pues, es imposible para quien esta al principio para suprimir la enfermedad de la saciabilidad el hacer esta distinción en este tiempo. Apenas como en estas fronteras de la virtud de los hombres en vicio, tan también, cuando el amor de la gloria se suprime, el descaro se origina en la base del nacimiento de las almas.
Los hombres jóvenes que desean ser salvados deben tener otros para observar sus errores, hombres de mas años pero que hayan dado la prueba adecuada a través de sus vidas enteras que poseen el juicio de hombres libres. Cuando estos supervisores los reprendan, los jóvenes no deben ni oponerme ni ser arrastrarse al odio contra ellos; deben ser agradecidos e invitar a estos guardas siempre que les digan la verdad. Cuando han aprendido la verdad, ellos deben intentar a algo uniforme cortado si no puede ser una porción grande, por lo menos algo pequeño parte del bulto de sus pasiones. Deben hacer esto, aunque debe aparecer ser difícil en el principio e implicar gran dificultad; la consideración demostrará que la tarea no será igualmente difícil como se enciende el tiempo.
Después, el sometimiento completo de las pasiones será alcanzado más fácilmente en proporción con el aumento en fuerza de nuestra fuerza del razonamiento que sea alcanzada por los ejercicios que se calculan para debilitar y para disminuir las pasiones. Donde una energía del razonamiento que no se ha ejercitado ha superado incluso las pasiones más grandes, las conquistará claramente más fácilmente cuando su excelencia se ha aumentado dos veces en el curso de tiempo. Para la energía de la razón en sí misma será mucho más excelente en virtud de las pruebas a las cuales se ha sometido, y luchará con las pasiones que están llegando a ser más débiles. Uno de cualquiera de estos hechos por sí mismo es bastante para hacernos la esperanza del futuro.
Por lo tanto, en el principio del programa de ejercicios, no seria justo que un hombre se descorazone porque él ve que el progreso que él hace en curar sus pasiones es leve. Pues se enciende en tiempo, él hará gran progreso si solamente él somete a oír una cuenta de sus errores porque él se ama con un amor verdadero y porque él desea hacerse una persona buena y noble y no simplemente parecer ser tal. El reconocimiento y la curación de las pasiones del alma se logra según el camino que propuse.  Ahora comenzaré a hablar sobre los errores del alma.




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