En este
pequeño escrito, trata sobre el contacto entre ambos, que se conocieron durante
la experiencia piloto de la Universidad de Cuyo, donde compartieron un círculo
de amigos, una toma de facultad, y un posterior exilio. También se hablará que
sobre estas experiencias se basa el cuento “Casa Tomada” de Cortazar.
Intro:
Agradezco al
prof Hector Saldaña su introducción a la obra de Cortazar, allá en el año 91, en
el Instituto Cristo Obrero, pasaron los años, y parece ser que ésta introducción
fue caballo de Troya por la cual me encuentro rodeado del círculo de discípulos
de Onrubia, que fueron contacto directo de Cortazar en su momento, o sea, el
pasado es la brújula.
Cortazar tiene
un problema administrativo en la Universidad de Cuyo, y el primero que le
responde es García de Onrubia
Así transcurrió 1944, con trabajo
académico y otras actividades laterales muy relacionadas con ese ámbito. Sin
embargo, no le faltó el episodio administrativo desagradable que puso a prueba
su paciencia (la de Cortazar), un tanto escasa a juzgar por las alternativas de
la anécdota.
Cortázar había sido citado para el
14 de diciembre como presidente de una mesa de Literatura de Europa
Septentrional junto al profesor Guillermo Kaul y al doctor Juan Corominas,
quien reemplazaba al profesor Mario Binetti. Ese día y en el mismo horario, el profesor
Kaul integraba otra mesa en el Colegio de Lenguas Vivas (separado de la
Facultad sólo por un pasillo) y había avisado la tarde anterior que no se
desocuparía hasta las diez de la mañana.
Cuando Cortázar llegó a las 8.30
horas y fue informado de la postergación se molestó lo suficiente como para
iniciar, el día 15, una queja airada que derivó en una kafkiana cadena
administrativa en la que intervinieron sus amigos Felipe García de Onrubia,
secretario, e Ireneo Cruz, el propio decano; pero que tuvo como
"víctima" a un empleado administrativo que hizo su propio descargo:
también una suma de malos entendidos había propiciado su falta.
Finalmente, y ante el enojo persistente
de Cortázar, García de Onrubia asumió todas las culpas diciendo: "Ese
error ha sido posible por no hallarse claramente delimitadas las tareas que
corresponden a cada uno de los empleados de Secretaría", al tiempo que
anunciaba un proyecto que elevaría a la brevedad para salvar esos errores.
Aunque la explicación más creíble partió de una constatación irrefutable: el
profesor Cortázar no tenía teléfono y no hubo posibilidad de avisarle el día anterior,
dada la hora avanzada en que se comprobó la superposición de las mesas
examinadoras.
Las palabras finales de disculpa
las escribió el decano: "Quiera el Sr. Profesor aceptar las excusas que me
apresuro a presentarle en nombre de la Facultad".
De este modo cerró Cortázar un año
universitario lleno de cambios, casi con certeza positivo en su propio balance,
aunque sobre el final vio comprometida su tranquilidad, a punto de naufragar
debido a un insignificante percance administrativo impropio de sus juguetones
cronopios pero digno de una fama de la más rancia estirpe.
Toma por problemas políticos en la
universidad de Cuyo
Al poco tiempo de arribar a
Mendoza, Cortázar se integró a un grupo de amigos formado por Sergio Sergi,
artista plástico, grabador, cuyo verdadero nombre era Sergio Mocevar; su mujer,
Gladys Adams; el profesor de filosofía Luis Felipe García de Onrubia y su
esposa, Oonah Murphy, profesora de inglés; Alberto Dáneo, quien había publicado
en 1941 un libro de cuentos en Buenos Aires —Vida del hombre
desconocido—; el médico Francisco Amengual; el pintor Roberto Azzoni, muy
amigo de Sergi (ambos compartirían luego un atelier), entre otros.
Las elecciones llegaron pero,
imprevistamente, los docentes participaron con una lista de unidad para el
decanato que se acordó a último momento para evitar que la sangre llegara al
río. Cortázar fue elegido miembro titular del consejo directivo de la Facultad
con un total de 22 sufragios, seguido por su amigo Luis Felipe García de
Onrubia y por Bernardo Blanco González con 21. Ellos dos apoyaban a Cruz y el
último era uno de los hombres fuertes de Jofré, que comenzaron a llamarse a sí
mismos "los estrictos".
Después de un trámite accidentado,
el consejo directivo de la Facultad de Filosofía y Letras se reunió y eligió
decano, por mayoría, a Juan Villaverde. En ese momento se produjo la ruptura,
pues todos votaron al candidato que Cruz y Jofré habían acordado, excepto Luis
Felipe García de Onrubia y Julio Cortázar. La nueva autoridad pertenecía al
grupo conservador —los "estrictos"— y fue cuestionada de inmediato
por el estudiantado. García de Onrubia había votado en blanco e hizo público su
voto, que tenía origen, según dijo, en "su absoluta discrepancia con la
concepción y orientación de la política universitaria de Villaverde".
Los alumnos, hartos del cotilleo
entre los profesores, insistieron en la renuncia inmediata del decano y de
todos los consejeros. Cortázar fue el primero en hacerlo.
Los estudiantes pidieron que no se
hiciera la tercera votación, pero igual se realizó y fue ahí que Villaverde
logró cinco votos; hubo uno en blanco y otro para Cruz. García de Onrubia había
hecho explícito su voto en blanco por su absoluta discrepancia con Villaverde.
Y resulta bastante probable que el voto por Cruz haya sido el de Cortázar, ya
que era un modo de repudiar el arreglo, teniendo en cuenta que el candidato
había dejado su postulación en la Facultad para ir por un lugar en el Consejo
Superior. La antipatía de Cortázar por los "estrictos" era conocida.
Al día siguiente, Luis Felipe
García de Onrubia fue elegido, por unanimidad, vicedecano y se pasó a cuarto
intermedio para la noche. A las 21 todos los presentes votaron a Ireneo Cruz
para el Consejo Superior, escoltado por los suplentes Ricardo Pantano y Toribio
Lucero.
Luego de esa decisión, los alumnos
exigieron violentamente la renuncia de Villaverde, quien se negó a presentarla.
Cortázar, García de Onrubia y Lugaresi apoyaron el mandato de los estudiantes y
el cuestionado levantó la sesión por los desórdenes. Se había roto en los
hechos el acuerdo de unidad que había permitido a los "estrictos"
quedarse con el gobierno de la Facultad y a Cruz "saltar" al Consejo
Superior. Cortázar había sido una pieza clave para conseguirlo por su apoyo a
los estudiantes.
Como consecuencia del conocimiento
público que tomó el acuerdo, los alumnos pidieron una renuncia masiva.
De inmediato la presentaron Julio
Cortázar, Luis Felipe García de Onrubia y Manlio Lugaresi. Esta decisión
arrastró a imitarlos a los "estrictos" Salvador Canals Frau, Juan
Turrens y Bernardo Blanco González. Ante esta situación a Villaverde no le
quedó otra salida que dimitir él también.
En el centro de la tensión, según
la observación del diario Los Andes, dos grupos habían quedado
consolidados entre los profesores de Filosofía y Letras: los "estrictos"
eran Jofré, Canals Frau, Blanco González, Villaverde, Turrens, Péndola de
Martini, Raffo de la Reta, Lugones, Corominas y Meza Villalobos. En el bando de
los opositores estaban Cortázar, García de Onrubia, Ireneo Cruz, Guillermo
Kaul, Toribio Lucero, Manlio Lugaresi, Lorenzo Mascialino, Ricardo Pantano y
Guido Soaje Ramos.Los primeros hicieron declaraciones que acusaban a los
estudiantes de frenar la elección por su adhesión a los nacionalistas, y
retomaron el tema del profesor Bruno Roselli, intentando distanciarse del
episodio. Sus oponentes también se expresaron a través de las páginas del
diario afirmando que no representaban a ningún grupo político, lo cual era
cierto en el caso de Cortázar y García de Onrubia pero no en el de Cruz y Soaje
Ramos, y propusieron como candidato a rector a Ramiro Podetti.
El Consejo Superior aceptó los
pedidos de Cruz y Jofré. También recibió una nota de los "estrictos"
solicitando que se investigaran las actividades de los imputados fuera de la
cátedra. El 27 de julio la comisión se puso en marcha, presidida por Carlos
Ochoa Castro e integrada por Manuel Marini y Carlos Luzetti. El plazo fijado
para recibir denuncias por escrito y firmadas vencía el 4 de agosto. Finalmente,
cuando la comisión se expidió a fines de setiembre se desestimaron todos los
cargos, excepto los referidos a Guido Soaje Ramos, cercano a Cruz y de conocida
adhesión a ideas totalitarias. La lista de los exculpados incluía a algunos
más, pero sorprende encontrar los nombres de Julio Cortázar y de Luis Felipe
García de Onrubia. Evidentemente, alguien los había denunciado.
Cortazar menciona
a Onrubia en su epistolario
A GLADYS ADAMS
DE HOCÉVAR Y SERGIO SERGI
Horribles Aires, 26 de enero de 1946
Señora
Gladys Adams de Hocévar y
Señor Sergio
Hocévar (a) Sergio Sergi
Bichos:
Tras
requerir los servicios de un doctor en paleografía y ciencias ocultas, logré
enterarme del contenido de la carta del bicho citado en segundo término, y
saber por ella que ambos estábais bien y que habíais fracaso afortunadamente en
la tentativa de moriros por intoxicación de fin de año y Reyes. ¡Loado sea
Dionysos, señor de los pámpanos! No hay dudad de que los vinos de Mendoza son
excelentes, si tras semejantes trasegadas se emerge sano y bueno de la bacanal.
Del dibujo
enviado por el alevoso plantígrado prefiero no hablar; eso solo podría
arreglarse en el terreno del honor, y he advertido que en la Argentina hay una
alarmante perdida de dichos terrenos; no los ve uno por ninguna parte (debe ser
el avance insidioso del capital extranjero que se está apoderando de los mejores
lotes con la ayuda de los vendepatrias, que les dicen.)
Les escribo
en plena convalecencia, razón por la cual ruego me perdonen los desaliños
sintácticos y me dispensen –esto es para S.S.- de cachadas tales como aludir a
mi “prosa maravillosa”. La verdad es que he estado bajo las sombrías alas de
una hermosa grippe, que derivó finalmente a una bronquitis asmática y me tuvo
una semana amarrado al lecho de Procusto, como diría la maestra señorita Italia
Migliavacca 176. ¿Me imagináis envuelto en cigarrillos a base de lobelia?
¡Tiemble, Gladys, erícese todita! ¿Véis mis tiernos bíceps desflorados por
inyecciones de adrenalina? Prefiero tomarlo en broma – no sé si se nota- pero
la verdad es que vengo de pasar una semana particularmente infecta. Con eso, y
las noticias de los diarios, mis vacaciones asumieron un airecillo más bien
repelente. (Está escrito que el clima de esto graciosamente
Llamado
Buenos Aires no admite comparación con el de Martinez Rosas 955, vuestra casa y
el teatrito griego)
En fin, he
aquí las pocas noticias que tengo. Visite hace diez días a Devoto, 177 quien
les manda innúmeros saludos y la seguridad de su constante recuerdo. No sé en
realidad si hablo de esto último, pero queda muy bonito escrito y además
envuelve mi carta en rosadas nubes de amabilidad. Encontré a Daniel sumergido,
como es usual costumbre, en cinco trabajos a la vez: una antología de la
historia de la música, una antología de versos sueltos, música variada y corrección
de trabajos a publicarse. Está muy bien, y quemado como un cangrejo (suponiendo
un cangrejo lo bastante estúpido para dejarse quemar como nosotros los humanos)
por una temporada marplatense.
Sigo sin
noticias oficiales (o extraoficiales sobre los famosos concursos de la
Facultad. Si pescáis algo, send it to me. Estudio todo lo que puedo aunque la
influenza (¡que culto soy!) me arruinó el plan de trabajo. Me enteré por los diarios
de los garrotazos que se propinaron en las puertas de la Universidad el sábado
pasado. Francamente ustedes no merecen la denominación de personas cultas.
¡Golpearse así en la calle. ¡Que espectáculo penoso! Deberían tomar ejemplo de
Buenos Aires, así como el alto ejemplo de cultura cívica que se está observando
en la jira de Tamborini-Mosca 178
Como véis,
esta carta languidece y será mejor darle fin antes de que el sueño se apodere de
los cuatro (la carta y nosotros tres). Cariños a los chicos y hasta bien
pronto, con todo el afecto y un gran abrazo para los dos de
Julio
P.D.- si
veis a Oonah, Felipe y el pequeño, estirad un poquito más el abrazo para que
también quepan ellos.
En estas Cartas
1937-1954: Edición a cargo de Aurora Bernárdez y Carles ... se aclara
en los números que…
173 El
original está mal fechado; la carta es de 1946.
174 Oonah
Murphy, profesora de inglés, y Luis Felipe García Onrubia, profesor de
filosofía y poeta.
En estas mismas cartas, aparece otra cita a
Garcia de Onrubia, pero no parece en sentido positivo
París, 18 de enero / 52
Mi querido
Eduardo:
(…) Mira,
Eduardo, nada podía entristecerme más que esos párrafos de tu carta donde me
cuentas el episodio de la carta mía a Baudi18 y la mención de amigos. Hay que
ser chiquilín para suponer que la ausencia de tu nombre implicaba una
descalificación o cosa parecida. Si tú ves ahora seguido a Baudi, no es menos
cierto que estando yo allá, no lo veías tanto, y sobre todo no te incluías en
ese círculo muy estrecho que abarcaba a Daniel, Alberto,19 Jorge y Baudi, que
era mi círculo cotidiano. Al escribirle yo a él, lo justo era que aludiese al
grupo y no agregara a nadie más —Castagnino, 20 por ejemplo, o García Onrubia. 21
Ya ves que tus cavilaciones son injustas para conmigo y mucho más para contigo
mismo. Y no quiero agregar más nada, porque creo recordar que si alguien ha
podido enseñarme a evitar las efusiones, ése has sido tú. Demasiado me costó
aprenderlo para olvidarlo ahora fácilmente.
Le pasa como
a Camus, que en L’homme révolté se las toma con Lautréamont, lo que le valió
una carta abierta de Breton de esas que no tienen réplica. Pero en el caso de
Etiemble se trata —como chez Caillois y chez Sartre— de insensibilidad a lo
poético.
Un gran
abrazo
Julio
Se aclara en
estas mismas cartas los siguientes números…
18 Luis
Baudizzone, abogado.
19 Alberto
Salas, escritor.
20 Eduardo
A. Castagnino, profesor de la Escuela Normal Mariano Acosta de Buenos Aires.
21 Luis
Felipe García Onrubia, psicólogo.
22 Jean
Cocteau, que firmaba siempre con una estrella.
23 ¿Dónde
están las nieves de Dargelos?
24 Léon
Gischia, pintor.
El texto de
Casa tomada, basado en estas experiencias cuyanas
Durante su estadía en Mendoza,
Cortázar no sólo escribió cuentos y publicó algunos sino que encaró también un
proyecto narrativo más ambicioso: a mediados de 1945 había concluido una novela
que, según le contó a su amiga Lucienne C. de Duprat, tuvo por título Las
nubes y el arquero, aunque también pudo llamarse Soliloquio. También
a Mercedes Arias le habla de ella en una carta de mediados de julio de 1945:
"Mi famosa novela está concluida... Creo que la publicaré y tal vez me
decida este año a publicar los cuentos aquí en Mendoza donde hay un par de
imprentas buenas. Esos cuentos me pesan demasiado sobre los hombros, y quiero
lanzarlos antes de convencerme del todo de que son malos. Que se convenzan los
demás: es más cómodo para mí". Sin embargo, esto no sucedió, y con respecto
a la novela específicamente, no se pudo conocer porque las destruyó.
Otras huellas mendocinas
aparecieron en su primer libro de cuentos, Bestiario, de 1951.
"Cefalea" tiene una dedicatoria sencilla y enigmática a la vez:
"Asimismo agradecemos a Ireneo Fernando Cruz el habernos iniciado, durante
un viaje a San Juan, en el conocimiento de las mancuspias". En una carta
ya citada, Daniel Devoto apunta: "Del viaje a San Juan no conservo
noticia. Sé —por Julio mismo— que la dedicatoria de 'Cefalea' fue en reconocimiento
de la propiedad literaria de las protagonistas: Cruz usaba decir 'hace un frío
de las mancuspias'".
También de la complicidad con
Sergio Sergi aparecen algunos rastros, pequeños guiños sólo reconocibles para
los protagonistas. En Diario de Andrés Fava, introduciendo a su amigo en
la ficción y adelantando el tipo de reflexiones que poblaron Rayuela,
escribió: "Si los pintores retrataran más a los escritores (o entre ellos)
tendríamos el mot plástico. Sergio Sergi dice más de Daniel Devoto y de
Alberto Dáneo que las posibles biografías futuras. A mí me dijo —y su frase es
su retrato—: 'No sirve, tiene una cara blanda; lo que lo expresa son sus
manos'".
El pequeño texto juega con el
término francés mot (palabra) y el desvelo del escritor por hallar le
mot juste, la expresión apropiada, justa, refiriendo la ventaja del artista
plástico que captura en un rostro esa esencia difícil de alcanzar por otros
medios. También explica por qué Sergi nunca concretó un grabado con la cara de
su amigo, cuando había hecho de otros; como se ve, las manos le parecían la
parte más "elocuente" de Cortázar. En el cuento "Estación de la
mano", dedicado a Sergi y a su esposa, la protagonista es, precisamente,
una mano llamada Dg, que es como alude a Gladys Adams, la esposa de grabador,
en la postdata de una carta posterior.
Otra relación puede establecerse
con el famoso cuento que abre el volumen Bestiario, "Casa
tomada". Con respecto a su origen, Cortázar ha relatado: '"Casa
tomada' fue una pesadilla. Yo soñé 'Casa tomada'. La única diferencia entre lo
soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa
que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos
detalles, y en un momento dado escuché los ruidos por el lado de la cocina y
cerré la puerta y retrocedí. Es decir, asumí la misma actitud de los hermanos.
Hasta el momento totalmente insoportable en que —como pasa en algunas
pesadillas, las peores son las que no tienen explicaciones, son simplemente el
horror en estado puro— en ese sonido estaba el espanto total. Yo me defendía
como podía, cerrando las puertas y yendo hacia atrás. Hasta que me desperté de
puro espanto."
Como ya apuntó Aurora Bernárdez,
"Casa tomada" integraba La otra orilla.1 En esa versión,
estaba dedicado a Daniel Devoto, dedicatoria que luego perdió, incluso en la
publicación de Borges en Los Anales de Buenos Aires, de 1946. Además,
estaba lechado en 1945, según se ve en la copia conservada por Gladys Adams y
después por uno de sus hijos.2 Por lo tanto, es muy probable que el cuento haya
sido escrito en Mendoza o al menos corregido allí. Según dice su autor lo
escribió en las siguientes circunstancias: "Era pleno verano, yo me
desperté totalmente empapado por la pesadilla; era ya de mañana, me levanté
(tenía la máquina de escribir en el dormitorio) y esa misma mañana escribí el
cuento, de un tirón". De modo que pudo haber sido en enero o febrero de
1945, o bien en diciembre de ese año.
Pero hay otro hecho curioso, que
quizás haya estado sólo en el subconsciente de Cortázar, sumado a la pesadilla
aludida. Existe un grabado de Sergi fechado aproximadamente en 1930, que
Cortázar debía conocer, titulado "Casa vieja". La obra muestra a un
gigante sacando la cabeza, las piernas y los brazos por las ventanas de una casa
en el inicio de una persecución. El gigante queda entrampado por las paredes y
quien huye es un hombrecito asustado. Si nos dejamos llevar por el deseo de
interpretar, esa imagen de Sergi resume la pesadilla de Cortázar y concuerda
con la explicación dada por el escritor acerca de cómo esa primera visión —un
hombre solo expulsado de su casa— fue modificándose "literariamente":
"Pero de golpe ahí entró el
escritor en juego. Me di cuenta de que eso no lo podía contar como un solo
personaje, que había que vestir un poco el cuento con una situación ambigua,
con una situación incestuosa, esos hermanos de los que se dice que viven 'como
un simple y silencioso matrimonio de hermanos', ese tipo de cosas."
De este modo, la existencia del
grabado podría sumar materia de análisis a un cuento que ha recibido múltiples
interpretaciones, casi todas de tinte político.
Cuando debieron separarse, a fines
de 1945, Cortázar sintió la distancia que se interponía entre él y su amigo
"el Oso" y le dedicó el poema "Jangada para Sergio Sergi",
cuyo manuscrito está fechado el 3 de noviembre y lleva una dedicatoria que dice
"con el humilde afecto de Julio Cortázar".
El poema contiene, quizás, una
clave literaria. La jangada es el título de una novela de Julio Verne y
es sugestivo que "Estación de la mano", dedicado a Sergio y
Gladys, haya aparecido en La vuelta al día en ochenta mundos, de
obvia inspiración verniana. Es conocido el gusto de Cortázar por los
juegos y las complicidades; el contenido del poema, pleno de madera y de alusiones
acuáticas, puede relacionarse con la actividad de grabador de Sergi, que
utilizaba tacos de madera para hacer sus obras, y con la embarcación llamada
jangada. Verne, en su novela, las define como "grandes balsas impulsadas
por una vela triangular y que sostenían la cabaña de paja que servía de casa
flotante a los indios y sus familias (en la zona del Amazonas)". Tal vez
Cortázar le atribuyera a Sergi haber sido para él una suerte de embarcación que
lo condujo, protegiéndolo, a través del río de su paso por Mendoza.
Alguna conclusión
Realmente espero, en lo principal,
que al menos este material sirva para enganchar a algún alumno, o quien fuese
lector, en el interés de la obra de García de Onrubia.
Bibliografía
Correas, Jaime. Cortázar
en Mendoza: Un encuentro crucial. 2014
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