Some might say they don't believe in heaven
Go and tell it to the man who lives in hell
Algunos podrían decir
que no creen en el cielo
Anda y decíselo al hombre que vive un infierno
Anda y decíselo al hombre que vive un infierno
Oasis, “Some might
say”, 1995
Lo previo: últimos días del perro loco Croqui
Recuerdo que hace bastante leí que Kant, en el texto
de Tomas de Quincey, al ver que los avechuchos que cada vez al año venían a
hacer nido en su ventana, no vinieron, lo tomo como mal presagio, en ese mismo
año murió. Rosas, en alguna biografía tejida por quienes lo revindicaron,
cuenta con algo parecido, cada vez tiene menos vacas, y cuando la última vaca,
que le daba de comer con la mano, no apareció, ese mismo día murió. Quizás eso
sea afecto filial por sus hermanos animales.
Lamentablemente, solo me quedó una foto, con el perro
loco Croqui, donde salimos los dos, el muy de fondo.
Durante junio julio, he cuidado a nuestro perro
familiar, conmigo paseaba, y dormía, recuerdo particularmente un día luminoso
en el parque la Victoria luganiense, que le saqué fotos, sin saber que sería su
último mes estando vivo.
Estaba gordo, y conmigo bajo un tanto de peso.
Luego de ese mes, le apareció una renguera, un tanto
severa, no podía mover una pata delantera, pero igual hacia lo posible por
moverse, lo llevaron a veterinario, le diagnosticaron artritis y le dieron una
inyección, se recuperó.
Pero parece que el remedio prescripto, ha tenido
efectos secundarios. Finalmente durante su última semana de vida, tenía mucha
sed, engorda, y cada día era peor su salud.
Sus tres últimos días, se lo internó en el hospital
perruno del oeste, con pronóstico grave, tenía insuficiencia renal crónica,
igual que yo, pero igual yo siempre pensé que lo superaría.
Sin pensar en finales malos, ni siquiera tampoco en
buenos, la última vez que lo vi vivo, estando solo en la visita del hospital,
le di un beso de despedida en la frente, y le dije: “Chau, perro loco, nos
vemos”. Eso fue la despedida.
Al día siguiente, no pude enterrarlo, me quedaba sin
aire, al usar la pala para cavar la tierra.
Allí empezó a crecer dentro mío un insomio enervante
Puse un escrito mio, recordándolo, según mi padre que
lo leyó, es un poema, el texto fue el siguiente:
"Adiós, Perro loco, te fuiste nomas. Te
recordaré más que nada en ese día tan luminoso de junio, en el parque
luganiense de las Victorias, con el saquito que te hizo mi madre, donde el
hermano sol nos hizo una tregua a nuestra quebrantada salud, y todo era tan
alegre en medio de la crueldad de este mundo, te moriste de lo mismo que me
quebranta a mí, espero re-encontrarte (antes de partir de este mundo) en algún
sueño, donde todo sea la misma alegría de ese día mencionado."
Pre primer día de internación
en la guardia del hospital
Fuimos con mis padres,
el día domingo, 4 hs de espera, juega boca, se escuchan hinchas cantando
afuera, no avanza fila, salvo la fila de pediatria
Hay un niño, que juega
al futbol con una bolita, se tira por el piso muchas veces, su familia, duerme
en la sala, tiene un nombre evangélico, como Matias o Lucas, u otro nombre evangelico
con una s de mas
Llama la atención también
un paciente muy algo, con barba larga, y que duerme en la sala, también lo
vimos los días siguientes.
Volvimos sin que nos
hayan atendido, comimos dos días seguidos pizza.
1º día, en la guardia
del hospital, o el tren fantasma
Una semana después de
muerte del perro Croqui
Fuimos con mis dos
padres.
Paciente 0: Que pide por
información del hospital Borda, dice “acá hay buena onda, ¿hay otro lugar así?”
Paciente 0a: hombre de
50 años, barbudo, flaco y alto, lo vimos en el día pre internación.
1º médico; me atiende,
ordena una placa, luego volvemos y dice: “él se queda internado” luego me ve
una vez más, y luego no lo veo más.
Con mi madre vamos a sección
radiografía, tocamos timbre, no atiende nadie, se quedó dormido el radiografo,
mi hermana, radiografa, dice que suele pasar, porque usar esa máquina produce
sueño, nos acordamos de su madre muchas veces.
Paciente 1: Hombre de
45-50 años, de Burzaco, parece oligofrenia, le dice a la mujer que lo cuida “pisame
la espalda, por favor”, tiene un pie sangrando, por clavo, se pone a saltar
como si estuviera en la hinchada, el piso se llena de sangre, tiene diabetes, está
hace 10 días ahí, con su hijo habla como normal, usa una remera que dice en la
espalda “descontrolados” o algo así, de color rosado, en un momento me duermo,
y me despierta un golpe, era él, que se me cayo encima.
Paciente 2: mujer de 30
- 40 años, atada a la cama, gritando, ruido de cadenas, también se la escuchó
el domingo, madre dice que vino por la policía, yo por suerte no la vi.
Paciente 3: Mujer de 30-40
años, con radiografía en mano, le dice a mi padre “me cagó a trompadas mi
marido”, “¿dónde está mi mama?, ¿porque me abandonaste?”, grita preguntando por
médico o enfermera.
A esta altura del relato
del primer día, mi prima Cecilia, me comenta, “¿pero que era? ¿El tren fantasma?”
Me transfunden, 2 sachet
de sangre, con el primero nada notorio, con el segundo, empiezo a sentir olor a
chimichurri o salsa criolla, pregunto si por la sangre se puede sentir eso, una
enfermera dice que si, entonces pienso me dieron la sangre de un gordo hincha
de fobal come choripán.
Aparece una monja a las 7:30
hs, era como un ángel entre borrachos, con un hábito parecido a las hermanas del
huerto, color gris, nos dice “espero que se recuperen pronto”.
Mi padre vuelve a casa a
descansar.
Paciente 4: Hombre de
40-50 años, de Montegrande, 20 y pico de presión, no come con mucha sal, dice “de
mi flia somos asi”, su padre ha tenido
un acv y hemiplegia, lo ayuda, me dice “es una bestialidad, con el líquido que
te están poniendo, no te están ayudando, mi novia trabaja en diálisis, en Fresenius”.
Paciente 5: Hombre de 40
-45 años, diabético, pelado, flaco, alto, se entera ahí de su enfermedad, le
dan instrucciones sobre sus remedios.
Paciente 6: Marcelina, mujer
de 50-60 años, Acv, acento chileno, llega bien, habla normal, luego movimientos
estereotipados, sin parientes, usa bastón, ofrece resistencia.
Se olvidan de mí unas 3 hs.
Llega de visita mi
hermano Alfredo
Paciente 7: Boxeador, de
entre 20-30 años, dice que mezcla clenozepan con whisky, no lo ví, por suerte,
luego lo ven en la calle haciendo lio.
Paciente 8: Taxista 1,
como de 50 años, sin aire, dice: “doy unos doce pasos, fuera del taxi, me quedo
sin respiración, nunca me paso, siempre fui sano”, remera de fobal, como de
ferro, con tiras blancas, barba canosa, dice “yo tengo calefacción en el taxi,
trabajo por la zona de Constitución”, el diagnóstico es algo sobre el pulmón.
Doctor 2: Nelson, jefe de
residentes de nefrología, no es argentino, me dice Juanito, es un hombre de
40-45 años, flaco, alto, usa guardapolvo con un cordón atado a la cintura.
Me dan una cama solitaria
blanca, a las 20 hs en punto, durante cena, dan una milanesa de berenjena,
vitina, alfajor, que se hace polvo blanco, galletas. Hay un incidente con la vitina,
me atraco, toda la habitación de pacientes me ayuda.
Se va mi madre que ha
estado conmigo toda la madrugada, con mi hermano.
Me visita mi hermana Marisa.
Me operan en la cama
blanca, dura 5 min, doctor Nelson, con otro colombiano, es raro, las últimas
operaciones duraban mínimo hora y media, me ponen un catéter en la zona de la
ingle.
Mi hermana Marisa, me
lleva luego de la operación a la sala de diálisis, me dice ella “tiran manteca
al techo”, sin saber lo que me quiso decir.
Me dializan de 22 hs a
24 :45 hs, pierdo tres kilos de peso.
La enfermera es un tanto
gordita, mira el especial de Tevez, desde fuerte apache, con Susana Gimenez.
Continuará...
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