miércoles, 20 de mayo de 2015

EL ASILO DEL BUEN PASTOR ( EN SAN LUIS )

Autores: Juan Ramón Guardia Lescano & Lic. Hernán G. Elcovich
Institución de filiación: Equipo UBACyT – Instituto de Investigaciones – Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires
Eje temático: II La formación de grado y posgrado en Psicología

Se sabe que funcionó en san Luis, pero no solo en san Luis, sino en toda Argentina.
Especie de correccional de mujeres a cargo de las Hermanas de la Caridad o Hermanas del huerto, y vizantinas, incluye una educación por medio de oficios.
Su relación con el tomismo, en san Luis es muy fuerte.
Había un estudio que particularmente decía que esta población contaba con una importante tendencia a la psicopatías, lesbianismo (tribadismo), hay un par de casos relacionados

“Así como hay hospitales para curar enfermos, es necesario que haya también asilos donde se reciban almas enfermas; y que haya abnegadas enfermeras que trabajen con el ejemplo y la persuasiva instrucción en mejorar espíritus extraviados”, San Juan Eudes, siglo XVII .

Este principio profundamente humano guió el trabajo de los religiosos en las llamadas “Casas del Buen Pastor”. Y la Cárcel Correccional de Mujeres fue una de esas casas, confiada a las monjas de esa orden el 15 de enero de 1890. No fue por poco tiempo; trabajaron en el establecimiento hasta fines de la década '70. 
El “perfil” femenino que predominaba entre la población penal del Asilo de Corrección de Mujeres correspondía a mujeres en edad laboral, de condición humilde, dedicada a los quehaceres domésticos – propios o ajenos – y de bajo nivel intelectual y educativo. La mayoría de las prisioneras habían cometido delitos de poca importancia, hurto en su mayoría, aunque también había un porcentaje importante de delitos perpetrados contra las personas, entre los se contaban los típicamente femeninos (abortos provocados, infanticidio). Existía una alta tasa de reincidencia, tal vez debido a que no se aplicaba una
clasificación previa de las delincuentes relacionada con el tipo de delito cometido y su
peligrosidad. De este modo, la convivencia de presas acusadas de delitos de toda calidad con
delincuentes primarias constituía una “escuela” para estas últimas.
Esta población de trabajadoras domésticas y desempleadas o por lo menos sin ejercer una profesión , era vista por la sociedad como, potencialmente, peligrosa aunque por su escasa cantidad, no representaban una preocupación importante para el estado y era prácticamente ignorada a la hora de legislar. Sin embargo, en algunas ocasiones ingresaban mujeres que no encajaban dentro de este modelo, como aquellas que ejercían profesiones liberales o las universitarias. La escritora Victoria Ocampo fue un ejemplo, pero este caso tiene una relación directa con el perfil de “preso político” contrario al régimen.
Es interesante los casos de ninfomanías y trivadismo (lesbianismo), analizados en esta población.  La Hermana San Pedro recuerda que los casos de homosexualidad se daban con relativa frecuencia  
En el siguiente caso clínico de Manuel Perez de 1939, se puede ver lo anterior:
 “En el relato sobre un caso de ninfomanía se subrayó: "prácticas onanistas cotidianas desde los trece años, a cuya edad era pupila de un Asilo en Mar del Plata, y en donde realizaba también con una compañera relaciones homosexuales” (1)
Las pri­me­ras re­fe­ren­cias que se tie­nen so­bre el asi­lo da­tan de 1897, cuan­do se pre­sio­nó a la So­cie­dad de Be­ne­fi­cen­cia pa­ra que die­ra va­lor a la do­na­ción de una man­za­na pa­ra la cons­truc­ción del Buen Pas­tor. La agru­pa­ción be­né­fi­ca pi­dió a la Mu­ni­ci­pa­li­dad una pró­rro­ga pa­ra el ini­cio de las obras, adu­cien­do in­con­ve­nien­tes vin­cu­la­dos a la fal­ta de fon­dos.
Dos años más tar­de del in­con­ve­nien­te su­ce­di­do con la So­cie­dad de Be­ne­fi­cen­cia, se re­gis­tró en los dia­rios de la ciu­dad (en El Tri­bu­no del 4 de ma­yo), la in­ten­ción de la So­cie­dad de San Vi­cen­te de Paul  de en­car­gar­se de la rea­li­za­ción del asi­lo. Cua­tro me­ses des­pués, el Mu­ni­ci­pio le fa­ci­li­tó el te­rre­no a la aso­cia­ción de da­mas pa­ra la cons­truc­ción, pe­ro le dio un pla­zo de 18 me­ses pa­ra el ini­cio de los tra­ba­jos, sien­do en­tre­ga­da la po­se­sión en mar­zo de 1900.
Des­de en­ton­ces, y por mu­chos años, la in­for­ma­ción del Buen Pas­tor es me­dio di­fu­sa, no se re­gis­tra mu­cho ma­te­rial ni si­quie­ra en los me­dios de co­mu­ni­ca­ción, al menos hasta mediados de siglo.
En una de las edi­cio­nes ani­ver­sa­rio del dia­rio El Pue­blo, allá por los años ‘50, se des­ta­can dos as­pec­tos del asi­lo del Buen Pas­tor, uno a fa­vor y otro en con­tra.
El pro se en­cuen­tra en el tra­ba­jo que se rea­li­za­ba en la ins­ti­tu­ción con las me­no­res huér­fa­nas. El tex­to in­di­ca: “Pa­ra la ge­ne­ra­li­dad del pú­bli­co, el ‘Buen Pas­tor’ só­lo sue­na a co­rrec­cio­nal y a cárcel de mu­je­res; no obs­tan­te, in­de­pen­dien­te de esa fun­ción so­cial, el ‘Buen Pas­tor’ rea­li­za otra obra muy me­ri­to­ria, por cuan­to se re­fie­re a la ni­ñez que que­da huér­fa­na y sin quien pue­da aten­der a su cui­da­do e ins­truc­ción”.
En un ala del es­ta­ble­ci­mien­to, apar­ta­da del sec­tor en don­de fun­cio­na­ba el co­rrec­cio­nal de mu­je­res, ni­ñas de en­tre 3 y 15 años re­ci­bían su edu­ca­ción pri­ma­ria has­ta 6º gra­do. El nú­me­ro de las me­no­res que eran aten­di­das es­ta­ba en­tre 80 y 100, por lo que se re­co­no­cía lo me­ri­to­rio del tra­ba­jo de la con­gre­ga­ción en­car­ga­da.
Por su­pues­to que, de­bi­do a los es­ca­sos re­cur­sos con los que se con­ta­ba, el tra­to no era lu­jo­so, pe­ro se des­ta­ca­ba la “hi­gie­ne y con­fort” en la que vi­vían las ni­ñas. En cuan­to a la en­se­ñan­za que se les brin­da­ba era ne­ta­men­te cris­tia­na, a lo que se le com­ple­ta­ba una edu­ca­ción de la­bo­res y “gra­dual­men­te se les va ins­tru­yen­do en la eco­no­mía do­més­ti­ca”, in­di­ca­ba el dia­rio lo­cal (ta­reas a las que se opon­dría en la ac­tua­li­dad cual­quier gru­po fe­mi­nis­ta).
Una vez que las ni­ñas cum­plían 15 años eran en­tre­ga­das a fa­mi­lia­res que se res­pon­sa­bi­li­za­ban o eran co­lo­ca­das en ca­sas de fa­mi­lia ba­jo la tu­te­la de la De­fen­so­ría de Me­no­res. Sin em­bar­go, al pa­re­cer, mu­chas de las chi­cas se en­ca­ri­ña­ban con el asi­lo y man­te­nían su es­ta­día en el lu­gar tra­ba­jan­do co­mo au­xi­lia­res de las her­ma­nas de la con­gre­ga­ción res­pon­sa­ble.
El as­pec­to que se mar­ca­ba co­mo ne­ga­ti­vo de la ins­ti­tu­ción era la aten­ción a las reas del co­rrec­cio­nal. Se­gún se in­di­ca­ba, fun­cio­na­ba “en más po­bres con­di­cio­nes que la Cár­cel de los En­cau­sa­dos”.
En­tre las con­di­cio­nes des­fa­vo­ra­bles del es­ta­ble­ci­mien­to se en­con­tra­ba la fal­ta de un pa­be­llón en con­di­cio­nes pa­ra al­ber­gar a to­das las in­ter­nas. En un so­lo re­cin­to se ubi­ca­ban to­das las mu­je­res, que a me­dia­dos de si­glo eran en­tre 60 y 70, sin im­por­tar el de­li­to que hu­bie­sen co­me­ti­do.
El pre­su­pues­to pú­bli­co con el que se man­te­nía el asi­lo era muy re­du­ci­do y de­pen­día ne­ce­sa­ria­men­te de do­na­cio­nes de di­fe­ren­tes aso­cia­cio­nes be­né­fi­cas. Es por ello que la cons­truc­ción no se en­con­tra­ba en las me­jo­res con­di­cio­nes.
Suelen recordarse como hitos del asilo: "la producción de dulces y la confección y el lavado de ropa".
Du­ran­te la úl­ti­ma dic­ta­du­ra mi­li­tar, en los ‘70, el asi­lo del Buen Pas­tor fun­cio­nó co­mo uno de los cen­tros de de­ten­ción de la ciu­dad. Por allí pa­sa­ron só­lo  mu­je­res que es­tu­vie­ron de­te­ni­das por cues­tio­nes po­lí­ti­cas años an­tes de que co­men­za­ra el gol­pe. Se­gún se in­di­ca, en el lu­gar no se ac­tuó des­de la clan­des­ti­ni­dad ni se tra­tó a las de­te­ni­das de mal mo­do co­mo se sa­be sí pa­só en otros es­ta­ble­ci­mien­tos en aquél período.
La dieta en el Buen Pastor: Levantarse a las seis de la mañana. Ordenar el dormitorio. Aprender cocina, corte y confección, bordado, peluquería. Coserse la propia ropa. Salir a yugar en el servicio doméstico. Trabajar internamente en talleres de bordado o de fabricación de productos para empresas, (carpetas de escritorio, bolsas de polietileno, de papel). "Tienen el día muy ocupado" declara la directora. Todo lo costean las "niñas con el producto de su trabajo. Porque es educador no darles todo", declara la directora. Sólo se recibe una pequeña contribución del gobierno. "Estudian en la escuela primaria que funciona allí y en una técnica, de tarde. ¿Leer? "Se favorece la lectura", ¿hay biblioteca? "No, no hay biblioteca formada". Sigue la dieta: Pasar los fines de semana afuera si se tiene familia y "si la familia la quiere retirar". Pasar las fiestas de fin de año adentro o en casa; lo deciden las hermanas. "Aquí no hay detenidas" declara la directora. "Pero eso es lo que se piensa. Hablar del Buen Pastor es hablar de una cárcel. Y no es así" declara la Directora. Sin embargo, reconoce que ha habido intentos de fuga.

La Madre San Agustín y Llegada del Buen Pastor a la Provincia Argentina-Uruguay





LA vida de la MSA es a la vez tan grandiosa y silenciosa que manifiesta por sí sola la humildad que practicó toda su vida: valentía y heroicidad del apostolado y discreción.La mueve el legado dejado por SME en su lecho de muerte: “Les dejo el amor a la cruz y el celo por la salvación de las personas”.
Nace en Chile el 15 de marzo de 1835; recibe el nombre de Josefa Fernández Concha. Como costumbre de la época es educada en el seno de la familia, que le da una espléndida cultura general y en varios idiomas; dotada de un elevado cociente intelectual; creció en un hogar cálido en el amor a Dios y al prójimo.
1855:  tenía 20 años; llegan a Santiago de Chile – a pedido del arzobispo Mons. Rafael Santiago Valdivia- un grupo de Hermanas de Nuestra señora de la Caridad del Buen Pastor, de Irlanda. La madre de Josefa era tesorera de la Sociedad Damas de Beneficencia de la ciudad, que ayudan a las Hermanas a instalarse.
Desde entonces Josefa, secretaria de la Sociedad, vio crecer al que sería Instituto del Buen Pastor, que la maravilla con su obra, y este sería el inicio de su vocación.
1862: tenía 27 años, ingresa al noviciado; con tan esmerada cultura general, amén que católica y apostólica, rápidamente toma los hábitos, y al poco tiempo, en el mismo año, toma los hábitos y hace su profesión religiosa.
A los 29 años es Vicaria del Monasterio, y, al terminarse el período de la que era Superiora en ése momento, Mons. Valdivieso la nombra Superiora, hecho que ella comunica a Sta. María Eufrasia, quien, sin conocerla, pero teniendo referencias de sus virtudes, la ratifica en el cargo. 
Al poco tiempo es nombrada Superiora Provincial de Chile; aquí había comenzado su obra con la sección de sordomudas; las fundaciones en la región se suceden rápidamente; en 1876 ya había 10 casas en Chile; en el año 1886 por encargo del presidente de Chile realiza un viaje de estudios visitando establecimientos carcelarios de Francia, Italia y España, con la intención de implementar sistemas y métodos en las cárceles de Chile.
Pero su trabajo trascendió las fronteras chilenas; en 1881 inaugura una escuela externa para niñas pobres en Montevideo, la idea era fundar allí una Cárcel. Y allí se establece el Buen Pastor. Mas que cárcel es un Hogar, y se producen maravillosas conversiones. La obra es floreciente.
Después de un tiempo, ocurre una epidemia en la ciudad de Montevideo. Debido a una ley estatal, la Ley de Conventos, por la que  las autoridades exigen inspeccionar el Monasterio, que, por otra parte, no puede ser visitado sin la autorización de los Superiores Eclesiásticos de la Diócesis, autorización que no fue dada y que fue la causa de que, después de 9 años, las Hermanas sean expulsadas de Montevideo.
Las Hermanas deciden regresar a Chile, pero la Madre, Superiora Provincial de América Latina, les ordena cruzar el Rio de la Plata y les envía este mensaje profético: “Quédense en Buenos Aires porque las volverán a llamar”. 
El 13 de agosto de 1885 llegan a Buenos Aires un grupo de 5 hermanas chilenas y 3 uruguayas. Fueron los padres de la Compañía de Jesús, el instrumento elegido por Dios para apoyarlas y sostenerlas en una ocasión tan desafortunada. Las hermanas se hospedan transitoriamente en el Monasterio de la Visitación de Santa María, en la calle Larrea.
El 8 de octubre de 1885 se trasladan a una casita de la calle Independencia 304, frente a la Parroquia de la Inmaculada Concepción; esta fue la primera casa del Buen Pastor en Buenos Aires. Pero el objetivo eran las niñas mas vulnerables, y allí el espacio alcanzaba solo para la comunidad. 
Pasan entonces a una casa más amplia en la calle Independencia 208, y allí sí, el 29 de enero de 1886 abren las puertas a las niñas. Fueron numerosos los laicos que ayudaron a que la obra del Buen Pastor se consolide. El Presbítero de la Torre y Zúñiga las ayudó en todo, especialmente en proveerles recursos humanos, chicas necesitadas cuyo número crecía constantemente, y el de jóvenes aspirantes a la vida religiosa también.
Se impuso por tanto un nuevo traslado; lo hicieron a una casa de la calle Belgrano 2344, cedida provisoriamente por una laica. Esta fue la tercera casa del Buen Pastor en Buenos Aires: aquí entró la primera postulante de BA, y de aquí emanaron las fundaciones de Córdoba, san Luis, San Juan, Tucumán, Jujuy, Rosario, Salta, Rio de Janeiro y San Salvador de Bahía en Brasil, y las cárceles de mujeres en BA.
Todo esto sucedía, mientras se realizaban las obras del futuro monasterio, que iban lentas. Se había proyectado en un terreno donado y otros, que compraron las hermanas en las calles Parral y San Francisco, mas tarde San Eduardo (actualmenteAv. Honorio Pueyrredón y Aranguren). Pero tan lentas iban las obras, que la Madre san Agustín decidió venir a instalarse aquí con un grupo de hermanas.  
El traslado al barrio de Caballito se hizo en marzo de 1894. Ya tenía a su lado a aquel que sería su compañero y guía en todas sus empresas, el Niño Jesús, que hoy sigue estando entre nosotras en el Oratorio de la Mde. San Agustín, en la casa de la Comunidad de la calle Aranguren 675. Y esta fue la casa que ella eligió como residencia para los últimos años de su vida y donde falleció el 13 de enero de 1928, a los 93 años.  Su tumba se encuentra adyacente al altar debajo del coro, entonces de las contemplativas.
Extractado de las pruebas testimoniales para el proceso sobre las virtudes y fama de santidad de la Sierva de Dios Madre María San Agustín de Fernández Concha. Artículos presentados por el Postulador de la causa, Padre Hipólito Ihuarte, E.M.F., año 1952: Dice en la página 23, art. 19, -último párrafo- al despedirse el 17 de octubre de 1867 (seis meses antes de su muerte):

… “Santa María Eufrasia le dio como recuerdo que llevaría toda su vida, un crucifijo que la fundadora estimaba mucho y asimismo su capa de comunión”. Había vivido en Angèrs  110 días; la MadrePelletier hizo depositaria en esta ocasión a la Madre San Agustín , de su devoción al Sagrado Corazón de Jesús”...

En Buenos Aires
Museo Penitenciario Antonio Ballvé: Las múltiples vidas de “La Residencia”. El edificio del Museo Penitenciario Antonio Ballvé guarda la historia de monjes jesuitas, meretrices, religiosos Bethlemitas, depósitos cerealeros, monjas guardia cárceles, el secreto del apodo de “La Raulito”, detenidas del asilo correccional de mujeres, pasando por la historia de San Martín como penitenciario, hasta objetos de requisas.
El lugar donde funciona hoy el Museo Penitenciario Antonio Ballvé (Humberto I 378, al lado de la Iglesia San Pedro González Telmo) y la Academia Superior de Estudios Penitenciarios, es uno de los ejemplos de arquitectura colonial más intactos del Casco Histórico de Buenos Aires y un repositorio profundo de la historia de San Telmo.
Quienes tuvieron la suerte de ver su amplio patio interno y sus largas arcadas blancas, saben que este sitio es una especie de cápsula del tiempo donde uno siente los fantasmas del pasado moviéndose entre las sombras y salones.
El terreno que hoy ocupa el museo era parte del complejo jesuítico de La Iglesia de San Pedro González Temo (anteriormente La Iglesia de Nuestra Señora de Belén), que fue formalmente cedido por el Cabildo a los monjes jesuitas, quienes tenían su centro administrativo en la Manzana de las Luces.
En el año 1735, las dos manzanas que abarcan desde la calle Defensa a Balcarce y desde Balcarce a la actual Paseo Colón (que en esa época era la orilla del Riachuelo) fueron convertidos por ellos en la iglesia y su escuela. Quince años después, terminaron de construir una casa de retiro espiritual para hombres, y el conjunto fue conocido durante mucho tiempo como “La Residencia”. La iglesia de San Pedro González Telmo era parte del complejo jesuita de América del Sur y, cuando fueron expulsados por orden del Rey Carlos III en 1767, fue allí donde se concentraron muchos para partir del continente.
En 1795 se establecieron los padres Betlehemitas, quienes mantuvieron un hospital en el sitio, hasta que unos años más tarde se convirtió en la casa de las meretrices: “mujeres de vida disipada”, explica el director del Museo, Alcalde Mayor y museólogo Horacio Benegas. “Venían acá presas, las guardaban acá, pero eso no duró mucho”.







Archivo del Cabildo de 1822.
“El Alcaide de la Carcel recivira a la negra q. dice se llama Juana Q. por Insolente y Desvergonzada a dispocision del señor Juez de 1ra. Instancia Don D. Juan Garcia de Cocia.
Bs. Ay. y 8 de abril de 1822. Fdo. Juan Lorenzo Castro.
Juez de Paz Intº de la Parroquia de Moncerrat.” (sic).

Otra vez deshabitado, el edificio tenía varios usos: regimiento, depósito de cereales hasta que, nuevamente, el Cabildo lo convirtió en una cárcel de deudores, donde había hombres y mujeres separados, varones del lado de Humberto I y damas por la calle San Juan.
La cárcel estaba destinada a quienes no pagaban los impuestos. “También hubo chicos menores, pero en 1890 el gobierno de Carlos Pellegrini lo reconvirtió en un asilo correccional de mujeres, también llamado El Asilo del Buen Pastor, porque las hermanas que custodiaban a las internas eran de esa orden religiosa”, dice Benegas.
Sin embargo, aquí se alojaban no sólo las internas sino sus hijos que, por ley, debían estar con sus madres hasta los dos años.
Simeón Barrientos, ex jefe de guardia de seguridad de la cárcel de mujeres que funcionó aquí, cuenta que una de las presas famosas que siempre caía fue “la Pelada”, más conocida como La Raulito, inmortalizada en la película del mismo título protagonizada por Marilina Ross.
“¿Sabés de dónde viene el apodo ‘La Raulito’? El director de la película leyó el legajo, y leyó alias—la pelada o la rulito. Y de ahí el director sacó la Raulito”, cuenta Barrientos.
Las monjas estuvieron hasta el año 1974 y la cárcel de mujeres funcionó hasta 1978, año en que fue trasladada al Complejo del Penitenciario Federal de Ezeiza. Actualmente funciona la Academia Superior de Estudios Penitenciarios, el archivo y biblioteca, y el Museo Penitenciario Antonio Ballvé (el nombre del gobernador de la Penitenciaria Nacional entre 1904 y 1919, reconocido por su humanización del régimen carcelario).
Destacan en la muestra los objetos recogidos de las requisas: armas y “facas” (objetos cortantes y punzantes) creados por los presos modificando objetos comunes. Algunos presos tragaban cosas para ser trasladados a los hospitales y así salir de sus pabellones. Unas impresionantes radiografías mo-straban ejemplos de presos que se habían tragado puñales enteros, pero éstas fueron robadas en 2007.
En una de las galerías también se puede ver un gran busto del General José de San Martín, pero no en homenaje a su obra como militar, sino a su labor como penitenciario, habiendo San Martín estado al frente de las penitenciarías en la región de Cuyo (Mendoza, San Luis, San Juan). Fue Gobernador Intendente y se ocupó muy especialmente de los presos, por ejemplo, clausurando “los infiernillos”, que eran unas celdas bajo tierra. Además, dispuso que las mujeres pudieran comer dos veces al día y que esa comida fuera pagada por el estado.
Otro personaje que se ve en las fotos y que llama la atención es Petinatto, el padre del reconocido conductor de televisión. Petinatto abolió el famoso traje a rayas, cerró la cárcel de Ushuaia y creó el cuerpo penitenciario. También reglamentó y creó la escuela penitenciaria, la primera escuela sistematizada en el mundo que exige estudios para quienes quieran trabajar en el ámbito carcelario.
En fin, para amantes de la historia política, arquitectónica, o religiosa de Buenos Aires, el Museo Penitenciario Antonio Ballvé merece una visita detenida mientras todavía sigue siendo un rincón silencioso y multifacético de San Telmo. Humberto Primo 378.





Fotografía antigua del frente del edificio, ubicado en Humberto I al 300, donde funcionaba el Asilo Correccional de Mujeres "Buen Pastor". En la actualidad las instalaciones pertenecen al Museo Penitenciario Argentino "Antonio Ballvé" y a la Academia Superior de Estudios Penitenciarios "Roberto Pettinato".
El predio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1982.





En la Casa de Corrección, parte de las mujeres que convivían estaban encerradas por su voluntad (las religiosas del Buen Pastor), algunas para cumplir una pena por algún delito cometido y otras por transgredir las costumbres sociales.
Se clasificaba a las internas por mayores y menores; condenadas y encausadas. 





Por el reglamento del Asilo Correccional, las detenidas estaban obligadas a “acatar sin vacilar y dar cumplimiento sin dilación a toda orden dada por sus directoras” y se les advertía que “toda detenida que no pueda justificar su presencia en tal o cual lugar, será anotada en falta”.


Además, en el Asilo era obligatorio que las internas  mantuvieran la limpieza de sus sectores de alojamiento y el trabajo en los talleres en régimen de silencio, con pago de peculio que alcanzaba al 50% de lo ganado una vez descontados los costos de materia prima. La otra mitad se destinaba al mantenimiento de las instalaciones y maquinarias de los talleres de lacárcel. 




En los talleres, las internas trabajaban en régimen de silencio y separadas las que registraban “antecedentes desfavorables y mala conducta”, delas que estaban “a prueba” de su comportamiento y las que registraban “antecedentes favorables y buena conducta sostenida”.



 Las sanciones consistieron en: “amonestación”; “reprensión”; “encierro en celda ordinaria con o sin privación de visita”; “encierro en celda ordinaria de 6 a 12 días a media ración las primeras 24 horas, con privación de lectura, trabajo y comunicación y descuento de peculio”; “imposición de camisa de fuerza por encontrarse excitadas con peligro para sí misma o para las demás”; “privación de mate y de no comprar nada extra durante 8 o más días”. También existieron las “Obligaciones para las menores”.



1938 Taller de Encuadernación del Asilo Correccional de Mujeres.



Sta fe
Asimismo, se recurrió al Buen Pastor para encerrar a presas políticas en el período 75 83, algunas de las cuales fueron torturadas durante su estadía en esa casa de moral y luego desaparecidas, como puede testificar la autora de esta nota, apresada por los militares en diciembre del 75 y llevada al instituto de Santa Fe, donde convivió nueve días con cuarenta detenidas por razones ideológicas.
Luego se entresacó liendre de piojo y se prefirieron dos categorías de féminas para calarles diagnóstico de anormalidad: las "incorregibles" y las menopáusicas.
En pleno siglo XX, a pedido de los padres o de una institución, jueces de menores declaran "incorregible" a una púber y ésta es enclaustrada en el Buen Pastor para que se la "regenere" por métodos "científicos". En una descripción que se hace de esa institución en Rosario, se explican sus fines: resolver conflictos sociales mediante el encierro de castigadas por delitos, prostitutas, enfermas mentales, niñas de hasta 10 años en condiciones de pobreza, y también mujeres menores de 22 años consideradas "incorregibles".
¿Qué es una incorregible? La legislación panameña nos lo aclara: aquélla que "se encuentra en inminente peligro de delinquir por reiterada conducta desordenada, por el abandono moral en que está y necesita un período de segregación para reorientar su vida en lo sucesivo". Pero a no inquietarse puesto que se "aplicarían todas las medidas para lograr por medios científicos el mejoramiento moral" de las puestas tras rejas. Bravo. Las buenas hermanas del Buen Pastor se encargaron de la "implementación de programas, planes y métodos científicos de regeneración". En 1985 entrevisté a la directora del Instituto del Buen Pastor de Rosario. La Hna. María Eufrasia Vergara señaló con el puntero: Las internas "se hallan aquí por problemas de conducta, pero más que nada por rebeldías propias de la edad". En ese momento las confinadas sumaban entre 150 y 160 chicas, de veinte años como máximo.
En aquella ocasión, levanté testimonios de las capturadas, bajo el atento control de la señora Vergara:
María del Rosario, doce años. "Hace un mes que estoy aquí. ¿Por qué? Y... porque me portaba más o menos allá. ¿Allá dónde? En el Hogar de Huérfanos. Tengo a mi mamá, sí, y dos hermanitos. Me vienen a visitar los domingos. Estuve en el Hogar de Huérfanos desde chiquitita".
Nélida, 12 años: "Sí, tengo papás. Estoy en cuarto grado. ¿Entretenimientos? Me gusta hacer la limpieza, hablar,...charlar".
Norma Graciela, 14 años, un año y dos meses en el asilo: "estoy haciendo aquí la primaria. Este año parece que me voy a mi casa con mi mamá. Somos siete hermanos, del barrio La Florida. ¿Dónde pasaré las fiestas? No sé. Me lo van a decir las hermanas".
Regenerar lo degenerado, recluir a la que se halla en "inminente peligro de delinquir", ser tratada científicamente para mejorar la moral... Pero, con cierta habitualidad, el Buen Pastor y entidades de caridad conexas sirvieron no solamente para poner en marcha esta ideología del control que se ligaba a la de contagio moral y social y exigía apartar a quienes se consideraban peligrosos para el conjunto. Investigaciones de Yolanda Trueba exhuman el lenguaje jurídico que revela esas otras funciones de estas entidades. En archivo de tribunales de principios de siglo: "Florentina Saavedra de Tandil, en marzo de 1900 fue pedida por el señor José Carré, quien se presentó en la Defensoría solicitando una menor para el cuidado de su señora madre, y existiendo en depósito la menor Florentina Saavedra, le fue concedida bajo las siguientes condiciones ...", y se detallaban los términos habituales del "contrato" por el cual un servicio doméstico se enmascaraba como "protección a la menor". En la práctica las chicas eran simple mano de obra gratuita cedida a una familia. Aunque se suponía que para educarlas, se reiteraban casos en que la custodiada ni siquiera sabía firmar. Cuando se capturaba a las que se habían fugado, éstas aludían a los malos tratos recibidos como causal de su decisión de huir, mientras que los guardadores hablaban de robo para descalificar a la víctima.

Córdoba
La cárcel de mujeres: el asilo del Buen Pastor
Por mucho tiempo se recluyó en él a aquellas que infringían la ley. Recibió a huérfanas y menores dependientes de la Defensoría. En la dictadura funcionó como centro de detención.
Las pri­me­ras re­fe­ren­cias que se tie­nen so­bre el asi­lo da­tan de 1897, cuan­do se pre­sio­nó a la So­cie­dad de Be­ne­fi­cen­cia pa­ra que die­ra va­lor a la do­na­ción de una man­za­na pa­ra la cons­truc­ción del Buen Pas­tor. La agru­pa­ción be­né­fi­ca pi­dió a la Mu­ni­ci­pa­li­dad una pró­rro­ga pa­ra el ini­cio de las obras, adu­cien­do in­con­ve­nien­tes vin­cu­la­dos a la fal­ta de fon­dos.
Dos años más tar­de del in­con­ve­nien­te su­ce­di­do con la So­cie­dad de Be­ne­fi­cen­cia, se re­gis­tró en los dia­rios de la ciu­dad (en El Tri­bu­no del 4 de ma­yo), la in­ten­ción de la So­cie­dad de San Vi­cen­te de Paul  de en­car­gar­se de la rea­li­za­ción del asi­lo. Cua­tro me­ses des­pués, el Mu­ni­ci­pio le fa­ci­li­tó el te­rre­no a la aso­cia­ción de da­mas pa­ra la cons­truc­ción, pe­ro le dio un pla­zo de 18 me­ses pa­ra el ini­cio de los tra­ba­jos, sien­do en­tre­ga­da la po­se­sión en mar­zo de 1900.
El 20 de abril de 1902, la so­cie­dad vi­cen­ti­na ele­vó un pe­di­do al Mu­ni­ci­pio pa­ra que se ad­qui­rie­ra otro te­rre­no en vis­tas de la fun­da­ción del asi­lo. Es­to se de­bía a que se veían im­po­si­bi­li­ta­dos de co­lo­car la obra en el te­rre­no do­na­do. Allí co­men­zó a cir­cu­lar la idea de com­prar al Ban­co de Cór­do­ba la pro­pie­dad don­de fi­nal­men­te fue co­lo­ca­do el es­ta­ble­ci­mien­to. A la vez, se so­li­ci­ta­ba ven­der el an­ti­guo te­rre­no pa­ra con­se­guir fon­dos.
La au­to­ri­za­ción lle­gó en di­ciem­bre de 1902, y se co­men­za­ron las ges­tio­nes pa­ra dar na­ci­mien­to al Buen Pas­tor.
Du­ran­te va­rios años, de lo úni­co que se tuvo re­gis­tro so­bre la obra fueron las in­ver­sio­nes que se efec­tua­ron pa­ra su man­te­ni­mien­to. Se­gún se co­no­ce, el in­mue­ble mis­mo ha­bría cos­ta­do $4.500 en un re­ma­te pú­bli­co del Ban­co de la Pro­vin­cia de Cór­do­ba. Ade­más, se sa­be que la Mu­ni­ci­pa­li­dad en aquel en­ton­ces ha­bría des­ti­na­do $4.000 en una pri­me­ra ins­tan­cia pa­ra el am­plia­do y me­jo­ra­do del edi­fi­cio, su­ma­do a que se de­sig­nó a fi­nes de oc­tu­bre de 1902 a Ma­ría de la Cruz Bus­tos Ca­bre­ra pa­ra que se de­sem­pe­ña­ra co­mo su­pe­rio­ra de la ins­ti­tu­ción.
Me­ses más tar­de, en ma­yo de 1903, lle­ga­ron a Río Cuar­to, des­de An­gers (Fran­cia), cin­co her­ma­nas de la con­gre­ga­ción del Buen Pas­tor pa­ra de­sem­pe­ñar­se en el asi­lo rio­cuar­ten­se. La inau­gu­ra­ción ofi­cial del es­ta­ble­ci­mien­to se rea­li­zó el 17 de ma­yo de 1903 y, pa­ra la aper­tu­ra, la Con­fe­ren­cia de San Vi­cen­te de Paul dis­pu­so de $7.189, una for­tu­na en aque­lla épo­ca.
Allí co­men­zó a fun­cio­nar el co­rrec­cio­nal de mu­je­res y asi­lo de me­no­res. Pa­ra su man­te­ni­mien­to, la Con­fe­ren­cia de San Vi­cen­te de Paul so­li­ci­tó un sub­si­dio a la Mu­ni­ci­pa­li­dad de Río Cuar­to, por la que co­men­za­ron a re­ci­bir des­de oc­tu­bre de 1903, la su­ma de $30 men­sua­les.
En re­gis­tros ofi­cia­les se de­ta­lla el acuer­do por un sub­si­dio de $1.000 pa­ra el asi­lo y co­mo su­pe­rio­ra es­ta­ba Sor Ma­ría Ele­na de la Cruz, res­pon­sa­ble del asi­lo de me­no­res y la cár­cel co­rrec­cio­nal de mu­je­res.
Des­de en­ton­ces, y por mu­chos años, la in­for­ma­ción del Buen Pas­tor es me­dio di­fu­sa, no se re­gis­tra mu­cho ma­te­rial ni si­quie­ra en los me­dios de co­mu­ni­ca­ción, al menos hasta mediados de siglo.
En Córdoba, año 1900, se aprueba el reglamento del Buen Pastor, propuesto por Sor María de San Agustín Fernández Concha. Las religiosas atenderían simultáneamente a condenadas y procesadas por delitos, crimen o "conducta inmoral", y a "preservadas" o educandas que se pusieran bajo su custodia con el objeto de formarlas en la "virtud y el trabajo y darles una colocación conveniente".
En Córdoba, año 1900, se aprueba el reglamento del Buen Pastor, propuesto por Sor María de San Agustín Fernández Concha. Las religiosas atenderían simultáneamente a condenadas y procesadas por delitos, crimen o "conducta inmoral", y a "preservadas" o educandas que se pusieran bajo su custodia con el objeto de formarlas en la "virtud y el trabajo y darles una colocación conveniente".
Suelen recordarse como hitos del asilo: "la producción de dulces y la confección y el lavado de ropa".
El servicio penitenciario de la provincia tomó la dirección general del Buen Pastor en 1989 pero las monjas siguieron ocupándose de la asistencia espiritual de las internas. La Capilla se desacralizó en el 2000.

En San Luis
Las órdenes que se distribuyeron en el territorio fueron principalmente los dominicos y los jesuitas con escasa intervención en temas relacionados con la sanidad.
En una de las galerías también se puede ver un gran busto del General José de San Martín, pero no en homenaje a su obra como militar, sino a su labor como penitenciario, habiendo San Martín estado al frente de las penitenciarías en la región de Cuyo (Mendoza, San Luis, San Juan). Fue Gobernador Intendente y se ocupó muy especialmente de los presos, por ejemplo, clausurando “los infiernillos”, que eran unas celdas bajo tierra. Además, dispuso que las mujeres pudieran comer dos veces al día y que esa comida fuera pagada por el estado.
A comienzos la presidencia de Justo J. de Urquiza  (que depusiera a Rosas en Caseros) y a tres años de comenzar la gobernación de Justo Daract (representante de la ilustración) crea, mediante decreto del 17 de febrero de1858 la Sociedad de Beneficencia de San Luis. Este documento incluye a la sociedad en el esfuerzo de difundir la educación pública y otorga a esta Sociedad de Beneficencia una activa y directa intervención en los establecimientos  públicos de educación del “bello sexo... para elevar la educación de la mujer a la altura y exigencias de su posición social, en la época actual”.
Esta Sociedad debía velar entre otras cosas por la moralidad, buenas costumbres y educación religiosa de las niñas de la alta sociedad en todos los departamentos de la provincia, por la protección de las clases menesterosas en lo físico, intelectual y moral. Presidida por Paula Domínguez de Bazán, funcionó en el primer tiempo en su casa




Luego la sociedad compró una propiedad en  el predio del actual Colegio Nacional (San Martín y Junín) que entonces era conocido como “Hospital de la Caridad”(Fig.4.9) destinado a los menestrosos, daba trabajo[2] y cobijo al pauperismo y  tenía personal “completo y numeroso”. Recibía subvención nacional y provincial, donaciones, fiestas. Funcionó hasta 1871 (que el Gobierno la adquirió para construir el Colegio Nacional) construyendo otro Hospital en Falucho y Junin (Actual Sanitaria).
En la primera mitad del siglo XIX debió atravesar por múltiples despojos materiales y de  del pensamiento reinante  y sufrir una postergación del progreso que se daba en otras provincias argentinas. La guerra por la independencia de España, la guerra civil posterior y los malones indígenas durante toda esa época diezmaron la población, la producción agropecuaria y el desarrollo social y cultural de la provincia.
Primero en la Campaña de San Martín como gobernador de Cuyo contra los españoles de Chile y Perú. Luego en la larga guerra civil de casi veinte años donde Pringles perdiera la vida (1831), Pedernera, Baigorria y el Chacho Peñaloza entre otros, luchaban para el bando de  los Unitarios o liberales (como Sarmiento, Alberti, Echeverría) contra el caudillo cuyano (de Rosas), Facundo Quiroga perteneciente al bando de los Federales.
Pablo Lucero que se destacó por su defensa de las fronteras en los fuertes del Morro y Renca al mando del escuadrón de Dragones contra el avance de los pehuenches sobre el territorio provincial, durante los tres periodos de su gobierno (1841-1854) se convirtió en un seguidor de las ideas rosistas persiguiendo y ejecutando a los unitarios liberales.
Durante la primera mitad del siglo XIX la guerra civil entre unitarios y federales produjo un clima de intolerancia en todas las actividades humanas llegando a la cultura. Durante la gobernación de Pablo Lucero (1841-1854) se quemaron libros como “Facundo: civilización o barbarie de Sarmiento (escritos en el Exilio en Chile en 1845). Imitó el régimen dictatorial de Rosas en la provincia y sumó a la pobreza, la ignorancia. La deuda de la provincia era de 9000 pesos y no había propuesta de crear recursos sino moneda con el oro y la plata de Carolina. Cerró la única escuela en la provincia por” necesitarse los 15 pesos del maestro para gastos de la policía”.





Hermanas religiosas del Buen Pastor, en la ciudad de San Luis, hacia 1949. En el Buen Pastor se albergaban adolescentes y niñas pobres o huérfanas. El edificio estaba ubicado, en calle Ituzaingó y Ayacucho. En foto, se observan, a la izquierda el retrato de Santa María Eufrasia Pelletier, fundadora de la Congregación del Buen Pastor. Las Hermanas de la Congregación, exhiben labores realizadas por las alumnas de la Institución.

El Hospital de Caridad fue sin duda la primera gran preocupación de la Sociedad. El primer Hospital funcionó frente a la plaza actualmente denominada Pringles, en la esquina de las calles hoy San Martín y Junín, en una casa adquirida por la Institución. En 1871 el gobierno compró a la Beneficencia esa casa, con el objeto de que funcionara allí el Colegio Nacional creado en 1868. Poco tiempo después se empezó la construcción de un importante edificio para el hospital de Caridad, situado en la calle Falucho esquina Junín. Cuando estuvo concluido el gobernador Rufino Lucero y Sosa, solicita a la Sociedad de Beneficiencia, presidida entonces por la señora Josefa Carreras de Cortés que "tome bajo su atención el hospital", que se le facilitaría también una "botica" y se les aseguraba todo su apoyo. Pero las señoras exigieron que se les hiciera entrega total del hospital. Lo consiguieron y aquel fue un día de gran júbilo para la Sociedad. Desde que empezó en sus funciones la Sociedad de Beneficencia, la asistencia de las socias al Hospital era diaria y los heridos y enfermos eran a menudo atendidos personalmente por ellas. Vaya el recuerdo a los numerosos heridos que se atendieron en el año 1874. Los enfermos recibían además de los fármacos indicados por los facultativos, los remedios que sólo pueden dar las almas sanas a las almas debilitadas. El doctor Nicolás Jofré en la interesante y abarcadora MEMORIA que como Ministro de Gobierno presentó a la Legislatura de la Provincia en 1918, en el Capítulo Beneficencia, dice: "El Estado tiene la obligación de proteger estos establecimientos entregados a la administración de damas de nuestra sociedad, las que colaboran en la medida de sus fuerzas a soportar esta carga del gobierno. La mujer argentina jamás ha desmentido la herencia de patriotismo que le legaron las matronas de la Independencia, y ha prestado sus servicios en esta rama, sacrificando las horas de su hogar para llevar, junto con el consuelo y la esperanza, el socorro material, curando así los dolores del cuerpo y los azares del espíritu. El Gobierno no podría por sí solo cumplir con el deber que le impone una ley social si no pudiese contar, como cuenta, con el aporte de inteligencia y energía de la mujer puntana, que es su eficaz colaboradora". He aquí la opinión de una figura señera en la educación, en la jurisprudencia, en las letras, en el pensar y en el obrar público, en el curso de más de 70 años. El Dr. Jofré nació en 1863 y falleció a los 95 años en 1958 de modo que pudo dar testimonio fidedigno en torno a la actuación benemérita de la Sociedad de Beneficencia. El Buen Pastor. Fue también preocupación constante de aquellas mujeres el cuidado de los huérfanos y la rehabilitación de la mujer caída. Por eso recibieron con tanta alegría la instalación de las "Madres del Buen Pastor" en la ciudad. Para las finalidades propias de esta Congregación se construyó con numerosos donativos un edificio que fue bendecido en 1894, siendo Presidenta de la Sociedad de Beneficencia la señora Irene Adaro de Tula. Allí se instalaron las Madres del Buen Pastor, con las presas y las niñas preservadas que venían atendiendo en el Hospital la Beneficencia. Poco tiempo después hubo un desacuerdo, por lo que la Madre Provincial resolvió la separación del Buen Pastor de la Sociedad de Beneficencia puntana. El padre Francisco Tula fue el sostén moral de la Congregación del Buen Pastor. Finalmente, en base a la donación de un extenso terreno hecha por las familias Tula y Adaro, se levantó el grande y apropiado edificio en el que desde fines del siglo pasado funciona el Buen Pastor, ahora notablemente modernizado, con escuela propia y talleres varios. Este es el lugar para nombrar a las beneméritas mujeres que cooperaron en la definitiva instalación del Buen Pastor en esta ciudad. Son ellas: Elvira Barbeito de Adaro, Irene Adaro de Tula, Javiera de Mercau, Teresa Barroso de Lucero, Enriqueta Lucio Lucero de Lallemant, Rosario Vila de Quiroga. Es oportuno dejar aquí también los nombres de socias de la beneficencia que hasta fines del siglo XIX se distinguieron en la presidencia de la Sociedad, entre las que no hemos nombrado ya: Rafaela Daract de Llerena, Pascuala Calderón de Vargas, Fidela Lucio Lucero de Arias, Sofía Barbeito de Daract, Aurora A. de Barbeito, Juliana Rúa de Lobos, Josefa Lucero, Teresa Barroso de Lucero, Clodomira Gutiérrez de Mendoza, Elvira Barbeito de Adaro, Petrona A. de Aguilera, Ercilia Ortiz de Ortiz Estrada y son más.
Rosarito Figueroa había nacido en esta ciudad en 1855. Casada con el Dr. Abelardo Ojeda, desde que ingresó en la Sociedad de Beneficencia en 1885, fue dejando los halagos de la vida social para entregarse con pasión al servicio de los pobres, los enfermos, los marginados que se albergaban en el Hospital de Caridad, la Cárcel, y el Buen Pastor -que era también cárcel de mujeres- y de cuantos ambulaban necesitados de comprensión y ayuda. Esta mujer, "Rosarito", como se la llamaba cariñosamente, salvó la Institución de la gran crisis económica y moral en la que estuvo sumergida a principios del siglo, asumiendo la presidencia en 1903 y continuándola en el período siguiente. Hasta el final de su vida fue la consejera inigualable de la Beneficencia. Dios le concedió largo tiempo para ejercer la caridad: falleció a los 85 años, bendecida por todos, el 8 de noviembre de 1940.

Algunas conclusiones
Su obra sobre todo, fue finales del siglo pasado
Parece no separarse de las de la hermandad de la caridad, de teología franciscana  (influenciados por la obra de san Vicente de San Paul)
Quizás el asilo del buen pastor tuvo su apogeo  durante gobierno de Sarmiento
Se mantiene una puja entre la orden religiosa y sociedad de beneficencia
Quizás tengan una nosología de frenias (aca es importante la presencia de Krapf), particularmente durante el peronismo.
Quizás este afán educativo determino a la puntana  Carolina Tobar Garcia.
Es interesante relacionar todo esto con el mito sobre el niño asado, de Marie Langer, leyenda urbana, en el cual una doméstica, que se escapa de un internado psiquiátrico, asa al niño al cual cuidaba, también recordar casos de Freud y Lacan, donde las domesticas cumplían roles esenciales.

Citas bibliográficas

(1) Perez, Manuel et al. "Sobre un caso de ninfomanía". Boletín de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, tomo XVIII, p. 282-294, 1939.

(2) Archivo Histórico Provincial Carpeta 20. Pag 202 Acta 22.


Referencias bibliográficas

Conte, Diego. "Menores y Derechos de punición". El encierro de jóvenes en el Asilo del Buen Pastor (1870 - 1890). Revista Prologros de la Editorial de la Universidad Nacional de Luján. 2010. Año III. Volumen III.-
Gez, J. W. (1916) Historia de San Luis. Ed. Marzo Reimpresión 1996. Pp. 210-212.http://biblioteca.sanluis.gov.ar/Publicaciones/Historia_de_la_Provincia_de_San_Luis_W_1_._Gez.pdf

Langer, Marie. "El mito del 'niño asado'",Revista de Psicoanálisis, Vol. VII, N° 3, 1949/50, pp.389/401

Melina Andrea Deangeli, Ornella Maritano: La construcción de género y las producciones jurídicas. El Reglamento del Correccional de Mujeres y Asilo del Buen Pastor (Córdoba, 1900)

Perez, Manuel et al. "Sobre un caso de ninfomanía". Boletín de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, tomo XVIII, p. 282-294, 1939.

Testimonio de la Hermana San Pedro, Buenos Aires, 15 de marzo de 2006.